El Palacio de Buckingham, epicentro de la monarquía británica y símbolo indiscutible de la institución, parece destinado a perder su papel como residencia principal de los soberanos. Aunque sigue siendo el gran escenario de la vida oficial de la corona y su icónico balcón continúa marcando la relevancia de los miembros de la familia real, todo apunta a que no volverá a ser un hogar familiar.
La reina Isabel II fue la última monarca en habitarlo de forma permanente. Tras su fallecimiento, su hijo, Carlos III, optó por mantener Clarence House como domicilio en Londres, y todo indica que el príncipe Guillermo seguirá la misma línea cuando llegue su momento de heredar el trono.
Según revela la experta en realeza Ingrid Seward, editora de Majesty Magazine, el heredero no contempla mudarse a Buckingham. “Nunca le ha tenido cariño y probablemente no ha pasado mucho tiempo allí”, ha explicado a la revista Hello!. La especialista recuerda que la propia Isabel II y el duque de Edimburgo se sintieron contrariados cuando tuvieron que abandonar Clarence House en su día. “La reina y el príncipe Felipe quedaron devastaos cuando tuvieron que mudarse de Clarence House; Winston Churchill les dijo que la reina tenía que vivir en un palacio", ha indicado la periodista.
Guillermo y Kate Middleton, los príncipes de Gales, ya tienen otros planes: a finales de este año se instalarán en Forest Lodge, dentro del Gran Parque de Windsor. Será su residencia definitiva y se encuentra a poca distancia de su actual hogar, Adelaide Cottage. Además, la familia conserva otras propiedades: Anmer Hall, una casa de campo con diez habitaciones situada en la finca de Sandringham, y un apartamento en el Palacio de Kensington destinado a actos oficiales.
Una elección con mensaje
La decisión de no instalarse en Buckingham no es solo personal, también tiene un trasfondo institucional. Para Ingrid Seward, el príncipe Guillermo pretende marcar un estilo de reinado más cercano y autosuficiente, en el que no todo gire alrededor de las grandes residencias financiadas con fondos públicos. “Es bastante visionario y puede ver que la monarquía tiene que cambiar para sobrevivir. Será un padre muy implicado, además de monarca, lo cual es bastante difícil, pero creo que lo logrará cambiando la forma en que se gestionan las cosas, incluyendo ser más autosuficiente y no depender del contribuyente”, ha señalado la biógrafa.
La mudanza a Windsor permitirá a los príncipes mantener una rutina familiar estable. Sus tres hijos —George, de 12 años; Charlotte, de 10; y Louis, de 7— acuden a la cercana escuela Lambrook. El próximo verano, George cumplirá 13 y todo apunta a que continuará su educación en Eton College, el mismo internado que su padre y su tío, el príncipe Harry, cursaron en su día.
Además, el rechazo de Guillermo a mudarse a Buckingham abre la puerta a un uso distinto del edificio. Con un coste de remodelación que asciende a 427 millones de euros y unas obras que se prolongarán hasta 2027, el palacio podría convertirse en un espacio institucional y turístico de acceso permanente al público. Actualmente, solo abre sus puertas durante los meses de verano, pero en el futuro podría funcionar como museo real durante todo el año y acoger banquetes o actos de Estado puntuales.
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