
La Navidad dispara los gastos de las familias que tienen que afrontar la llegada de Papá Noel, de los Reyes Magos, menús más caros que en otras fechas y viajes, a lo que se suman las compras por impulso. Todo ello genera una tormenta perfecta que vacía el bolsillo de muchos consumidores. Así, entre el Black Friday, la Navidad y las rebajas de enero los españoles gastarán una media de 969 euros por persona, un 1,6% menos que en 2024, según recoge un informe elaborado por KPMG y Appinio España.
En este escenario, una cuestión que se repite cada año es si se puede ahorrar sin dejar de disfrutar de las fiestas, los regalos y las compras y cómo hacerlo. La respuesta, según los expertos, no pasa solo por recortar gastos, sino por planificar y tomar conciencia de cómo se gasta el dinero, especialmente en un periodo en el que el incremento del consumo se normaliza y se justifica socialmente.
Elisabet Ruiz Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en finanzas personales y digitales, considera que el problema principal ante tanto desembolso no es solo la inflación: “Lo que de verdad desequilibra a muchas familias en Navidad es llegar a diciembre sin presupuesto ni planificación, no saber qué se quiere comprar ni cuánto se puede gastar”.
Esta falta de previsión convierte los gastos navideños en un riesgo estructural y, sin un plan previo, las compras se suman a unas cuentas ya tensionadas, lo que puede derivar en endeudamiento. Para evitarlo, Ruiz Dotras incide en la necesidad de identificar y controlar los llamados gastos invisibles, -hormiga, vampiro y fantasma- pequeñas fugas de dinero que pasan desapercibidas durante el año y que se intensifican en Navidad.

Tres gastos ‘silenciosos’
Los gastos hormiga son pequeños desembolsos cotidianos que se cuelan en la rutina diaria. Desde dejar la televisión siempre en ‘stand by’ hasta suscripciones de uno o dos euros al mes o micropagos digitales que apenas se registran. Aislados parecen irrelevantes, pero sumados mes a mes pueden representar una cantidad considerable.
Otros gastos invisibles de mayor importe son los gastos vampiro. Son aquellos que se integran en los costes fijos y consumen recursos de forma constante. Entre ellos se encuentran los derivados de las plataformas de contenido audiovisual, aplicaciones, servicios que no se aprovechan o membresías que se renuevan automáticamente.
Ruiz Dortas señala que “aunque parezcan solo 10 euros al mes, al final son 120 euros al año, y si añadimos otra plataforma, otra aplicación y otro servicio, podemos acabar pagando 50 euros mensuales o más por cosas que no necesitamos”. Otro ejemplo es el coste del gimnasio si no se utiliza, ya que “si se usa por salud y el presupuesto lo permite, no lo pondría en la misma categoría”, matiza la experta.
La tercera categoría son los gastos fantasma, incluyen aquellos que el consumidor no los tiene muy controlados y que reaparecen de forma inesperada. Se trata de servicios que se contratan y se olvidan, comisiones bancarias que no se revisan o cargos antiguos que vuelven a aparecer en la cuenta. “A veces no es un gasto mensual, puede ser puntual, pero cuando revisas las cuentas, piensas: ya no me acordaba de que me había dado de alta aquí”, apunta la profesora de la UOC.

Gastos invisibles que se prolongan todo el año
Los gastos hormiga, vampiro y fantasma no son exclusivos de la Navidad, se producen durante todo el año y penalizan las carteras de los consumidores en ‘silencio’, ya que “todo el mundo sabe cuánto ingresa, pero muy poca gente sabe realmente cómo gasta su dinero”, subraya Ruiz Dotras.
Las consecuencias que tienen estos desembolsos en el presupuesto son más graves, si cabe, en las familias con problemas para llegar a final de mes o que no pueden ahorrar de forma regular. “Quién puede ahorrar un 20% cada mes, puede permitirse gastar algo más en Navidad. El problema está en las familias que viven al día, llegan justitas a final de mes y no tienen margen de ahorro”, advierte la experta.
El presupuesto 50-30-20 como punto de partida
Para tratar de aminorar estos desembolsos, Dotras aconseja “no empezar diciembre sin números” y planificar los gastos. Para ello, el primer paso es descargar los movimientos bancarios y analizar en qué se ha ido el dinero y ver cuánto se destina a gastos básicos como luz, agua, gas y vivienda, cuánto a alimentación y qué otros desembolsos son realmente imprescindibles, como la educación de los hijos.
A partir de este análisis, la experta propone clasificar los gastos en tres grandes bloques: gastos básicos, ocio y gastos personales, y ahorro. Los primeros incluyen vivienda, suministros, alimentación, educación y transporte. El ocio y los gastos personales abarcan desde ropa y peluquería hasta gimnasio, salidas y caprichos. Mientras que el ahorro debe ser una partida fija y planificada.
Como referencia, Ruiz Dotras utiliza la conocida regla del 50-30-20, según la cual, alrededor del 50% del ingreso mensual tiene que ir destinado a cubrir gastos básicos, un 30% hay que dedicarlo al ocio y a gastos personales y un 20% al ahorro. No obstante, reconoce que en la práctica los gastos básicos a menudo superan ese porcentaje y se aproximan al 60%.
“En ese caso, quizá el ocio y lo personal no puedan llegar al 30% y haya que ajustarlos al 25% para poder reservar, al menos, un 15% al ahorro”, indica Dotras. Aconseja que es importante revisar siempre el bloque de ocio y gastos personales, porque es ahí donde suelen esconderse los gastos hormiga, vampiro y fantasma.
Financiar la Navidad puede costar muy caro
Una tentación de los consumidores que no tienen dinero suficiente para cubrir los gastos extra generados en Navidad es financiarlos mediante un crédito o comprar a plazos, lo que puede convertirse en una trampa si estos métodos se usan sin planificación, asegura Ruiz Dotras: “Los pagos a plazos pueden ser una buena opción siempre que su coste sea mínimo y tengamos una planificación clara para devolverlos”.
El problema, en su opinión, es pedir crédito sobre crédito porque “ya no llegamos a final de mes”. Considera que si alguien es capaz de pagar una compra a crédito, también podría haber ahorrado ese dinero antes y hacerla más tarde sin crédito, pagándola más barata porque se ahorra los intereses.
A su juicio, la solicitud de un préstamo sólo está justificada cuando se produce una emergencia real, como averías y accidentes imprevistos, y en caso de que no haya liquidez disponible. Aun así, recomienda que los consumidores deben fijarse como objetivo disponer de un fondo de emergencia al que aportar desde el inicio de la vida laboral con el que cubrir esas situaciones sin desequilibrar el presupuesto del mes.
Reconoce que la solicitud de préstamos también está justificada si están destinados a la compra de algo muy costoso como una vivienda, pero siempre deben ajustarse a las posibilidades económicas de cada persona.
De la cultura del gasto a la cultura del ahorro
Ruiz Dotras insiste en la importancia de que los consumidores sean conscientes de que deben ahorrar primero, en vez de gastar primero. “Hoy, la mayoría gasta y, si sobra algo, ahorra”. En este escenario existe el riesgo de que las nuevas generaciones se conviertan en generaciones endeudadas y de parecerse cada vez más a la sociedad norteamericana, advierte.
Relaciona esta tendencia con la inmediatez, las redes sociales y la facilidad de financiación. “Hoy se puede financiar casi cualquier compra. En Estados Unidos se puede llegar a financiar incluso una hamburguesa de un dólar. Si alguien necesita financiar eso, no solo tiene un problema económico, si no de consumo excesivo”, subraya.
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