
Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, es una de las figuras más oscuras en la historia reciente de la Iglesia Católica. Durante décadas, este sacerdote mexicano perpetró abusos sexuales contra al menos 60 menores de edad, incluidos sus propios hijos, manipulando su posición de poder y la fe de sus víctimas para satisfacer sus deseos. Protegido por el manto del Vaticano, especialmente bajo el papado de Juan Pablo II, Maciel operó con impunidad, dejando un rastro de dolor y trauma.
Antes de fundar oficialmente los Legionarios de Cristo, Maciel recorría pueblos mexicanos en busca de jóvenes que cumplieran con sus perturbadores criterios: blancos, delgados y “pequeñitos”. Su estrategia era seducir a niños de familias humildes con promesas de una vida mejor en un “colegio” con instalaciones de ensueño, como relata Juan José Vaca, una de sus víctimas. Vaca, reclutado a los 10 años, describe en el libro Marcial Maciel: Historia de un criminal de Carmen Aristegui cómo los abusos comenzaron en 1949, cuando tenía apenas 12 años. Maciel lo manipuló con excusas de “dolores estomacales”, obligándolo a realizar actos sexuales que el sacerdote justificaba como “actos de caridad”. Esta manipulación psicológica creó en Vaca una dependencia emocional hacia su agresor, quien lo llevó a Roma como su “predilecto” para continuar los abusos.
El modus operandi de Maciel era sistemático. Según testimonios, usaba su autoridad religiosa para convencer a los niños de que sus actos no eran pecaminosos, sino necesarios para aliviar su supuesto sufrimiento. Además, manipulaba a las familias, como en el caso de Arturo Jurado, reclutado a los nueve años en Salvatierra, Guanajuato. Maciel chantajeó a la madre de Jurado, asegurándole que si no dejaba ir a su hijo, ella sería responsable de su “maldición”. Este patrón de coerción, combinado con amenazas de condenación eterna, aseguraba el silencio de las víctimas.
Los Legionarios de Cristo, bajo las órdenes de Maciel, buscaban niños de “buenas familias, guapos e inteligentes”, excluyendo a quienes no cumplían con estos estándares. Esta selección, lejos de ser vocacional, respondía a los deseos del sacerdote. A pesar de las denuncias, como la carta de 1997 firmada por Jurado y otros exlegionarios dirigida a Juan Pablo II, Maciel murió en 2008 sin enfrentar la justicia, protegido por la institución que fundó y por el Vaticano, que solo lo sancionó con un retiro en 2006.

El próximo 14 de agosto, HBO Max estrenará Marcial Maciel: El lobo de Dios, una serie documental que explora las facetas de este depredador y el encubrimiento de la Iglesia. Este caso sigue siendo un recordatorio de cómo el poder y la fe pueden ser manipulados para perpetrar atrocidades.
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