
Badajoz es un lugar lleno de historia, cultura y paisajes impresionantes. Su riqueza arquitectónica, marcada por un gran número de castillos medievales, ofrece a los viajeros una ventana única al pasado de la Península Ibérica. Desde fortalezas en lo alto de montañas hasta imponentes murallas que protegen pequeños pueblos, los castillos de Badajoz son testigos de siglos de historia, batallas y leyendas. Esta es una selección de los ocho castillos más impresionantes de esta provincia.
Castillo de Badajoz
Situado en la capital de la provincia, el castillo de Badajoz es sin duda uno de los más imponentes de toda la región. De origen árabe, su construcción data del siglo IX, aunque fue reformado en varias ocasiones a lo largo de los siglos. Su ubicación, sobre una colina que domina el río Guadiana, ha sido un punto estratégico desde la antigüedad. El castillo alberga en su interior el Museo de la Ciudad, donde los visitantes pueden conocer la historia de Badajoz desde sus orígenes hasta la actualidad. Sus murallas robustas son las más largas de Europa y las impresionantes vistas panorámicas lo convierten en un lugar imprescindible para los amantes de la historia.
Castillo de Medellín

El castillo de Medellín, ubicado en lo alto de una colina sobre el río Guadiana, fue originalmente construido por los musulmanes en el siglo IX. En 1238, pasó a manos cristianas, y a lo largo de los siglos sufrió graves daños debido a asedios y enfrentamientos. Uno de los episodios más destructivos ocurrió en 1354, cuando Pedro I ordenó su demolición. Sin embargo, en el siglo XV, Enrique II reconstruyó la fortaleza, dándole su aspecto actual.
La estructura del castillo tiene forma alargada, con una muralla interior que conectaba los diferentes sectores en caso de ataque. A pesar de las ruinas internas, como el aljibe árabe conocido como ‘el baño del moro’, las murallas exteriores se mantienen en pie, coronadas por torres en los flancos norte y sur y otras semicirculares. Su ubicación estratégica y sus poderosas defensas lo convierten en un ejemplo de fortaleza medieval.
Castillo de Alburquerque
El castillo de Alburquerque, en la localidad que lleva el mismo nombre, es uno de los castillos medievales más destacados de la provincia. Su construcción data del siglo XIII, aunque sus orígenes se remontan a tiempos de los romanos. Este castillo fue residencia de la Orden de Santiago y desempeñó un papel fundamental en la defensa del territorio. Conserva una gran parte de su estructura original, con imponentes murallas y un foso que rodea la fortaleza. La torre del homenaje, en el centro del castillo, es uno de los puntos más altos y desde allí se pueden disfrutar vistas espectaculares del entorno natural.
Castillo de Jerez de los Caballeros

En Jerez de los Caballeros, otro de los municipios más históricos de la provincia, se encuentra un castillo que domina el paisaje y la ciudad. La fortaleza fue construida en el siglo XIII y, como muchos de los castillos de la región, estuvo vinculado a la Orden de Santiago. Su imponente torre del homenaje y las robustas murallas proporcionan una visión clara de la fortaleza que una vez fue. El castillo se encuentra en un excelente estado de conservación y, desde su terraza, se puede admirar un paisaje de olivares y montañas que han marcado la historia del lugar.
Castillo de Olivenza
El castillo de Olivenza, en la localidad homónima, es uno de los más singulares de Badajoz, ya que, aunque está en territorio español, pertenece a una ciudad que fue portuguesa hasta 1801. Este castillo, de origen medieval, fue utilizado tanto como fortaleza como residencia real. Su estructura, de planta rectangular, está flanqueada por grandes murallas y torres que se erigen en el horizonte de la ciudad. La fortaleza alberga un museo que explica la historia de Olivenza y su conexión con Portugal, así como el importante papel que el castillo jugó en las disputas territoriales entre ambos países.
Castillo de Alconchel
En el pueblo de Alconchel, a medio camino entre Olivenza y Jerez de los Caballeros, se alza imponente el castillo de Alconchel, también conocido como el de Miraflores, por el cerro que corona a 300 metros de altura. Este castillo, construido por los portugueses en 1166, se diferencia de otros castillos de la región al no ser levantado por los almohades. A lo largo de los siglos, pasó a manos del reino de Castilla, la Orden del Temple y la de Alcántara, y fue objeto de reformas entre los siglos XIV y XVI debido a su proximidad con la frontera portuguesa.
La fortaleza, construida en piedra y adaptada a la orografía del cerro, tiene una forma concéntrica, con una muralla exterior que protege su cuerpo principal. En su interior destaca la torre del homenaje, de tres pisos, rodeada por aljibes, mazmorras y una capilla. El castillo, en excelente estado de conservación, se puede visitar a través de dos puertas, y se recomienda pasar por el Centro de Interpretación de las Fortificaciones del Gran Lago de Alqueva para conocer su historia.
Castillo de Fregenal de la Sierra

El castillo de Fregenal de la Sierra, en la sierra de Aracena, es otro de los grandes castillos de Badajoz que se mantiene en muy buen estado de conservación. De origen musulmán, fue construido en el siglo XIII y desempeñó un papel importante en las luchas fronterizas entre musulmanes y cristianos. El castillo está rodeado de un foso y cuenta con varias torres, además de una impresionante muralla. Hoy, se puede visitar y disfrutar de su estructura original, además de aprender sobre su historia a través de las exposiciones que se celebran en su interior.
Castillo de Feria
El Castillo de Feria, erguido sobre una colina de la llanura extremeña, destaca por su imponente torre del homenaje de 40 metros de altura. Desde este punto estratégico, se controlaba la cara meridional de Sierra Vieja y el pueblo de Feria. Aunque inicialmente fue una alcazaba árabe del siglo XI, la llegada de las tropas cristianas amplió el recinto, convirtiéndolo en una fortaleza clave para proteger los territorios conquistados.
Construido por la Casa de Feria, perteneciente a los Suárez de Figueroa, el castillo abarca 7.000 metros cuadrados y cuenta con una muralla que se adapta a las formas del cerro, reforzada por torres de defensa. La torre del homenaje, central en la fortaleza, tiene cuatro cuerpos, el primero destinado a la vivienda del señor feudal, que aún se puede visitar. A pesar de su sobriedad, el castillo presenta detalles góticos decorativos que enriquecen su arquitectura.
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