
En la historia del Perú hay muchas personas que, sin haber tenido la suerte de nacer en sus tierras, por alguno u otro motivo, se termina enamorando de ese lugar.
La gastronomía, las riquezas arqueológicas o naturales; los motivos pueden ser variados. Para algunos solo basta poner un pie en este lugar desde muy chicos para que toda su vida cambie. Ese es el caso de Esteban Campodónico Figallo que, a pesar de ser natural de Italia, hizo del Perú su casa hasta convertirse en sinónimo de la excelencia en la medicina, la docencia y el humanismo.
Su legado, que abarca desde la creación de la primera cátedra de Radiología en América Latina hasta su labor filantrópica. Como médico, catedrático y filántropo italoperuano, Campodónico dedicó su vida a mejorar la salud y el bienestar de los peruanos, dejando una huella indeleble en la sociedad.
La migración

Nacido el 2 de agosto de 1866, la familia Campodónico Figallo procedía de Chiavari, en la región de Liguria. Su padre, Michele, emigró al Perú durante el auge del guano, estableciéndose en Lima con éxito en el comercio.
Al llegar 1887, Esteban se inscribió en la Facultad de Ciencias de la Universidad Mayor de San Marcos. Fue alumno de destacados profesores como Enrique Guzmán y Valle y Miguel Colunga, quien había sido asistente del sabio Antonio Raimondi.

Dos años después, en 1889, presentó su tesis de Bachillerato sobre la “Psoralea glandulosa (culen)” y en 1895 se graduó en la Facultad de Medicina, obteniendo las distinciones de Bachiller y Doctor con sus tesis sobre traumatismo medular y embarazo extrauterino, respectivamente.
Sus ganas de seguir aprendiendo sobre el cuerpo lo llevaron a estudiar Oftalmología en la Universidad de Bolonia y presentó una tesis sobre la verruga andina en 1908. Representó al Perú en el Congreso de Oftalmología de Nápoles y a la colonia italiana en el congreso de Roma. En 1909, estudió Radiología en Viena.
Catedrático y benefactor

En Lima, y desde 1898, trabajó en el Hospital Italiano Vittorio Emanuelle II, reemplazando al doctor Ernesto Mazzei como jefe de la sección oftalmológica y dirigiendo el dispensario oftalmológico gratuito.
Entre los médicos que colaboraron en el hospital se encontraban figuras destacadas como Juvenal Denegri y Carlos Monge Medrano.
Durante su estancia en la Facultad de Medicina de Lima, fue nombrado catedrático en 1916 y en 1923 promovido como primer titular de la cátedra de Radiología Clínica.
También importó un avanzado equipo de Rayos X y escribió el libro “Radiología Clínica”. Fue catedrático hasta 1930 y, ese año, fue nombrado catedrático Honorario.
Filantropía y reconocimientos

Campodónico tuvo una activa participación en la Sociedad Italiana de Beneficencia y en la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Ayudó al Círculo Médico Peruano con donaciones y fue inspector en el Dispensario General Antituberculoso y en la escuela taller Santa Teresa. En 1931, donó un equipo de Rayos X.
La Sociedad Peruana de Radiología, constituida poco antes de su fallecimiento, lo designó Miembro Honorario en su primera sesión ordinaria en 1938.
Triste final

En agosto de 1937, redactó un testamento legando sus bienes principalmente a sus hermanas y estableciendo un fondo para el Premio Esteban Campodónico Figallo, que reconoce contribuciones destacadas en el Perú. Poco tiempo después se casó con Ethel C. Graff Hildebrandt en 1938, añadiendo una adenda al testamento para asegurar su bienestar.
Finalmente, Campodónico falleció en Panamá el 23 de octubre de 1938, debido a una bronconeumonía. Su cuerpo fue trasladado a Lima y enterrado en el mausoleo familiar del cementerio Presbítero Maestro, donde se le rindió homenaje en una ceremonia especial.
El premio Campódonico

El Premio Esteban Campodónico por servicios a la sociedad peruana se otorga anualmente desde 1995, organizado por la Universidad de Piura y la Clover Foundation de Nueva York. El premio busca reconocer y estimular a individuos y organizaciones que ofrecen servicios desinteresados a la sociedad peruana, cumpliendo la voluntad del médico italiano Esteban Campodónico Figallo.
De esta manera, el legado de Esteban Campodónico Figallo perdura a través de este premio, continuando su compromiso con el servicio y la excelencia en el Perú.
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