
La experiencia de residir lejos del país de origen puede resultar especialmente dura y exigente en determinados momentos. A pesar de los esfuerzos por mantener una actitud positiva y afrontar el día con energía, hay ocasiones en las que las circunstancias no acompañan y el ánimo decae. Una experiencia que ha compartido en sus redes sociales el profesor Alejandro Mesa, que reside en Irlanda.
En su testimonio, el docente ha subrayado que quienes viven en el extranjero suelen enfrentarse a periodos de desánimo, agravados por factores como la distancia respecto a la familia y el entorno habitual, así como por el clima, que en países como Irlanda puede resultar especialmente duro durante los meses de noviembre y diciembre.
Alejandro Mesa también ha explicado que, en estos momentos de dificultad, recurre a una reflexión que le transmitió un alumno japonés durante una de sus clases. Tal y como ha recordado en su vídeo de TikTok, el estudiante le dijo: “El cielo a veces tiene nubes y otras está despejado, pero las nubes no son el cielo. Tus pensamientos no eres tú”.
Esta frase, ha señalado el profesor, le resulta útil tanto en un sentido metafórico como en uno literal, especialmente en periodos de estrés y de agobio en los que, según él, la mente se llena de “nubes” que impiden ver el sol.
La importancia de aceptar los pensamientos negativos
En su vídeo, el docente ha detallado que ha encontrado consuelo en la idea de que los pensamientos negativos son pasajeros, tras varias semanas marcadas por el estrés y la preocupación. También ha afirmado que, al igual que las nubes acaban por disiparse y el cielo permanece, los estados de ánimo adversos terminan por desaparecer. Considera que lo fundamental es recordar que esos pensamientos no definen a una persona y que, aunque pueden surgir por diversos motivos, no constituyen la esencia de uno mismo.
Alejandro Mesa ha animado a quienes atraviesan una mala racha a no identificarse con esos pensamientos y a no preocuparse en exceso. Ha insistido en que “tener un mal día no significa que estés jodido, significa que estás vivo, que estás viviendo, que la vida es así” y ha añadido que la vida no es tan sencillo como a veces parece y que hay períodos de dificultad que forman parte del proceso vital.
La influencia de la filosofía japonesa y budista
El profesor ha recomendado, también, explorar la filosofía japonesa y budista, ya que, según ha explicado en su vídeo de TikTok, le han ayudado a comprender mejor su propia forma de ser y a buscar la tranquilidad. Comparó estas corrientes de pensamiento con la filosofía europea y occidental que, en su opinión, tiende a promover una idea de vivir siempre al máximo y ser feliz en todo momento. También resulta necesario permitirse descansar, despreocuparse y no exigirse estar siempre en un estado de plenitud.
Uno de los conceptos japoneses conocidos dentro de su filosofía es el ‘ikigai’, que se puede traducir como “razón de ser” o “razón de vivir”. En los últimos años, ha ganado una notable presencia en el ámbito de la creatividad y el desarrollo personal. Esta idea propone una vía para encontrar un propósito y satisfacción en la vida cotidiana.
Según recoge Domestika, esta filosofía no solo se limita a la autorrealización individual sino que también implica una contribución activa a la comunidad y un compromiso con el crecimiento personal. La palabra ikigai surge de la combinación de los términos japoneses iki (vida) y gai (valor), y en la cultura nipona se considera que toda persona posee un ikigai propio. Alcanzarlo requiere un proceso de autoconocimiento constante y honesto, que se traduce en una mejora de la calidad de vida y en un impacto positivo tanto en la salud física y mental como en el entorno social.
El ikigai, según la interpretación de los autores españoles Héctor García y Francesc Miralles recogida por Domestika, abarca una filosofía compleja que va más allá de la simple búsqueda de un propósito. Se asocia a una vida activa y plena, donde la ocupación se convierte en fuente de energía y satisfacción. Valora la lucha y el desafío como motores de crecimiento personal, defendiendo que el ser humano necesita retos para desplegar sus capacidades y evolucionar. Saber elegir qué batallas afrontar y cuáles evitar permite gestionar la energía vital de forma eficiente y preservar la salud.
El ikigai proporciona un sentido de trascendencia al vincular el propósito individual con una contribución a la comunidad. Esta dimensión colectiva ayuda a superar la angustia existencial y otorga significado a la vida más allá de la satisfacción personal. Exige autoobservación y la identificación de momentos de fluidez, es decir, aquellas actividades que generan entusiasmo y en las que se pierde la noción del tiempo. Por último, implica armonizar el propósito vital con un estilo de vida saludable y equilibrado.
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