Podría acabarse el gas en Colombia, advirtió la Asociación Colombiana del Petróleo

La Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP) advirtió que hay una reducción significativa en las reservas de gas, que se han visto disminuidas a la mitad de su capacidad original. El informe que presentó este 4 de abril la ACP pone en perspectiva la crítica situación del abastecimiento de gas en el país.

Según el gremio, de continuar esta tendencia, Colombia podría enfrentar una escasez de gas para cubrir las necesidades nacionales a partir del año 2028. De acuerdo con el informe, esta disminución drástica se atribuye principalmente a la reducción de la actividad exploratoria, los bajos niveles de reposición de reservas, la declinación de los grandes campos y la falta de infraestructura adecuada.

Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.

Ante este panorama, la ACP enfatizó la importancia de priorizar la exploración para reponer las reservas y mantener niveles óptimos de producción. Además, el gremio destacó la necesidad de una colaboración articulada entre el Gobierno, las comunidades y la industria para desarrollar estos recursos energéticos y respaldar las transformaciones que requiere el país.

La asociación identificó cinco pilares clave para lograr la autosuficiencia en gas:

• Incentivar la oferta y garantizar el abastecimiento.
• Desarrollar la infraestructura de transporte necesaria.
• Actualizar y flexibilizar las reglas del mercado.
• Considerar el gas como eje central en la planificación energética.
• Desarrollar de manera oportuna los recursos en la costa afuera.

“Es crucial destacar que los proyectos costa afuera no solo contribuirían al mercado nacional a largo plazo, sino que también podrían generar excedentes para la exportación”, agregó un vocero de la asociación.

Además, la asociación señaló que 18 proyectos de empresas privadas ubicados en varios departamentos podrían aportar hasta 250 millones de pies cúbicos diarios de gas adicional en el corto y mediano plazo para asegurar el suministro nacional.

El descubrimiento de importantes reservas de gas en el mar caribe colombiano no solo generó optimismo por garantizar la seguridad energética en el país el desarrollo a través de este recurso energético clave en la transición hacia fuentes más sostenibles, pues esta forma de extracción representa riesgos ambientales y hasta financieros.

Recientemente, las compañías Shell y Petrobras, en colaboración con Ecopetrol, anunciaron descubrimientos significativos en Gorgon 2 y Uchuva 1, consolidando así la relevancia de los recursos gasíferos costa afuera en la región. Ecopetrol destacó que estos hallazgos confirman al Caribe como una provincia gasífera con gran potencial para abastecer la demanda interna y contribuir a la soberanía energética del país.

Sin embargo, un estudio realizado por Rystad Energy encontró que esos proyectos ubicados costa afuera tendrían un valor negativo en el escenario base de precios establecidos, como reseñó Portafolio. Esto podría dificultar su viabilidad comercial o implicaría un aumento en el precio del gas. En cualquier caso, no ubicaría a Colombia en una posición competitiva en el mercado internacional.

Además, según la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (Aida), la extracción de hidrocarburos costa afuera plantea riesgos ambientales significativos, lo que ha generado preocupaciones en cuanto a la expansión de esta actividad en América Latina y el Caribe.

Algunos de los afectados serían los océanos, que desempeña un papel crucial como regulador climático global, así como la rica biodiversidad marina y los medios de vida de las comunidades costeras.

A nivel mundial, aproximadamente el 30% de las reservas de hidrocarburos se encuentran en aguas offshore, es decir, en el mar, principalmente en áreas que no superan los 125 metros de profundidad. Los principales productores incluyen a Estados Unidos, México, Noruega, Brasil y Arabia Saudita, quienes ocupan el 43% del total mundial.

No obstante, esta actividad se está dirigiendo hacia aguas cada vez más profundas, con pozos que alcanzan profundidades de más de 1.500 metros, lo que implica una mayor complejidad ambiental y plantea desafíos adicionales en términos de seguridad y preservación del ecosistema marino.