
Las largas siestas, los días de playa, las comidas en chiringuitos y las incómodas picaduras de los mosquitos forman el cóctel perfecto del verano. En estos calurosos meses del año, el tiempo parece transcurrir más lento, dando la impresión a veces de detenerse. Una experiencia que se acentúa en la infancia. Concretamente, cuando nos apetecía darnos un baño y acabábamos de comer.
El temido corte de digestión del que todos hemos escuchado hablar se erigía casi como una sentencia: “No puedes meterte en el agua hasta que no pasen, como mínimo, dos horas”. Entre la impotencia y la resignación, el niño acata la orden y espera, rozando la desesperación, que el tiempo pase y sea seguro darse un baño en la piscina o la playa.
Pese a lo arraigado que se encuentra en nuestro imaginario colectivo el famoso corte de digestión, está impregnado de bulos y verdades a medias sin un verdadero fundamento científico. Rosa Pérez Losa, enfermera y Responsable del área de Divulgación al Ciudadano en la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), desmonta la principal creencia popular (y falsa) en torno a esta condición: en el corte de digestión no se corta realmente la digestión.
Su nombre lleva a engaño, ya que el proceso digestivo no se interrumpe. Lo que ocurre en esta situación es un cambio repentino de temperatura corporal: “Si estamos a una temperatura muy alta y nos metemos en agua fría, nuestro cuerpo va a intentar mantener el calor. Va a mandar sangre, sobre todo a la piel, para compensar el calor”, explica Pérez Losa en una entrevista con Infobae España.
Si estamos en mitad del proceso digestivo, la mayor parte de nuestra sangre va a estar en nuestro estómago. El corte de digestión recibe ese nombre porque, al meternos en agua fría, el cuerpo reconduce esa sangre del estómago y la envía a la piel para minimizar los efectos del frío. Esto provoca una disrupción en el organismo que puede derivar en un síncope. “Es esta pérdida del conocimiento la que puede hacer que te ahogues”, aclara la enfermera.

Cuánto tiempo esperar para bañarnos después de comer
El término sanitario para el corte de digestión es el de hidrocución, pues el proceso digestivo no es el responsable de estos desmayos, sino el cambio de temperatura. “Si estamos en la playa jugando un partido de vóley de manera intensa, la sangre va a ir a los músculos. Si luego nos metemos en el agua, también te puede dar otro síncope porque la sangre va a ir otra vez a la piel para mantener la temperatura corporal”.
Por tanto, dado que la alimentación no influye en sufrir o no una hidrocución, no habría necesidad de esperar ni una hora ni dos. “La principal recomendación no es que esperes a hacer la digestión porque puede pasarte fuera del proceso”, pero sí es importante hacer comidas ligeras si vamos a la playa o a la piscina. “Nadie se lleva un cocido a la playa”, comenta irónica la experta. Los gazpachos o las frutas frescas son excelentes opciones porque hacen una digestión rápida y fácil.
Cómo evitar el corte de digestión
La digestión funciona al margen de esta condición médica, pero otros factores sí pueden ser de riesgo si no los tenemos en cuenta. El primer consejo que ofrece la experta de la SEMES es no ir nunca a la playa ni a la piscina en ayunas, ya que “muchas emergencias y lipotimias ocurren por esta bajada de azúcar”.
Si el agua está muy fría, lo ideal es meternos en ella lo más gradualmente posible. “Mucha gente se da chapuzones pensando que el mal rato del agua fría se pasa rápido, pero eso está muy mal porque ahí está el riesgo”. Evitar las horas centrales del día y no practicar deporte a pleno sol también son recomendaciones útiles no solo para no sufrir la hidrocución, sino también para protegernos frente a un golpe de calor.
“El niño se ahoga sin hacer ruido”
En 2024, España registró 471 muertes por ahogamientos en lugares acuáticos, lo que representa un 11.6 % más respecto al año anterior. En ese total se encuentran los ahogamientos de niños, que son la segunda causa de fallecimiento accidental en menores de 14 años.
“A los niños no hay que dejarlos sin supervisión de un adulto ni aunque sepan nadar”, zanja Pérez Losa. “El ahogamiento infantil es muy rápido, el niño no grita, se ahoga sin hacer ni un solo ruido. Una persona solo necesita segundos para ahogarse, en el momento en el que tragas agua y va a los pulmones”.
Otros grupos a los que es necesario prestar atención son los más jóvenes y los mayores. Los primeros tienden a exponerse más a las altas temperaturas y a las actividades físicas, mientras que el mecanismo de termorregulación no funciona igual en los mayores.
Con las mujeres ocurre igual, puesto que “todas las patologías tienen perspectiva de género” y ellas tienen más riesgo. Según explica la enfermera a este medio, “ni la exposición al calor ni el cambio de temperatura extremo afecta por igual a mujeres y hombres”.
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