‘Atraco’ al amanecer al CD Badajoz (incluido cambio de cerraduras): así intentan quitar a unos empresarios mexicanos su club de fútbol

Dos veteranos directivos del mundo del fútbol, Luis Oliver y Agapito Iglesias, intentan recuperar a la fuerza el control de un equipo que vendieron a dos empresas de México. El miércoles se hicieron con las redes sociales y el estadio. Hay denuncias policiales

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Un entrenamiento del Club Deportivo
Un entrenamiento del Club Deportivo Badajoz

Miércoles 6 de marzo. Siete personas se presentan a las 9 de la mañana en las oficinas del Club Deportivo Badajoz, un histórico del fútbol español que no pasa por su mejor momento deportivo (milita en la 2ª RFEF, una especie de cuarta división). Los ‘intrusos’ llegan acompañados de un cerrajero que empieza a cambiar las cerraduras de todas las puertas de las instalaciones, incluidas las del estadio Nuevo Vivero. En total, 16. También enseñan unos papeles asegurando que son los dueños y exigen que les entreguen documentación, las contraseñas de las cuatro redes sociales que tiene el club, así como las claves para controlar los correos electrónicos corporativos y la página web. Se hacen con todo. Los pocos empleados que hay en ese momento no se oponen. No saben cómo reaccionar.

“Cuando me llaman a las 9.16 horas contándome lo que está pasando no salía de mi asombro. Nunca había vivido algo así”, señala Miguel Ángel Leyva a Infobae España. Leyva es el consejero delegado del Club Deportivo Badajoz desde el 30 de junio de 2023 y hombre de confianza de los verdaderos dueños del equipo, empresarios mexicanos que compraron el 99,75% de las acciones del Badajoz a través de las empresas Andimi y Atlantic Capital 2000. “No existe otro propietario distinto a estas dos mercantiles”, sentencia Leyva. Así se refleja en la documentación oficial que obra en poder en este diario.

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Lo primero que hace Leyva es llamar a la Policía Nacional. Una patrulla se presenta en el estadio e identifica a algunos de los ‘asaltantes’: Javier Peña de la Calle, Luis Oliver y Ramón Pérez. Quédense con los nombres. Lo segundo que hace el consejero delegado es poner una denuncia policial en Toledo, que es donde le pilla todo este desaguisado. Denuncia que amplía al día siguiente cuando Leyva también se da cuenta de que estas personas se han hecho con el certificado digital del club, que en teoría solo controla él, certificado con el que se pueden hacer trámites en Hacienda, los bancos, la Seguridad Social o ante la Federación Extremeña de Fútbol. Esta ampliación de denuncia va dirigida contra un empleado del club, Ángel Fernández Marín, contratado en su día por los mexicanos, pero que no ha dudado en colaborar con los ‘asaltantes’ y entregarles contraseñas y claves.

Para entender todo este lío hay que explicar la batalla que se vive por el control del Badajoz desde hace tiempo. En 2021 el dueño era Joaquín Parra, empresario enfangado en graves problemas judiciales. La Fiscalía pide para él una pena de 15 años y seis meses de prisión por un presunto fraude en la venta de hidrocarburos. El caso se instruye el juzgado de instrucción número 6 de Málaga porque las principales sociedades implicadas están en esta provincia. El juzgado había embargado las acciones del club y autorizó la venta del Badajoz en marzo de 2022 a Lanuspe SL, una firma que pertenece a Luis OLiver, ex consejero delegado del Real Betis y expresidente del Xerez CD, y a Agapito Iglesias, ex propietario del Real Club Zaragoza. En teoría, dos hombres de fútbol que no salieron bien parados de sus anteriores equipos.

Luis Oliver y Agapito Iglesias
Luis Oliver y Agapito Iglesias

El Badajoz se vendió por 1,5 millones de euros. Según el contrato, Lanuspe debía hacer un primer pago de 300.000 euros el 30 de julio de 2022 y repartir los 1,2 millones que quedaban en los siguientes abonos: 100.000 euros el 30 de diciembre de 2022; otros 400.000 euros el 30 de septiembre 2023; 350.000 euros más en septiembre de 2014 y los 350.000 que quedarían en septiembre de 2025. Pero Lanuspe, es decir, Luis Oliver y Agapito Iglesias, no se quedan con el club.

Ambos empresarios venden el 60% de Lanuspe (que tiene las acciones del Badajoz) a los mexicanos en junio de 2022, antes de que Lanuspe hubiera hecho el primer pago al juzgado. Ocho meses después, en febrero de 2023, Lanuspe vende el 40% que le queda a los mismos industriales mexicanos, que ya controlan otros equipos de fútbol en su país. Los mexicanos, a través de las mercantiles Andimi y Atlantic, pasan a controlar el 100% del Lanuspe (y del Badajoz) tras pagar 2.153.036 euros, de los cuales 800.000 son ingresados en el juzgado de Málaga.

Luis Oliver, hijo de Luis
Luis Oliver, hijo de Luis Oliver, uno de los dueños de Lanuspe

Este diario también ha tenido acceso a la documentación que avala esta compra. El problema es que los dueños de Lanuspe afirman que los mexicanos han incumplido los distintos plazos acordados en la venta y que el club sigue siendo suyo. Pero los mexicanos, por contra, afirman que son los únicos propietarios del club tras pagar más de dos millones y denunciar en febrero de este año ante un juzgado de Badajoz que la venta del club es una estafa. ¿Por qué? Porque Lanuspe al ingresar el dinero de la venta no lo consigna en el juzgado, como ordenó en su día el juez de Málaga si se vendían las acciones del Badajoz a un tercero, que es lo que ocurrió.

Y así, como si se tratase del lejano Oeste americano, Javier Peña (administrador único de Lanuspe) y Luis Oliver Sierra, hijo de Luis Oliver, se presentaron el miércoles en las oficinas del club y, tras cambiar las cerraduras, se hicieron de nuevo con el control del equipo. En un comunicado, aseguran que el accionista mayoritario del Club Deportivo Badajoz sigue siendo Lanuspe, y que esta firma “se hace cargo con el control efectivo de las operaciones y organización tomando las siguientes decisiones: despedir al director general, Miguel Ángel Leyva, por fraude, abuso de confianza y deslealtad. También han despedido al director deportivo y han rescindido los contratos de tres jugadores”. Luis Oliver Sierra se ha nombrado director deportivo.