Michelle (Hélène Vincent) y Marie-Claude (Josiane Balasko) viven en un pequeño, e idílico, pueblecito de Borgoña. Su vida de jubiladas se aleja de la pomposidad de enclaves como Benidorm, donde el bingo y las vedetes se aúnan para hacer de cada minuto una celebración del júbilo y el aire mediterráneo. Aquí, sin embargo, recogen champiñones, hacen quiches (cuidado, el níscalo puede ser venenoso, ¿verdad Michelle?) y pasean por los frondosos bosques que visten el paisaje de colores cálidos y otoñales.
Lo que aparentemente parece una película afincada en un género convencional, muta a otras tantas en Cuando cae el otoño, el nuevo largometraje de François Ozon que llega a los cines españoles este viernes y que se alzó con el Premio del Jurado a ‘Mejor guion’ en la pasada edición del Festival de San Sebastián -además de premiar a Pierre Lottin en la categoría de ‘Mejor interpretación de reparto’. Los vínculos familiares, la maternidad o la amistad son algunos de los temas que el cineasta francés (director de aclamadas cintas como En la casa, Joven y bonita, Frantz, La piscina, 8 mujeres o Verano del 85) aborda en este thriller que a veces es comedia y otras un cálido relato.
“No sé cómo se llama este tipo de película. Puede parecer una historia de familia, pero no de una normal. En apariencia también podría resultar una historia clásica de la vida de dos mujeres mayores que están tranquilas y jubiladas, pero de pronto la cosa comienza a acelerarse”, cuenta el propio director en una entrevista en la que está presente Infobae España. “Crees entender lo que está pasando, pero en realidad no has entendido nada. Es un poco como la vida”, añade, para admitir que, en realidad, no sabe cómo describirla o a qué genero adscribir su propia película.
Más allá de lecturas e interpretaciones, lo que Ozon buscó era “plasmar una historia de sororidad entre dos mujeres” con un pasado común y una complicada relación con sus hijos. Para conformar el carácter de Valérie (Ludivine Sagnier) y de Vincent (Pierre Lottin), el cineasta francés se documentó. Cuidado, que vienen spoilers. La investigación parte de la base de que, en el pasado, ambas protagonistas fueron prostitutas, un giro de guion que introduce al espectador en una narración completamente distinta. “Hablé con hijos e hijas de trabajadoras sexuales, leí testimonios y me di cuenta de que había más o menos dos tipos de respuestas”, relata.
Por un lado, algunos hijos “rechazaban completamente” que sus madres se hubiesen dedicado a la prostitución, una actitud que se refleja en el personaje de Valérie, mientras que otros consideraban que tuvieron que hacerlo por necesidad y que habían sido “víctimas”, una respuesta que Ozon plasma a través del personaje de Vincent. A partir de esta premisa, el director ahonda en la idea de la familia escogida, en generar vínculos orgánicos.
“Puede parecer una historia de familia, pero no de una normal. En apariencia también podría resultar una historia clásica de la vida de dos mujeres mayores que están tranquilas y jubiladas, pero de pronto la cosa comienza a acelerarse”
“Hoy en día sí hay nuevas familias”, explica. “Los lazos que tú creas son más importantes que los lazos impuestos”, apostilla. Para el director, esto es posible debido a que “por fin salimos de siglos de patriarcado y de la opresión de la religión”, sea cual sea. Sin embargo, cada paso de avance viene con una férrea respuesta que aboga por la resistencia al cambio. “Hay un resurgimiento de la derecha y de ideas basadas en la familia tradicional de toda la vida”, cuenta Ozon.
Además de hablar de la fuerza que existe en la ruptura con aquello que, más que aportar, resta, Cuando cae el otoño es un claro ejemplo de que la edad es simplemente un número. “La película ha funcionado muy bien con gente mayor y con muchísimas mujeres mayores que están encantadas de que por fin se las muestre fuera del papel normal que suelen tener o de los clásicos estereotipos”, explica el francés. Michelle y Marie-Claude tienen vidas complejas, un pasado y no son, ni mucho menos, las abuelas perfectas. “Son ambiguas y creo que eso es precisamente lo que la gente quiere ver”, dice.
“La película ha funcionado muy bien con gente mayor y con muchísimas mujeres mayores que están encantadas de que por fin se las muestre fuera del papel normal que suelen tener o de los clásicos estereotipos”
Con respecto a la evolución de la edad, y de la aceptación por parte de la industria de la vejez cuando se trata de las mujeres actrices (con un historial mucho más nocivo que ellos al ser apartadas una vez superan el umbral social de la belleza impuesta), Ozon admite que, en el pasado, sacar una película como Cuando cae el otoño adelante habría sido mucho más complicado. “Hace 20 años rodé una película que se llamaba Bajo la arena con Charlotte Rampling y fue sumamente difícil de financiar, porque me decían que ella ya no estaba de moda, que era una mujer mayor”, cuenta. En aquel momento, Rampling tenía 50 años, pero ya era considerada como una ‘vieja’ leyenda. “Dos décadas después de eso, no tengo dificultad en financiar una película protagonizada por una mujer de 74. Es una buena señal, quiere decir que hemos progresado”, concluye el director.