
Los paisajes de Almería están modelados por la historia, el sol y el viento del mar. Al recorrerla, sus castillos y fortalezas se levantan como testigos mudos de los conflictos y las alianzas que durante siglos se dieron entre cristianos y musulmanes en el solar del sur de España. Si bien la provincia fue uno de los últimos bastiones reconquistados, esta tardía incorporación a la Corona de Castilla la convirtió en territorio clave para las estrategias militares que buscaban controlar el corredor marítimo entre el Mediterráneo y el Atlántico.
Hoy, explorando sus castillos —tantos en la costa como en el interior montañoso—, el visitante descubre una ruta cargada de historia, arte y panoramas que se imponen ante el mar y el desierto.
Castillo de Vélez-Blanco
En el norte almeriense, la localidad de Vélez-Blanco guarda uno de los máximos tesoros de la arquitectura renacentista del siglo XVI. El castillo de Vélez-Blanco, mandado erigir por Pedro Fajardo y Chacón, marqués de los Vélez, se alza sobre la villa como emblema del poder señorial y modelo de integración entre fortaleza y palacio.
Inspirada en el Quattrocento italiano, esta obra destaca por la elegancia de sus frisos y balaustradas, adornos originados para deslumbrar, pero que, tras siglos de expolio, hoy se dispersan por museos de París y el MoMA de Nueva York, donde puede verse el famoso patio que en su día adornó el castillo. La majestuosidad de este conjunto monumental convierte al Castillo de Vélez-Blanco en parada obligatoria para quien desee comprender la riqueza artística de la provincia.
Castillo de Tabernas

A la entrada del desierto homónimo, el castillo de Tabernas se alzó en el siglo XI bajo dominio nazarí. Su función fue decisiva en los últimos compases de la Reconquista, pues allí se firmaron las capitulaciones de Almería en 1489. Poco después, el castillo cayó en ruinas, aunque Carlos I ordenó su reconstrucción, preludio de un nuevo olvido. A día de hoy, el castillo permanece en estado de ruina, de acceso libre y convertido en escenario ocasional de rodajes cinematográficos, haciendo de Tabernas enclave donde historia y cine se dan la mano.
Castillo del Marqués de los Vélez
En Cuevas de Almanzora encontramos otro baluarte, el castillo del Marqués de los Vélez, edificado sobre los restos de una antigua fortaleza musulmana tras la conquista castellana de fines del siglo XV. De planta cuadrada e irregular, el castillo conjuga elementos góticos y reformas posteriores, destacando la construcción -a finales del XVIII- de la Casa de la Tercia de estilo neoclásico. El gobierno local es ahora propietario de este edificio, que acoge un museo y una biblioteca, fusionando así el legado defensivo con la vocación cultural actual de la comarca.
Castillo de Gérgal

Sobre un cerro junto al Desierto de Tabernas, el castillo de Gérgal fue enclave crucial desde finales del siglo XV. Tras pasar a manos de la Orden de Santiago por orden de los Reyes Católicos, la fortaleza soportó incursiones moriscas, otomanas y bereberes, sufriendo cambios de dueño y deterioro durante siglos. El linaje de los Condes de la Puebla de Maestre administró el castillo hasta 1940, cuando, tras quedar sin herederos, el edificio fue subastado y adquirido por un particular. Hoy, Gérgal vela por esta joya desde la distancia, ya que se trata de una residencia privada.
Castillo de San Juan de los Terreros
Siguiendo la línea de costa, San Juan de los Terreros resguarda una fortaleza que en 2002 fue declarada Bien de Interés Cultural. Erigida en el siglo XVIII por orden de Carlos III, la construcción simboliza la defensa del litoral ante las incursiones piratas otomanas y bereberes. Su sobrecogedora silueta domina el litoral de Pulpí, gracias a sus fuertes muros, torres y espectacular posición elevada, haciendo que la función de vigía se perpetúe aún sobre el mar.
Alcazaba de Almería

Coronando la capital provincial, la Alcazaba de Almería se erige como símbolo indiscutible de la ciudad. Esta fortaleza, construida a mediados del siglo X por mandato de Abderramán III, integra un complejo de recintos, murallas y torres que narran la convivencia y los avatares de musulmanes y cristianos a lo largo de un milenio.
Los aljibes conservados asombran por su capacidad y profundidad —hasta 70 metros—, reflejando el ingenio hidráulico de la época. Además de su valor patrimonial, la Alcazaba ha cobrado protagonismo como escenario cinematográfico, habiendo aparecido en superproducciones como “Cleopatra” (1963) y la sexta temporada de “Juego de Tronos” (2016).
Castillo de San Ramón
En Garrucha, el castillo de San Ramón, conocido también como de las Escobetas o del Nazareno, fue levantado para contener la piratería berberisca durante el siglo XVIII. La evolución arquitectónica del edificio se aprecia en las diferentes ampliaciones y anexos que lo completan. La fortaleza, de gruesos muros de mampostería y torres almenadas, fue punto de protección y dio origen al asentamiento urbano que hoy conocemos como Garrucha.
Castillo de Macenas
Más hacia el sur, ya en Mojácar, la Torre de Macenas representa uno de los mejores ejemplos de torre costera. Con más de dos siglos de historia, fue declarada Bien de Interés Cultural en 1985. Esta sólida atalaya, dotada para resistir cañoneos y con múltiples aspilleras, funcionó tanto para disuadir ataques marítimos como casa cuartel de la Guardia Civil hasta finales del siglo XIX. Las vistas desde su cima ofrecen una panorámica inigualable de la costa almeriense.
Castillo de San Felipe
En el entorno natural de Los Escullos, el castillo de San Felipe es parada imprescindible. Levantado en 1771, su restauración en 1991 y la declaración especial de la Junta de Andalucía en 1993 lo han conservado en excelente estado. La fortaleza, de acceso libre, destaca por sus vistas hacia el Mar de Alborán y el Mediterráneo, constituyendo uno de los puntos más fotogénicos del parque natural de Níjar.
Castillo de Guardas Viejas
En El Ejido, el castillo de Guardas Viejas completa la red defensiva costera diseñada por Carlos III. Tras su destrucción parcial en la Guerra de Independencia por parte del ejército inglés, el castillo recuperó su viabilidad gracias a la restauración emprendida en 1980. Su valor como Bien de Interés Cultural se suma a su función como espacio polivalente, pues además de foso, patio de armas y dependencias militares, ha acogido festivales como el Creamfields Andalucía y el Natural Music Festival.
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