El arte de habitar: cuando el interiorismo de lujo dialoga con el arte

La tendencia actual en el diseño de interiores de alta gama prioriza la incorporación de obras artísticas y piezas artesanales, redefiniendo el concepto de lujo hacia la autenticidad y la experiencia personalizada

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Un mueble hecho a medida
Un mueble hecho a medida por un ebanista local o una alfombra tejida a mano por artesanos contemporáneos pueden alcanzar el mismo nivel de expresión que una pintura de autor (Imagen Ilustrativa Infobae)

El verdadero lujo en el diseño interior ya no se mide por la cantidad de metros cuadrados ni por la ostentación de los materiales. Hoy, el lujo se redefine en términos de experiencia, autenticidad y emoción. En este nuevo paradigma, el arte se convierte en un protagonista esencial. No como un mero complemento decorativo, sino como una pieza que da sentido, identidad y narrativa al espacio.

Considero que un interior bien concebido debe conmover, generar una sensación que trascienda lo estético. Y en esa búsqueda, el arte es el lenguaje que permite conectar la materialidad del espacio con la sensibilidad del alma. Una obra, ya sea una pintura, una escultura o una instalación contemporánea, no se “agrega” al ambiente: se integra. Se piensa desde el inicio del proyecto, dialoga con las texturas, la luz y los volúmenes, y muchas veces se convierte en el eje alrededor del cual gira toda la composición.

El lujo se redefine en términos de experiencia, autenticidad y emoción

En el interiorismo de lujo, este diálogo con el arte exige una mirada curatorial. No se trata de “combinar colores” ni de llenar paredes vacías, sino de construir un relato coherente. Las piezas deben tener un sentido dentro de la historia que el espacio quiere contar. A veces ese relato parte de la propia colección del cliente —su vínculo emocional con el arte— y otras veces nace de una colaboración entre diseñador y artista, donde el resultado final es una obra que habita el espacio y lo transforma.

La artesanía, los materiales nobles y la atención al detalle son también parte de esta conversación. Un mueble hecho a medida por un ebanista local o una alfombra tejida a mano por artesanos contemporáneos pueden alcanzar el mismo nivel de expresión que una pintura de autor. El lujo, en este sentido, se acerca cada vez más a la idea de obra única: piezas que llevan la huella de lo humano y lo irrepetible.

En el interiorismo de lujo, este diálogo con el arte exige una mirada curatorial

En un mundo cada vez más estandarizado, donde la tecnología permite replicar casi todo, los espacios que realmente impactan son aquellos que se atreven a ser distintos, a incorporar elementos con historia y significado. El arte cumple ese rol de ruptura: introduce imperfección, sorpresa, incluso provocación. Nos recuerda que un hogar —por más sofisticado que sea— debe seguir siendo un espacio vivo.

Diseñar con arte no es acumular objetos de valor, sino crear atmósferas que inspiren. Es entender que el lujo verdadero está en la autenticidad de lo elegido y en la armonía invisible que une cada elemento. Cuando interiorismo y arte se encuentran, el resultado es mucho más que un ambiente elegante: es una experiencia estética completa, una forma de habitar el mundo con belleza, conciencia y sensibilidad.

La autora es responsable de Marketing de Estudio Modo Casa