
Cuando todavía no se sabe si alguna de las vacunas más prometedoras resultará aprobada y podrá terminar con la pandemia de coronavirus que tiene al mundo en vilo, se presenta a los productores y a quienes deseen adquirirlas otro desafío no menor: el transporte y almacenamiento.
Es que el almacenamiento a temperaturas muy bajas de las potenciales vacunas contra el COVID-19 es uno de los problemas más grandes en la logística de distribución.
Las vacunas son medicamentos que deben ser cuidadosamente transportados y conservados hasta que se apliquen. Cualquier manipulación inadecuada puede ocasionar una pérdida tanto de la potencia como de la eficacia vacunal.
“La temperatura es importante para mantener el principio activo de la vacuna. Dependiendo de la tecnología y el tipo de fórmula que se emplee. Pero, si esta se degrada, la vacuna no funciona. Es una cuestión de compromiso: cuanto menos cuidemos la temperatura, la eficacia de la vacuna puede verse alterada”, explicó a Infobae Federico Prada, decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas de la UADE.
Una de las que necesita condiciones muy frías para poder ser almacenadas es la de Pfizer: la vacuna está basada en una tecnología innovadora que consiste en inyectar en el organismo instrucciones genéticas llamadas ARN mensajeros, que dictan a las células qué deben fabricar para luchar contra el coronavirus. Es el mismo método que utiliza la firma estadounidense Moderna, también en la carrera por hallar una vacuna. Pero estas vacunas deben conservarse a temperaturas muy bajas, a - 70 ºC en el caso de la de Pfizer/BioNTech, lo que puede suponer un freno logístico de envergadura para su distribución al mundo entero.
Dada la inestabilidad del ARN, existe un límite de temperatura a partir del cual la vacuna se degrada. En el caso de la vacuna de Moderna, necesita un almacenamiento y un transporte a -20ºC. Una vez que se las descongela, pueden sobrevivir en una heladera común hasta cinco días.

La temperatura que requiere la candidata de Moderna complica su transporte, pero la de Pfizer prácticamente requiere instalaciones especiales como las de los grandes hospitales o los laboratorios académicos. Ambas tienen que mantenerse en un estado casi constante de congelamiento extremo.
De las otras candidatas que se encuentran en Fase III y podrían llegar a la Argentina, la Sputnik V, elaborada por el Centro de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, se almacena a -18 grados centígrados, en tanto la de la Universidad de Oxford y AstraZeneca debe conservarse fría, pero no congelada.
Debido a estas circunstancias, todos los países que compren este tipo de vacunas deberán poner a punto (o construir desde cero) sus redes de producción, almacenamiento y transporte de ultracongelación. Incluso para los países ricos que reservaron dosis, incluidos Japón, EEUU y el Reino Unido, la entrega de la vacuna de Pfizer implicará obstáculos considerables siempre que los camiones se averíen, se corte la electricidad, los trabajadores esenciales se enfermen y el hielo se derrita.
“En los EEUU están equipándose con lo que ellos llaman granjas congelantes, que son grandes cámaras refrigerantes -explicó el médico infectólogo Eduardo López consultado por este medio-. También pueden almacenarse en ultrafreezer, que son freezer especiales porque hay que acumular millones de dosis y son los únicos que pueden mantener la estabilidad de la vacuna y su eficacia”.

Y tras explicar que “cuando se saca de esas cámaras en general se usan unos boxes térmicos que es con los que se distribuyó en República del Congo la vacuna contra el ébola”, López detalló que “en caso de no tener esos tubos se ponen en boxes de telgopor con hielo seco”.
“La logística es un tema pero no es imposible”, sostuvo el especialista que integra el comité de expertos que asesora al Gobierno, quien agregó: “Las grandes empresas de logística a nivel mundial ya tienen preparados aviones para manejarse con estas temperaturas y aterrizar en las ciudades donde están las granjas congelantes en los EEUU. A nuestro país van a llegar en 12 horas en buen estado y va a haber que tener preparados ultrafreezer y boxes de hielo seco para el traslado”.
Después, según él, “está el tema de cómo almacenarlas en el lugar de destino hasta su aplicación”. “Ese es el mayor problema porque en general aguantan temperatura de heladera no más de 12 horas”, opinó López. Por eso, para él, este tipo de vacunas “son para grandes centros urbanos”.
La semana pasada, el subdirector de la Organización Panamericana de la Salud de la OMS, Jarbas Barbosa, había declarado en una rueda de prensa que “ningún sistema de salud en el Caribe, en América del Sur, en EEUU o en Europa está listo para manejar estas vacunas”, en referencia a la elaborada por Pfizer y BioNTech.
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