Un médico de familia de un pueblo deja su carrera a los 37 años: “Entre Doctor Google y demasiados ancianos, la consulta se ha convertido en una pesadilla”

La atención primaria se agrava mientras el Gobierno italiano negocia unificar los contratos médicos bajo un marco común

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La atención primaria se agrava
La atención primaria se agrava en Italia mientras el Gobierno negocia unificar los contratos médicos bajo un marco común (Pexels)

Italia se enfrenta a una posible reestructuración del sistema laboral sanitario con la propuesta de un contrato único para todos los profesionales de la salud, una medida que ha desatado un intenso debate entre sindicatos, médicos y autoridades. Actualmente, los facultativos trabajan bajo distintos regímenes contractuales. Los médicos hospitalarios se rigen por el Contrato Colectivo Nacional de Trabajo (CCNL) del área sanitaria, que afecta a más de 135.000 profesionales del sistema público, incluidos médicos, veterinarios y sanitarios, según Quotidiano Sanità. En cambio, los médicos de medicina general están sujetos al Acuerdo Colectivo Nacional (ACN), con condiciones diferenciadas.

El Ministerio de Salud ha planteado la posibilidad de unificar estos marcos en un único contrato laboral. Aunque aún no existe un documento oficial que recoja la propuesta, el Ejecutivo ha iniciado contactos con actores clave del sector para explorar esta vía de reforma, con el objetivo de reducir las desigualdades contractuales y garantizar condiciones homogéneas en todo el país, según ha informado Wesud.it. El sindicato UGL Salute ha respaldado la iniciativa, y su secretario nacional, Gianluca Giuliano, la ha calificado como un “paso histórico” hacia la equidad laboral, tal y como recoge Il Tempo en un artículo.

No obstante, la iniciativa ha generado oposición. La Federación Sindical de Médicos Unidos (Fismu) alerta que una estandarización contractual podría ignorar las particularidades de cada especialidad y acentuar las diferencias regionales en un sistema ya descentralizado. Asimsimo, sindicatos como Anaao Assomed y Cimo-Fesmed han expresado su rechazo a varios puntos del borrador, calificándolos de perjudiciales para las condiciones laborales del colectivo médico. Esta propuesta, y otros factores que arrastra la sanidad italiana, ha tenido ya las primeras consecuencias. Y es que a los 37 años, Giorgio Diakantonis ha decidido dejar atrás su carrera como médico de familia después de trabajar siete años en una clínica con una consulta propia en Imola, donde atendía a más de 700 pacientes. “Esta profesión en la forma en la que se ha vuelto ya no vale la pena”, ha afirmado en una entrevista con Daniela Corneo en el Corriere di Bologna.

“Ese contrato fue una granada disparada contra la profesión”

La atención primaria se agrava
La atención primaria se agrava en Italia mientras el Gobierno negocia unificar los contratos médicos bajo un marco común (Pexels)

Diakantonis se crio en un entorno médico: “Cuando era estudiante de medicina, trabajé junto a mi madre, una profesional que sabía explotar la tecnología y que además era capaz de gestionar a la familia sin ayuda particular”, ha declarado. El “gran ejemplo” de su madre fue una inspiración para lanzarse a la medicina de familia. Sin embargo, su elección de dejar la clínica “fue un shock” para ella, porque después de “los tres años de carrera, los trabajos temporales y mi acuerdo”, pudo convertirse por fin en lo que siempre había soñado. Pero los siete años en los que tuvo su clínica propia en Imola no han llegado a ser lo que él esperaba, sobre todo tras la propuesta del contrato único. “Cuando leyó el nuevo contrato nacional, comprendió mis razones”, aseguró en la entrevista.

“Ese contrato fue una granada disparada contra la profesión; en cuanto lo leí, sentí que el suelo temblaba bajo mis pies, porque los métodos de trabajo se trastocaron por completo, ante las narices de los jóvenes médicos”, ha afirmado. Para Diakantonis, “firmar el rol único, con la total falta de control sobre las horas adicionales requeridas para quienes no sean maximalistas, hubiera sido como firmar un cheque en blanco”.

Pero su descontento no se limita al aspecto contractual: “La población es cada vez más envejecida, compleja y dispersa en un territorio muy vasto. Y cada vez hay menos personas que puedan cuidar de estas personas mayores”, ha asegurado. Además, ha destacado que después del Covid-19 “se rompió el sutil equilibrio que aún sostenía la medicina básica, se extendió una angustia totalizadora entre la población y las demandas de servicios aumentaron drásticamente”.

Igualmente, esta relación en decadencia con los pacientes ha tenido otros factores que la han potenciado, como el autodiagnóstico. “Llegan a ti bombardeados con información, la buscan en Google, pero luego la información sola no es suficiente, hay que saber procesarla”, expresa. Aunque también ha añadido que “el problema no es que los pacientes busquen en Google, sino que los médicos de cabecera deben estar preparados con las respuestas adecuadas”.

“No echo de menos nada de la clínica, porque la situación había empeorado mucho”

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Aun así, el profesional ha explicado que estos factores solo han sido un grano de arena en su elección, ya que “la futura inestabilidad contractual” ha sido el que ha tenido un mayor peso en su decisión. “No echo de menos nada de la clínica, porque la situación había empeorado mucho”, ha asegurado. Y a pesar de que “algunos pacientes intentaron convencerme para que me quedara, al final el joven médico lamentablemente tiene aún menos autoridad y hoy en día, en cualquier caso, el papel del médico está disminuyendo”.

Con amargura, señala además una fractura generacional en la estructura del sistema sanitario: “El problema es que quien decidió nuestro futuro es el que ya tiene un pie fuera de la puerta”. Según ha expresado Diakantonis, “nosotros los jóvenes hemos intentado hacer oír nuestra voz, pero nos han descartado como la generación que no quiere trabajar. Nos han ignorado, aunque tendremos que llenar nosotros mismos los vacíos en el territorio”, ha afirmado.

Tras ello, solo se ha conseguido que ya no se manifiesten en convenciones, “salvo los médicos de urgencias, que están en peores condiciones que nosotros”, explica. Con este nuevo dilema, Giorgio ha decidido replantearse su futuro. No obstante, no ha abandonado la medicina, ha decidido cambiar de rumbo: se está especializando en Medicina del Trabajo.