
En la historia de los niños prodigio, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Kim Ung-Yong. Nacido en Corea del Sur en 1962, Kim alcanzó la fama mundial por su coeficiente intelectual, registrado en 210 puntos, según la Escala de Stanford–Binet.
Esta cifra le dejó ubicado entre las mentes más brillantes del mundo, por encima de algunos físicos como por ejemplo, Albert Einstein, que tenía un coeficiente de 160 puntos, o Stephen Hawking, de 152 puntos.
Desde muy pequeño, Kim mostró un adelanto en comparación con los demás niños de su edad. Habló por primera vez a los seis meses y antes de los tres años leía con fluidez en varios idiomas (coreano, japonés, alemán e inglés). Con apenas tres años ingresó en la universidad de Hanyang, siendo el alumno más joven y prometedor de su historia y a los cuatro dominaba el cálculo diferencial e integral.

Un “mono de zoológico”
Su talento captó la atención internacional. A los ocho años, la NASA lo invitó a colaborar en sus instalaciones, donde permaneció cerca de una década. A los 16 años ya había obtenido su doctorado en física. No obstante, todos estos logros convivieron con una experiencia personal dolorosa.
En diversas entrevistas, Kim describió su estancia en la NASA como una rutina mecánica y solitaria. “Me despertaba, resolvía la ecuación asignada diariamente, comía y dormía. No sabía realmente lo que estaba haciendo, estaba solo y no tenía amigos”, afirmó al medio The Korea Herald.
La presión de ser observado como un “genio” se convirtió en una carga insoportable. Se sentía “como un experimento”, un “mono de zoológico” sin apoyo emocional real.

“Genio fracasado”
Lo que más anhelaba Kim era su familia, especialmente el deseo de estar cerca de su madre. Este sentimiento lo llevó a renunciar a la NASA y regresar a su país natal, donde se enfrentó a un nuevo desafío: la convalidación de sus estudios en el extranjero.
Sin reconocimiento oficial, tuvo que reiniciar su educación desde niveles básicos, completando primaria y secundaria en menos de un año para poder continuar con su formación universitaria. Ahora, algunos medios le ponían la etiqueta de “genio fracasado”.
Sin embargo, Kim defendió su elección con firmeza: priorizó su bienestar emocional y su libertad frente a las expectativas externas. “La gente esperaba que me convirtiera en un funcionario de alto rango o en un líder empresarial, pero no creo que elegir otro camino sea motivo para que alguien considere mi vida un fracaso”, aseguró.
Kim en la actualidad
Hoy en día, Kim Ung-Yong es profesor a tiempo completo en la Universidad Shinhan, en la provincia de Gyeonggi y anteriormente, impartió clases en otras instituciones surcoreanas de renombre como Yonsei, Sunkyunkwan y KAIST.
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