Los malbec de Argentina combaten los estereotipos

Por Eric Asimov

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Malbec.
Malbec.

Muchas gastronomías llevadas por inmigrantes a Estados Unidos han sido encasilladas como baratas y abundantes, además, se les considera un negocio de gran volumen con margen de ganancia bajo.

Los esfuerzos por servir platos más elaborados con mejores ingredientes en entornos más elegantes enfrentan grandes obstáculos. El aumento en el gasto requiere precios más altos en el menú. Los consumidores a menudo lo rechazan, y, por ejemplo, los chefs chinos con deseos de sobresalir, al no poder demostrar la complejidad y el potencial de su cocina, deciden trabajar en las barras de sushi que son más lucrativas.

Es tentador pensar que el malbec de la región de Mendoza en Argentina es el equivalente a la comida china barata en el mundo de los vinos. Las personas lo aceptarán con agrado siempre y cuando el malbec sea barato y alegre. Sin embargo, se rebelan si intenta ser algo más.

En Estados Unidos, el vino es popular y se encuentra en todos lados. Las personas piden malbec como si fuera un producto de marca. Los bares de las esquinas lo almacenan con confianza. Estos vinos, la mayoría de la gente presupone, serán de bajo costo. Generalmente, tienen razón.

No obstante, ¿qué pasaría si las viñas estuvieran situadas en colinas rocosas a mayor altitud, en donde las cosechas son escasas de manera natural, en vez de en las llanuras fértiles donde las cosechas son generosas? ¿Qué pasaría si fueran meticulosamente cultivadas a mano en lugar de por una máquina? ¿Qué pasaría si las uvas se fermentaran en pequeños lotes, para que cada sección del viñedo pudiera ser tratada de manera individual y no homogeneizada en enormes toneles?

Altos Las Hormigas Mendoza Appellation Gualtallary Malbec 2016, Zuccardi Mendoza Paraje Altamira Concreto Malbec 2017 y Catena Alta Mendoza Malbec. (Sonny Figueroa/The New York Times)
Altos Las Hormigas Mendoza Appellation Gualtallary Malbec 2016, Zuccardi Mendoza Paraje Altamira Concreto Malbec 2017 y Catena Alta Mendoza Malbec. (Sonny Figueroa/The New York Times)

Como resultado, darían dos vinos muy diferentes. Uno sería un vino destinado a expresar las características de un lugar, si es que, al criterio del productor, el lugar tiene un carácter digno de ser expresado.

El otro sería un vino generoso y frutal que de igual manera podría ser disfrutable pero inocuo, con poca profundidad, carácter o sentido de pertenencia.

Lo más probable es que el vino de mayor altitud costaría más. Sin embargo, la diferencia en precio significaría un vino más distintivo. Si vale la pena pagar un precio más alto es el tipo de decisión que los consumidores de vino deben hacer todo el tiempo.

Aquí en la Escuela de Vino de manera regular reflexionamos sobre las diferencias entre los vinos y las razones para su precio. Sabemos que precios más altos no siempre significan mejores vinos.

En ocasiones, los precios se derivan de un estatus percibido: los vinos del valle de Napa pueden ser más caros porque Napa agrega valor que no se atribuye a vinos de, digamos, el condado Lake. O una celebridad presta su nombre, y el precio se eleva porque los mercadólogos buscan capitalizar el glamur. En ocasiones, el precio es el resultado directo de una regla básica de la economía, como la oferta y la demanda.

No obstante, el precio puede a veces estar relacionado de manera directa con los medios de producción. Los vinos producidos en masa que aprovechan la economía de escala serán, a menudo, más baratos que aquellos que son producto de cultivos laboriosos y un esmerado cuidado.

Brindis.
Brindis.

Durante el mes pasado en la Escuela de Vino, hemos tomado vinos malbec de Mendoza. Como es usual, recomendé tres botellas. Los lectores buscan los vinos o botellas equivalentes, los beben y reportan sus reacciones.

Los tres fueron Zuccardi Mendoza Paraje Altamira Concreto Malbec 2017 (28 dólares); Catena Alta Mendoza Malbec Hileras Históricas 2015 (35 dólares) y Altos Las Hormigas Mendoza Appellation Gualtallary Malbec 2016 (38 dólares).

La idea era conseguir vinos de mayor calidad en comparación con los malbec del mercado masivo, con el fin de examinar vinos que buscan ser más expresivos del lugar.

En la década de los noventa, un deseo implacable de probar los límites del malbec llevó a los productores de los viñedos planos y arcillosos de la región de Luján de Cuyo (cerca de la ciudad de Mendoza) a ubicaciones más altas en el valle de Uco en busca de sitios más pedregosos y frescos.

El Zuccardi proviene del área de Paraje Altamira en la parte sur del valle de Uco, mientras que el Altos Las Hormigas es originario de Gualtallary, más al norte en Uco. Las uvas para el Catena provienen parcialmente de Luján de Cuyo y otra parte de Uco, incluyendo su Viñedo Adrianna, un sitio pionero de gran altitud a casi 1500 metros sobre el nivel del mar en Tupungato.

Encontré cada uno de estos vinos mucho más interesante que el típico malbec empalagoso y económico. El Zuccardi estaba oscuro y aciruelado, con aromáticas notas a hojas. En el paladar, era terroso y enfocado, con un toque de regaliz sin endulzar. Me pareció agradable.

El Altos Las Hormigas tenía sabores más a frutos rojos. También era terroso y seco, pero profundo y rico. El Catena Alta fue el más tánico de los tres, y el más reticente a pesar de tener más tiempo. También fue aciruelado y terroso.

Una cosa que todos tuvieron en común: el día después de que abrí las botellas por primera vez, cada uno mejoró, más profundo y más detallado. El Zuccardi desarrolló sabores minerales, lo mismo ocurrió con el Altos Las Hormigas. El Catena generó complejidad y los taninos se suavizaron.

¿Eso qué quiere decir? Ninguno de estos eran vinos simples. Cada uno mostró una capacidad para evolucionar, en la copa, en la botella y, apostaría, en la cava si los dejas añejarse unos cuantos años más. No verías eso en vinos malbec ordinarios y poco costosos.

Mi propia sensación es que el potencial del malbec de Mendoza, como estos vinos lo demostraron, va mucho más allá de solo ser baratos y alegres. Los precios de estos vinos, entre 28 y 38 dólares, no son mucho mayores en comparación con aquellos de botellas equivalentes provenientes de California. Solo hay que tener una mente abierta.

*Copyright: c.2019 The New York Times Company