Ser gay indocumentado VIH+ en Estados Unidos

Por Guillermo Rivera

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En la última década, los casos de gays latinos seropositivos aumentaron.

Miembros de la organización Latinos Salud
Miembros de la organización Latinos Salud

Cuando Juan Carlos pensaba en las palabras "VIH/sida", su mente proyectaba la imagen de un féretro.

En los años 80, en Barranquilla, Colombia, de donde es originario, ser seropositivo significaba fallecer de manera lamentable. Eras el apestado, el homosexual sidoso.

Juan Carlos (no es su nombre real), ejercía arquitectura, pero deseaba mudarse a Estados Unidos y decir "adiós" a su país, reventado por el narco y la violencia. En el 2006, a los 36 años, llegó a Miami. Se hospedó en casa de familiares y se desempeñó en cualquier empleo. Logró un acuerdo monetario con una mujer norteamericana y se casaron. Con residencia temporal, firmó un contrato laboral en un hotel de cinco estrellas. Estudió inglés y una carrera técnica, construction technology. Elamerican dream era posible.

El cambio vino en julio de 2015. Por rutina, se sometió a una prueba de VIH en AIDS Healthcare Foundation (AHF), la organización internacional que ofrece asistencia sanitaria para pacientes con el virus. Cuando le informaron el resultado positivo, pensó en la muerte. Ya sabía que existía un tratamiento antirretroviral, pero imposible exterminar el aprendizaje del pasado.

El avance no es parejo

Se documentó apenas en 2016: en los Estados Unidos, los casos de VIH en personas homosexuales, específicamente latinos, aumentaron en los últimos años.

Si uno revisa el número anual de nuevas infecciones del virus en el país, verá que, de manera general, cayó un 18 por ciento entre 2008 (45,.700 casos) y 2014 (37.600), pero en los gays y bisexuales latinos y gays y bisexuales blancos de 25 a 34 años, la cifra se elevó en el mismo periodo.

De acuerdo con Sonia Sinhg, doctora en Centers for Disease Control and Prevention (CDC), agencias del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, la estimación general da la imagen de que la epidemia en el país disminuye (o al menos se estabiliza), "pero siguen importantes disparidades".

En la Conferencia Anual sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas, celebrada a principios del año en Seattle, Washington, Sinhg indicó que el dato de bajas generales quizá se deba a que las personas con el virus conocen su condición y buscan tratamiento, pues "los estudios demuestran que el medicamento contra el VIH logra que una persona positiva casi no sea infecciosa".

Y también podrían contribuir, agregó, los nuevos métodos de prevención, como la profilaxis previa a la exposición (PrEP), medicamento para personas VIH negativas que evita la transmisión.

De acuerdo con el Informe de Vigilancia del VIH del CDC, publicado el año pasado, las bajas más destacadas se observaron en:

1.- Personas que se inyectan drogas. Pasó de 3.900 a 1.700, una disminución de 56 por ciento.
2.- Heterosexuales. De 13.400 a 8.600: 36 por ciento.
3.- Hombres gays y bisexuales (GyB) blancos de 13 a 24 años. De 9.400 a 7.700: 18 por ciento.

Las "disparidades significativas" se revelan al revisar factores como la raza, edad y grupos de hombres que tienen sexo con hombres: los GyB.

Los datos del CDC indican que el número aumentó 35 por ciento en GyB blancos de entre 25 y 34 años (de 7.200 a 9.700) y 20 por ciento en latinos GyB (de 6.100 a 9.700).

En el último caso, se trata de hombres nacidos o no en el país y con o sin estancia legal.
Otro dato de los CDC cuenta los casos desde 2005 a 2014. El resultado: en los GyB blancos, los diagnósticos positivos disminuyeron 18 por ciento, pero en los GyB latinos aumentaron 24 por ciento.

Gays latinos seropositivos

Los CDC, encargados de prevenir y controlar las enfermedades, analizaron 35 estados y el Distrito de Columbia. Los estados del sur continúan en números rojos. Ahí se encuentran las tasas de diagnósticos del VIH/sida más altas de los Estados Unidos en 2015: 16.8 por cada 100.000 personas, según el dato publicado el año pasado.

En la región vive el 37 por ciento de la población, pero representa un estimado de 44 por ciento de las infecciones estimadas en 2015. La Florida es un buen ejemplo, con 27.9 diagnósticos por cada 100.000 habitantes.

La lucha contra el virus sigue, "especialmente en la Florida", indica José Javier, coordinador del Programa de Pruebas de VIH de Latinos Salud, la primera organización fundada en el estado como espacio de apoyo para hombres latinos gays con VIH, con o sin estancia legal.

En la entrevista, celebrada en el condado de Broward, en la Florida, Javier, de 29 años, informa que las cifras de GyB latinos y GyB blancos entre 25 y 34 años han aumentado "en todo Estados Unidos, no sólo en el sur".

José Javier, nacido en Nueva York y de origen dominicano, detalla que en el caso de los migrantes no existe un patrón médico: algunos conocen su estatus antes de migrar y, ya instalados en la Florida, buscan tratamiento. Otros se enteran aquí. Vienen de todas parte de América Latina, dice, "sin excepción".

La organización indaga sobre el país de procedencia, crea un expediente por persona, pero los generaliza: latino. "No existe una estadística por país", afirma, "aunque el migrante sepa que es portador y tiene pruebas, el Departamento de Salud lo anota como nuevo caso".

Latinos Salud nació en 2009. Sus fundadores, de origen latino, habían participado en organizaciones internacionales de lucha contra el VIH/sida y estaban al tanto de que no existían servicios para la comunidad gay latina.

