El drama de los campamentos de verano con precios inasumibles y beneficios nulos para las empresas: “Muchos abren solo por compromiso con las familias”

Los precios se elevan cada año, la media por niño y semana ya está en 600 euros, y las plazas públicas resultan insuficientes, con miles de familias buscando alternativas

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Niños en un colegio de
Niños en un colegio de Madrid (Fernando Sánchez / Europa Press)

Las vacaciones escolares son, para millones de niños, una de las épocas más esperadas del año. Sin embargo, para muchas familias trabajadoras, el verano se convierte en un auténtico rompecabezas. Mientras los más pequeños disfrutan de casi tres meses sin clases, la mayoría de los padres y madres no pueden permitirse interrumpir sus obligaciones laborales durante tanto tiempo. La conciliación familiar en este periodo se convierte así en un reto difícil de sortear sin apoyos externos.

Una de las soluciones más recurrentes (y necesarias) para cubrir ese vacío son los campamentos de verano: espacios donde los niños pueden socializar, aprender, jugar y disfrutar en entornos seguros mientras sus progenitores continúan trabajando. Pero esa alternativa tiene un coste, y no siempre es asequible. Según datos recientes de la Asociación Nacional de Empresas de Actividades y Campamentos (ANEACAMP), el precio medio de un campamento de pernocta en España se sitúa este verano en 602 euros por semana por cada niño. Esta cifra incluye alojamiento en instalaciones especializadas, pensión completa, monitores titulados y una programación de actividades de ocio, deporte, idiomas o animación.

Aunque la oferta de campamentos ha crecido de forma notable en los últimos años, la realidad es que muchos hogares no pueden asumir estos costes. “Los precios de los campamentos vienen marcados por el punto de equilibrio entre oferta, demanda y costes”, explican desde Aneacamp. Sin embargo, ese equilibrio no siempre responde a las posibilidades reales de las familias, especialmente aquellas con menores ingresos o sin red de apoyo.

Aneacamp matiza que el precio medio de los campamentos en España es de 602 euros, sin embargo existen opciones de “campamentos de toda la vida” (como los describen) que rondan los 350 euros semanales, aunque el total de estos es mucho menor y también pueden resultar inaccesibles para muchos.

Niños en un taller de
Niños en un taller de verano (Infobae México)

 “El coste responde a la calidad del servicio, la seguridad y la normativa que debemos cumplir”, insisten desde la asociación, que recuerda que los márgenes de beneficio del sector privado son mínimos e incluso, en muchos casos, negativos. Las empresas del sector aseguran que mantener la seguridad, cumplir con las exigencias legales y ofrecer una experiencia de calidad implica asumir gastos crecientes en personal titulado, seguros obligatorios, alimentación, transporte, infraestructuras y supervisión médica. A esto se suma el impacto acumulado de la inflación y el encarecimiento de suministros básicos como la electricidad, los combustibles o los productos alimentarios. “Un incremento del 5 % en el precio puede suponer un beneficio cero o incluso pérdidas, debido a los altos costes operativos y a la saturación del mercado”, advierten. Muchos campamentos, añaden, se mantienen abiertos por compromiso con las familias y los proyectos educativos, más que por rentabilidad económica.

En este contexto, no sorprende que muchas familias se sientan sobrepasadas. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario medio en España ronda los 2.100 euros brutos mensuales, aunque en la práctica la mayoría de los trabajadores percibe menos de 1.700 euros netos. A esto se suma que el coste medio de crianza por hijo en España se sitúa en torno a los 700 euros al mes, según un informe reciente de Save the Children. Si una semana de campamento cuesta más de 600 euros por niño, muchas familias tendrían que destinar prácticamente la mitad de su sueldo mensual neto por cada hijo que inscriban. Una cifra inasumible sin ayudas públicas o apoyo familiar.

Campamentos urbanos, teletrabajo y soluciones alternativas

Frente al elevado coste de los campamentos con pernocta, muchas familias optan por fórmulas más accesibles. Una de las más extendidas son los campamentos urbanos, que se organizan en colegios, centros culturales o instalaciones municipales. Al no incluir alojamiento, sus precios son mucho menores y cubren solo las actividades diarias, el personal y, en algunos casos, la comida. Además, muchos cuentan con el respaldo de ayuntamientos o asociaciones, lo que permite ofrecer precios ajustados o incluso becas para las familias con menos recursos.

Niña sola mientras su madre
Niña sola mientras su madre teletrabaja (Imagen de archivo)

Otra opción que ha ganado peso desde la pandemia es el teletrabajo como herramienta de conciliación. Aunque no siempre es viable para todos los sectores, algunos padres y madres optan por quedarse en casa y compaginar su jornada laboral con el cuidado de los hijos. Esta fórmula, sin embargo, suele suponer una sobrecarga importante, y rara vez permite cubrir adecuadamente las necesidades de ocio y socialización de los niños durante los dos meses de verano.

Según Aneacamp, el mercado se ha saturado con una amplia variedad de programas y formatos, lo que ha provocado que convivan ofertas públicas subvencionadas, iniciativas de entidades sin ánimo de lucro e incluso fórmulas informales no remuneradas. Esta diversidad amplía las opciones disponibles, pero no siempre garantiza los mismos estándares de calidad, seguridad o atención profesional que los campamentos tradicionales.

“La demanda supera en miles a la oferta”

Fernando Mardones, vicepresidente y portavoz de la Confederación de AMPAS, AFAS y FAMPAS de la Comunidad de Madrid (CONFAPA), subraya que este verano han recibido numerosas quejas de familias que no pueden permitirse pagar los campamentos privados y que no han logrado una plaza pública de en los campamentos de verano organizados por las administraciones. “La situación es bastante preocupante en municipios como Madrid ciudad, donde, aunque el Ayuntamiento ha informado que ha subido el número de plazas, la demanda ha sido otra vez superior”, señala.

En muchos distritos madrileños la situación es crítica. En Fuencarral-El Pardo, con más de 250.000 habitantes, solo un colegio ofrece campamentos de verano. En San Blas hay tres; en Chamartín, uno; y en Puente de Vallecas, dos centros con una oferta total de apenas 125 plazas. “La demanda supera en miles a la oferta”, advierte Mardones.

Un niño juega solo con
Un niño juega solo con un cubo de rubik (Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)

La consecuencia directa, asegura, es que muchas familias se ven obligadas a hacer “auténticas cábalas y ejercicios imposibles” para poder cubrir las semanas sin colegio. En muchos casos, se ven forzadas a recurrir a campamentos privados que suponen cuotas de entre 500 y 600 euros por semana, algo inasumible para gran parte de la población. “Si tienes dos o tres hijos, este tipo de campamentos son inasumibles”, añade.

Desde Confapa reclaman una ampliación urgente de la oferta pública para aquellas familias que no pueden (o no quieren) acceder a campamentos privados, tanto desde el Ayuntamiento como desde la Comunidad de Madrid. Y denuncian, además, que la situación es aún más grave en el caso del alumnado de educación especial, cuya oferta de campamentos es “muy reducida” y no llega a satisfacer la demanda. “Al final se resume en un problema de conciliación y de falta de recursos públicos”, concluye Mardones. “Hay muchas familias que no pueden abonar esos precios para atender a nuestros hijos e hijas matriculados en campamentos de verano. Y eso, desgraciadamente, es así”.