
Los últimos minutos de 2025 bajando más rápido de lo esperado, por lo que desde todos los rincones del planeta distintas poblaciones se preparan para recibir al año nuevo, pero... cada uno a su manera. No son solo los husos regidos por los meridianos los que obligan a separar las celebraciones por la diferencia horaria; sino que esas tradiciones que se repiten sin agotamiento anualmente son únicas en cada país, siendo algunas de ellas dignas de encabezar un ranking mundial.
Aun así, el entusiasmo por dejar atrás doce meses y dar la bienvenida a otros tantos, une a millones de personas que se congregan en grandes avenidas o plazas y en salones privados. De este modo, las burbujas del champán, la pirotecnia iluminando el cielo y el sonido de los brindis se tornan en algo familiar durante los primeros minutos del 1 de enero.
Dentro de las peculiaridades españolas, el ritual de las 12 uvas al compás de las 12 campanas es fundamental para recibir el año con alegría. Aunque muchas veces la coordinación de más de uno frente al reloj de la Puerta del Sol es un desafío: con carreras a contrarreloj, caras infladas y, en ocasiones, alguna pepita se cuela en la ración. Todo sea por atraer la buena suerte; pero si de amuletos se trata... la ropa interior roja se cuela en la última noche para aquellos que quieren atraer el amor en el año venidero.
Desde fuera, estas costumbres pueden parecer tan extrañas como colgar cebollas en la puerta o lanzar helado al suelo para espantar la mala suerte. Pero es que cada país tiene sus propios códigos para recibir el año, y lo que en un lado del mundo resulta imprescindible, en otro puede despertar auténtica sorpresa.

Plomo, aluminio y helado: la forma de los europeos para atraer la suerte
La última noche del año en Europa se celebra con rituales tan variados como sorprendentes. En Italia, la familia se reúne para el Cenone di San Silvestro, donde las lentejas no pueden faltar, símbolo de abundancia y prosperidad; que normalmente está acompañado por el cerdo, en forma de cotechino o zampone. Además, los italianos practican Il Lancia dei Cocci, que consiste en romper la vajilla para alejar la mala suerte, un gesto que también comparten los daneses.
Aunque tal vez lo que más sorprende de los descendientes de los vikingos es que siempre llevan gorros, baberos y hacen mucho ruido para ahuyentar malos espíritus, como hacían antiguamente los agricultores. Del mismo modo, al llegar la medianoche en Dinamarca, todos saltan desde una superficie elevada, como una silla o mesa, simbolizando el paso al nuevo año sin arrastrar problemas del anterior. En cambio, si nos desplazamos hasta Irlanda, las sillas tienen un significado bien diferente: se dejan sillas vacías para lo que ya no están.
Además, quienes desean encontrar pareja colocan muérdago, hiedra o acebo bajo la almohada, con la esperanza de soñar con su futuro amor; y se cree que entrar por la puerta principal y salir por la trasera trae buena fortuna. Aquellos que dejan también una silla libre son los griegos, que esperan hasta el último minuto por si aparece un invitado inesperado. Igualmente, si paseas por las calles de Grecia en esta fecha podrás ver cebollas colgadas en las puertas. Esta verdura se estampa o se rompe posteriormente para atraer a la fortuna, crecimiento y renacimiento. Tras la medianoche, se reparte la vasilópita, un bizcocho con una moneda escondida: quien la encuentre será bendecido.
Mientras, en Escocia, el first-footing marca la suerte del año para la primera persona que entra en la casa. Lo ideal, siguiendo la tradición, es que sea un hombre alto y moreno, que lleve regalos como carbón, sal, pan, galletas y whisky, como símbolos de prosperidad. En cambio, algunas naciones buscan el devenir del futuro. Por ejemplo, en Alemania, durante la noche de San Silvestre hacen el Bleigießen, se recrea un ritual en el que tras lanzar plomo fundido al agua para interpretar las formas resultantes. Algo similar hacen en Finlandia, donde funden herraduras de aluminio y las lanzan en agua fría con el mismo objetivo. Por el contrario, en Suiza se tira helado al suelo como deseo de abundancia.

