La quinta temporada de ‘Fargo’ recupera el espíritu de la película original: humor negro, absurdo cotidiano, tramas imposibles y un Jon Hamm como villano

En 1996, los hermanos Coen firmaron una de sus películas más icónicas, Fargo, y en la que plasmarían todo su imaginario expresivo a través de personajes y situaciones absurdas repletas de humor muy negro en las que latía la estupidez y crueldad humanas. En ella se contaba la historia de un secuestro chapucero que sería investigado por una policía embarazada, encarnada por Frances McDorman, que se encargó de dar la vuelta a todos los estereotipos del género.

En 2014, Noah Hawley se basaría en esta película para componer una antología que acaba de alcanzar la quinta temporada a través de variaciones en los personajes, las tramas y las épocas, pero manteniendo intacto el espíritu de la película original, ya convertida en un clásico contemporáneo de culto.

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La primera estuvo protagonizada por Martin Freeman y Billy Bob Thornton y transcurría en 2006; la segunda por Kristen Dunst, Jesse Plemmons y Patrick Wilson y tenía lugar en 1979; la tercera, por Ewan McGregor, Carrie Coon y Mary Elizabeth Winstead en 2010 y, la cuarta y última hasta el momento, la más ambiciosa, por Chris Rock, Jason Schwartzman y Jessie Buckley nos retrotraía a 1950 para hablar del racismo y la mafia. Por supuesto, todas transcurrían en Minnesota.

Ahora Movistar Plus+ estrena la quinta temporada que demuestra que la saga sigue ofreciendo sorpresas y que tiene una capacidad asombrosa para reinventarse, generar variantes del mismo esquema a golpe de originalidad y muchas dosis de retranca.

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Además, tiene la particularidad de devolvernos al germen estilístico de los Coen a través de las atmósferas, la precisión narrativa y una serie de elementos que sobrevuelan el mundo de los dos hermanos responsables de El gran Lebowsky o No es país para viejos (de hecho, uno de los matones, recupera el look de Javier Bardem, así como su hieratismo gestual).

En esta ocasión, nos acercamos a la aparente vida normal de una ama de casa, Dorothy (Juno Temple), que vive con su hija y su marido, Wayne (David Rysdahl), un hombre que, aunque regente un modesto concesionario, en realidad su madre, Lorrain Lyon (Jennifer Jason Leigh), es una multimillonaria con una fortuna de procedencia poco clara. Sin embargo, Dorothy tiene un pasado que iremos descubriendo, e intentará ser secuestrada y al mismo tiempo perseguida por un sheriff de Dakota del Norte llamado Roy Tillman (Jon Hamm).

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Cuando se vea en peligro, la dulce Dorothy demostrará que es una experta en los juegos de supervivencia y que tiene muchos más recursos de lo que podía parecer a simple vista. Y ahí empezará el embrollo entre secretos, madres posesivas y pérfidas, chicas que han logrado escapar de un infierno machista, policías corruptos, hombres-Marlboro, secuestradores inútiles y una heroína capaz de reinventarse a cada momento a la hora de mantener su casa a salvo con todo lo que encuentre a su alcance para convertirlo en armas mortales, ya sea un mechero y un spray o una bolsa de hielos.

Sin duda, uno de los títulos de final de año que proporcionará más satisfacciones a los amantes del género en su versión más noir y grotesca.