Con financiamiento público, fundaron esta organización que efectúa pruebas, charlas de prevención, consejerías, conexión a los antirretrovirales y seguimiento a los casos. También reparten condones.

Su fuerte es la aplicación gratuita (en bares, discotecas, parques, negocios, universidades, hospitales) de pruebas de VIH, sífilis, gonorrea, clamidia y hepatitis C. Hoy, la organización cuenta con unos 20 miembros de orígenes colombiano, chileno, cubano, dominicano, entre otros, y su público principal es la comunidad LGBT+ latina.

Al año, atienden a unas 2.500 personas, aplican el mismo número de pruebas y reparten condones a unas 30.000. Los usuarios van de los 15 a los 50 años y la mayoría de personas con diagnóstico positivo tiene edades de 20 a 39.

De los más de 3 mil condados en Estados Unidos, el número uno en nuevos casos de VIH y en personas que viven con el virus lo ocupa Miami-Dade, de acuerdo con el Informe de Vigilancia. El segundo es Broward.

No condón

Pregunta obligatoria: ¿por qué los casos aumentaron en poblaciones específicas de GyB? La primera respuesta de José Javier es: "combinación de factores: fondos, servicios. En esta comunidad hay mucha desinformación". Habla desde la experiencia acumulada tras cientos de charlas sostenidas de manera informal con usuarios y luego de compartir experiencias con colegas.

Algunas de sus observaciones: "en la comunidad gay existe la idea de que, si penetras, el riesgo de contraer el virus es mucho menor que si eres penetrado. Creen que es 100 por seguro, pero el riesgo siempre está ahí. Los usuarios confiesan que no indagan la situación de salud del otro. Les recomiendo preguntar el estatus de la pareja sexual. Hablar, aunque no se crea, reduce el riesgo".

—Más allá de preguntar, simplemente usas protección y ya, ¿no?—, pregunto.

—Muy de acuerdo. Pero no pasa. Ni preguntan. Es suficiente que en una aplicación de ligue, por ejemplo Grindr, el perfil de la persona diga "VIH negativo". Eso basta para no usar condón. Su razonamiento es: "si pido usarlo, me rechazarán".

José menciona que en la mayoría de casos prevalece el estigma hacia el virus: "conmigo se confiesan porque saben dónde trabajo. Si no, no dirían nada".

El asunto es más complejo, agrega. En las conversaciones entre miembros de esta y otras organizaciones enfocadas en VIH, saltan otros factores: temas de drogas, alcoholismo, familia, educación, estado económico, homofobia interiorizada, es decir, no aceptarse como gay. Según la procedencia, es el entendimiento sobre el VIH.

Negación

Juan Carlos estaba devastado. "Sabía que había medicamento, pero tenía estigma", comparte hoy, con 47 años, en la sede de Latinos Salud en Broward. "Yo veía/veo al virus como la enfermedad del siglo", comparte, "mi generación se quedó con las ideas de los 80. Como gay, era lo peor que podía pasarte".

Juan Carlos acostumbraba usar protección. Pero pasó, justo cuando le informaron que su solicitud de residencia permanente no pasaba. La mujer norteamericana con quien realizó el acuerdo matrimonial se divorció de él en 2011. No se lo notificó y su única opción, para no perder su estancia legal, fue solicitarla como persona divorciada. Se la negaron y la depresión estalló.

"Me sentía la persona más sola". Como el virus baja las defensas, afecta al sistema inmunológico. El resultado: depresión y ansiedad.

La organización AHF lo asesoró para acceder a los tratamientos antirretroviral y psicológico. El programa federal Ryan White —nombrado así en honor al adolescente que se contagió debido a una transfusión— patrocina a centros comunitarios de salud en Estados Unidos para que personas de escasos recursos, con ciudadanía o no, accedan al tratamiento.

Con todo y avances médicos, Juan Carlos conoce a personas que, hoy, se niegan a tomar el medicamento. No aceptan ser portadores. "Hay gente que no conoce la diferencia entre VIH y sida. Y el virus avanza. Así de fuerte es la negación".

Si un latino resulta VIH positivo, José Javier, de Latinos Salud, proporciona su número móvil: "esa persona necesita todo apoyo", señala, "dar soporte moral es muy importante en el proceso de conexión. Hay que asegurarse de que irá a su próxima cita".

Cuando esa persona está lista para ver a un doctor, se efectúa el trámite para acceder al tratamiento. "Ellos lloran al informarles que es gratuito, pues el medicamento tiene un costo mensual de unos 3 mil dólares", comenta José.

"Como organización, sabemos a dónde llevar al cliente, dependiendo de dónde vive, de si sabe inglés", especifica.

El problema son los prejuicios

Juan Carlos recibe el medicamento antirretroviral en las clínicas del condado de Broward y se efectúa pruebas de laboratorio cada tres meses para verificar su carga viral.

Su relación con el VIH ha cambiado, aunque prefiere no abordar el tema. "El problema son los prejuicios. Como yo, mis amigos, entre ellos varios latinos indocumentados gays, mantenemos esto oculto. Sólo entre nosotros creamos vínculos", reconoce.

Dentro de sus amistades, cuenta, existe un grupo que conocía su estatus antes de migrar de América Latina. Cuando arribaron, "estaban a nada de morir", se negaban a buscar tratamiento en su lugar de origen. "Nuestra vida sigue. Ahora, como ya toman medicamento, algunos tienen sexo sin protección".

A otros, expone, "no les importa contagiarse porque saben que ya no mueres, aunque también conozco a muchos que se empapan del tema, toman PrEP".

Juan Carlos concluye: "hoy, todavía las personas entran en pánico si se aborda el tema. Piensan que es algo ajeno, como yo alguna vez".

@riveravazg

Publicado originalmente en Vice.com