Duelo de pistolas como símbolo de purificación
Muy cerca de allí, a las puertas del continente asiático, nos encontramos con un país que tiene una doble celebración: Rusia. Al tradicional 1 de enero se suma el 14 de enero, fecha que corresponde al calendario ortodoxo y que se conoce como la “vieja” Nochevieja. Ambas celebraciones se acompañan de fuegos artificiales, conciertos y reuniones familiares.
Por su parte, otros países del continente, como Tailandia, tienen otras fechas que tampoco coinciden con las que tenemos normalizadas en occidente. Los tailandeses celebran el Songkran en abril y tienen como costumbre lanzar agua en las calles. Su origen es budista y se hacía con el objetivo de purificar cada rincón. Pero ahora se ha convertido en una fiesta acuática con pistolas de agua que se celebra durante cuatro días y donde nadie queda seco.
Por su parte, Filipinas apuesta por la abundancia a través de las formas circulares. Vestir ropa de lunares y consumir frutas redondas son cruciales para obtener buena suerte y prosperidad. Por ello, las monedas se convierten en protagonistas: se las guardan en los bolsillos y las hacen sonar al dar la medianoche para alejar los malos espíritus y llamar a la fortuna.
Mientras, que para encontrar la paz y armonía durante el año en Turquía, a medianoche, es común esparcir sal en la entrada del hogar. Aunque si nos vamos a la otra punta del continente, concretamente en Japón, tendrás que escuchar 108 campanadas (jyoya no kane) de los templos budistas para recibir el año. Para darlas todas es necesario comenzar a las 23:40, pero es fundamental para representar todos los defectos humanos y así, purificar el alma.
Tirar la casa por la ventana en Sudáfrica
Las tradiciones africanas están llenas de color, baile y música que se puede disfrutar en la calle. La mayoría de ellas no coinciden con el calendario gregoriano. Por lo que es común que sus celebraciones no coincidan con la nuestra. Este es el caso de Etiopía que, al regirse por el calendario juliano, celebra su fin de año en septiembre. Por su parte, Costa de Marfil lo celebra en el mes de octubre, aunque hasta 2017 estuvieron 30 años sin festejarlo.
En cambio, en Sudáfrica, los rituales para recibir la llegada del nuevo año cambian en función de la región. En el barrio de Hillsboro, en Johannesburgo, la costumbre dicta lanzar muebles y objetos viejos por la ventana. Este gesto busca dejar atrás lo que ya no sirve y abrir espacio a la prosperidad, aunque requiere precaución para evitar accidentes con los caminantes.
Mientras que en Ciudad del Cabo, la verdadera celebración se traslada al 2 de enero con el Tweede Nuwe Jaar, una festividad que tuvo origen en la época de la esclavitud, cuando los esclavos recibían ese día libre para festejar. Hoy, la ciudad se llena de música, desfiles y color con el Minstrel Carnival, donde bandas, coros y bailes inundan las calles.
El recuerdo de los que ya no están aquí
Finalmente, la llegada del Año Nuevo en América se vive con una riqueza de tradiciones que reflejan la diversidad cultural del continente. En América del Sur, la ropa interior de colores se convierte en protagonista. Mientras en España el rojo es el preferido, en Argentina destaca el rosa, en Colombia y Perú el amarillo (en Perú, además, se lleva del revés) y en México se elige el color según el deseo: amarillo para fortuna, rojo para amor.
Además, en Colombia, se aseguran de tener las maletas bien cerca para sacarla a pasear alrededor de la manzana para presagiar muchos viajes en el año venidero. También, decoran las mesas con espigas de trigo para atraer la transformación y la protección, y se colocan tres patatas bajo la cama: una pelada, una sin pelar y una a la mitad. A medianoche, cada persona toma una al azar para predecir la suerte económica que se avecina.

El Réveillon cobra forma en Brasil con la medianoche. Miles de personas se reúnen en playas como Copacabana para vestirse de blanco, saltar siete olas al mar y comer lentejas son tradiciones fundamentales, cada ola representa un deseo. Al otro de lado de su frontera al oeste, los peruanos colocan un huevo entero bajo la cama para interpretar, al día siguiente, los dibujos que forma la yema, en busca de presagios para el año.
Mientras, un poco más abajo, en Chile, concretamente en la ciudad de Talca, las familias reciben el año nuevo en el cementerio, acompañados de música clásica y velas, para poder compartir la celebración con los seres queridos que ya no están con nosotros. En cambio, en Ecuador se despiden los últimos doce meses con la quema de muñecos de trapo al puro estilo valenciano para dejar atrás las dificultades del ciclo que termina.
En la otra punta del continente, en Canadá, la pesca sobre el hielo que se forma durante las primeras semanas del invierno reúne a familias que disfrutan juntas de lo que logran capturar. Aunque si hay una tradición que casi todo el mundo quiere vivir, es la de tener el primer beso cuando la bola del Times Square baja del todo para anunciar el fin del año.
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