Así es, las orcas también se benefician del amor de las abuelas

Por Michael Levenson

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Los padres, al menos los humanos, conocen los beneficios de tener a una abuela cerca: ayudan a cuidar a los hijos y aconsejan con base en sus años de experiencia. En la biología evolutiva, los científicos le llaman a esto “el efecto abuela” y han planteado la hipótesis de que es una de las razones por las que los humanos viven tanto.

Ahora, un nuevo estudio sugiere que dicho efecto no se limita a los humanos, sino que las orcas, o ballenas asesinas, también se benefician de tener a las abuelas cerca. El estudio, publicado el 9 de diciembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, encontró que las orcas abuelas ayudan a aumentar las probabilidades de supervivencia de sus nietos ballenatos, sobre todo cuando la comida escasea.

Los hallazgos quizá esclarezcan un misterio que ha persistido desde hace mucho: ¿por qué algunas especies de ballenas viven muchos años más tras haber pasado por la menopausia y haber dejado de reproducirse? El estudio mostró que, al dejar de procrear, las ballenas asesinas abuelas evitan conflictos con sus hijos en edad reproductiva y ayudan a sus nietos ballenatos a encontrar alimento suficiente cuando disminuye el abasto de salmón.

“Tener una abuela con vida mejora tu supervivencia; es menos probable que mueras cuando ella está viva que en los años posteriores a su muerte”, escribió en un correo electrónico Stuart Nattrass, el autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Hull, en el Reino Unido.

“Desde hace tiempo sabemos que esto es cierto en el caso de los humanos y de unos cuantos animales más que no pasan por la menopausia, como los elefantes africanos, por ejemplo, y teníamos la sospecha de que también sucedía con estas orcas”, escribió.

Él y otros investigadores dijeron que los hallazgos podrían ser importantes para la conservación de las orcas, pues sugieren que es tan crucial proteger a las hembras mayores y posmenopáusicas como a las más jóvenes en edad reproductiva y a sus crías.

En todo el mundo, hay aproximadamente 50.000 ballenas asesinas. Pero muchas poblaciones han menguado en las últimas décadas y algunas están en peligro, de acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.

A fin de evaluar la tasa de supervivencia de las orcas durante los años de escasez, el estudio examinó datos de censos provenientes de dos poblaciones cercanas al estado de Washington y Columbia Británica, así como las cifras anuales de pesca de salmón real de las pesquerías del noroeste del Pacífico.

La población de la costa del estado de Washington ha estado en peligro desde 2005 y ahora se encuentra en peligro crítico de extinción. Solo hay 73 orcas y cuatro abuelas, según Deborah Giles, investigadora de ballenas asesinas en el Centro de Biología de Conservación de la Universidad de Washington. Giles, quien no participó en el estudio, opinó que la escasez de abuelas es “preocupante” y “aterradora”.

Explicó que las orcas matriarcas juegan un papel esencial en la supervivencia de la especie porque guían a las familias hacia donde están los peces cuando el abasto es poco y, además, cuidan a las crías mientras las madres de edad reproductiva cazan.

“En parte, es por eso que las orcas son animales tan increíbles”, dijo Giles. “Son unos superdepredadores longevos de gran tamaño y, durante gran parte de su vida útil, las hembras posmenopáusicas se la pasan cuidando y apoyando a sus familias. Es algo que no se ve tanto en otras especies”.

Las ballenas asesinas hembras generalmente empiezan a reproducirse en la adolescencia y dejan de hacerlo en su tercera o cuarta década. Sin embargo, pueden llegar a vivir hasta ocho o nueve décadas, lo cual plantea la interrogante para los científicos de por qué ha evolucionado esta etapa posmenopáusica. ¿Por qué dejarían de reproducirse si el objetivo es heredar los genes?

Nattrass dijo que el estudio podría ofrecer algunas respuestas. Reveló que las orcas posmenopáusicas son las que más elevan las probabilidades de supervivencia de los ballenatos nietos, más que las abuelas que seguían reproduciéndose.

“Este es un ejemplo particularmente impactante de un caso en el que no reproducirse podría tener un beneficio: puedes ayudar más a tus nietos si no estás ocupada con tus propias crías”, escribió.

Nattrass también dijo que las ballenas asesinas posmenopáusicas pueden guiar a sus familias hacia el salmón cuando este escasea usando las reservas de “sabiduría ecológica” que han adquirido a través de décadas de experiencia. Sin ese conocimiento, afirmó Nattrass, los ballenatos nietos podrían morir.

“Conforme sigue disminuyendo el abasto de salmón, la presencia de estas abuelas se vuelve más y más importante”, escribió Nattrass. “Pero va a llegar un punto en que ese conocimiento no será suficiente. De verdad necesitamos aumentar el abasto de salmón para que estas abuelas puedan seguir ayudando a sus familias”.

Giles recordó un extraordinario ejemplo de la ayuda brindada por una abuela: una fotografía aérea tomada en 2016 mostraba a una ballena asesina conocida como J2 (se calcula que tenía al menos 75 años, pero posiblemente más de 100) pescando y compartiendo salmón con una cría que hacía poco había quedado huérfana y que se pensaba que era su nieta. La abuela la alimentaba a pesar de que ella misma cada vez estaba más delgada y acercándose a la muerte, dijo Giles.

“Vimos a esta hembra que era muy muy mayor y que seguía asegurándose de que toda su familia tuviera suficiente comida”, comentó Giles. “Ella pudo haberse comido ese salmón de una sola mordida. Pero no lo hizo”.

c.2019 The New York Times Company