Mariella Zanetti revela secretos de su vida en “El valor de la verdad” y se retira con 20 mil soles

Una silla roja, un polígrafo y una historia de vida marcada por contrastes. Mariella Zanetti se sentó frente a las cámaras de “El valor de la verdad” y removió su pasado sin tapujos.

Desde su infancia golpeada por el abandono y la violencia familiar, hasta los pasajes más oscuros de su vida política y amorosa, la actriz abrió su corazón en horario estelar. No faltaron confesiones inesperadas, recuerdos que aún duelen y momentos de humor ácido.

Pero tras 18 preguntas respondidas con un “sí” rotundo, decidió retirarse con 20 mil soles. “Hasta aquí llego”, dijo. Y el silencio fue aplauso.

Confesiones que marcan una vida

Mariella no esquivó la memoria. Cuando le preguntaron si su padrastro golpeaba a su madre hasta dejarla inconsciente, su respuesta fue afirmativa. Detrás de ese sí, se asomó la infancia cruel que vivió: golpes, silencios y miedo. “Fue un infierno”, resumió. A eso se sumó otra herida: su padre biológico la negó. “Simplemente se fue. No quiso saber de mí”.

No fueron las únicas cicatrices. La actriz también confesó haber perdido un hijo, haber sufrido epilepsia —una forma menos conocida, que provoca ausencias— y lamentó no haberse despedido de Christian Benavides, hermano del comediante Jorge, antes de su partida.

Humillaciones y rechazos en el camino al éxito

La artista recordó cuando la menospreciaban por su pasado como vedette, especialmente durante su incursión en la política. “Me insultaban, me miraban por encima del hombro”, lamentó.

Aun así, estuvo cerca de la cumbre: le ofrecieron ser vicepresidenta, según contó, por parte del entorno de César Acuña. Rechazó la propuesta porque no la convencieron.

También confesó haber sentido envidia —sin resentimiento— del éxito de su amiga Tula Rodríguez. “La admiro mucho. Se lo merece. Pero claro que uno a veces siente eso”. Y cuando recordó cómo Oscar D’León quiso conocerla tras ganar 16 mil dólares en un solo día como bailarina, una sonrisa se escapó entre tantas penas.

Brujería, traiciones y política oscura

El lado más surrealista de la noche llegó cuando reveló que le hicieron brujería. Según relató, una mujer le dijo que había visto su foto boca abajo en la casa de un brujo. “Me querían muerta”, afirmó.

Y, como si fuera poco, contó que un congresista le copió su proyecto de ley para exigir exámenes psicológicos previos al matrimonio. El nombre no fue una sorpresa: Segundo Montalvo.

Las historias con tintes políticos no se detuvieron allí. Recordó cómo fue despedida de un canal junto a Tula por negarse a asistir a una fiesta con el expresidente Alejandro Toledo. “Nos dejaron de pagar y nos botaron del programa”.

Pasajes íntimos con nombre propio

En el terreno sentimental, no se guardó nada. Confirmó que extorsionaron a su entonces pareja, el alcalde Gómez Baca, por su relación con Chibolín. También admitió que amenazó con no juramentar como regidora si este seguía involucrado con el polémico personaje.

Una de las confesiones más comentadas de la noche fue cuando le preguntaron si comió gato alguna vez. Respondió que sí, aunque sin saberlo. Quería una pollada, pero la engañaron. “Hasta hoy no puedo olvidar el sabor”, dijo entre risas incómodas.

También rememoró haber vendido menús en el Mercado Mayorista de Trujillo cuando aún era escolar. Y cómo en una ocasión, frente a cámaras, le negó un beso a Jaime Bayly, rompiendo la dinámica habitual del conductor. “Simplemente no quise”, declaró con firmeza.

La decisión final: hasta aquí nomás

Luego de compartir su verdad, pregunta tras pregunta, y con el marcador de dinero creciendo, llegó la número 19. No se supo cuál era. Mariella miró al conductor y dijo que era suficiente. “Me voy con 20 mil. No quiero más”, anunció.

Fue una salida sin escándalo, pero con el aplauso del público. La actriz se despidió agradeciendo a sus amigas que la acompañaron: su prima, su abogada y una psicóloga. “Estoy tranquila. Dije lo que tenía que decir”, afirmó.

Con esa frase se retiró de la silla que tantas veces ha sido sinónimo de catarsis. Mariella Zanetti, entre verdades, silencios y risas, volvió a recordarnos que detrás de cada figura pública hay una historia tan humana como la de cualquiera.