Diego Schwartzman (26) irguió su 1,68 metro, miró a las tres decenas de fornidos y expectantes oyentes, tomó el micrófono y les enfatizó, como un coach que pretende estimular al más difícil de los auditorios:
"Siempre me decían que no iba a poder jugar al tenis por mi estatura, pero ¿saben qué?, lo que vale es aquello que tenemos en la cabeza. Porque cuando finalmente uno entra a la cancha, marca su propio destino. Adentro de una cancha, muchachos, es parecido a la vida…", explicó el tenista número 24 del planeta, mientras Los Espartanos (el equipo de rugby que naciera una década atrás en la cárcel) se miraban entre sí, antes de aplaudirlo.
Fue durante la visita del Peque a la Unidad 48 de San Martín, con el objetivo de acercarles experiencias inspiradoras y los consejos de un deportista profesional apuntados a resaltar la importancia de levantarse ante las caídas y creer en las segundas oportunidades.
Y, también, motivado en que disfruten de un espacio lúdico a través de diversas actividades organizadas sobre la cancha de rugby de césped sintético, ahora acondicionada para jugar al tenis: entre ellas, una clínica, una exhibición frente a Francisco Cerúndolo (joven promesa nacional del deporte blanco), la charla distendida con Eduardo Oderigo, presidente de la Fundación Espartanos y creador del team, y hasta un emotivo intercambio de camisetas.
Claro que, transitadas las horas, además hubo tiempo para una emotiva despedida: "Aunque la gente nos dé una mano, el cambio es de uno. Todos los que estamos acá nos equivocamos y hemos tenido grandes errores, pero gracias al rugby aprendimos muchas cosas relacionadas a la educación, el trabajo y la espiritualidad", señaló uno de los rugbiers, en nombre de todos.
Entonces el Peque Schwartzman, culminando la ronda final de mates, les agradeció y prometió: "Voy a volver. Fue un placer haberlos conocido… Y a partir de ahora, cuando gane un partido, no duden de que voy a hacer con la mano la "E" de Espartanos", cerró ante el estrepitoso y típico grito de sus integrantes.
Por Leo Ibáñez.
Fotos: Gentileza Fundación Espartanos.
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