Después del esperanzador anuncio de Pfizer sobre la eficacia de su vacuna contra el coronavirus, las interrogantes han surgido en torno a los desafíos que supone su eventual distribución a gran escala.
La vacuna está basada en una tecnología innovadora, que consiste en inyectar en el organismo instrucciones genéticas llamadas ARN mensajeros, que dictan a las células qué deben fabricar para luchar contra el coronavirus. Es el mismo método que utiliza la firma estadounidense Moderna, también en la carrera por hallar una vacuna. Pero estas vacunas deben conservarse a temperatura muy baja, a - 70 ºC en el caso de la de Pfizer/BioNTech, lo que puede suponer un freno logístico de envergadura para su distribución al mundo entero.
“Es un problema”, indicó Bruno Pitard, director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, para quien este modo de conservación es necesario puesto que el “ARN es una molécula muy frágil”.
BioNTech aclaró el martes que una vez se saca la vacuna de los congeladores especiales, las dosis pueden conservarse durante 5 días en una nevera clásica, entre 2 y 8 ºC. Ello hará necesario que la logística reduzca al mínimo el margen de error para lograr que el material llegue en el momento justo y no quede almacenado tiempo de más en condiciones insuficientes.
Por su parte, todos los países que compren este tipo de vacunas deberán poner a punto (o construir desde cero) sus redes de producción, almacenamiento y transporte de ultracongelación. Incluso para los países ricos que han reservado dosis, incluidos Japón, EEUU y el Reino Unido, la entrega de la vacuna de Pfizer implicará obstáculos considerables siempre que los camiones se averíen, se corte la electricidad, los trabajadores esenciales se enfermen y el hielo se derrita.
Así, buena parte del trabajo recaerá sobre empresas que no pertenecen a las industrias médica ni farmacéutica. Las principales empresas de mensajería estadounidenses, incluidas UPS y FedEx, ya cuentan con redes de congeladores que emplean para enviar alimentos perecederos y suministros médicos.
“Es probable que el requisito de temperaturas extremadamente frías provoque el deterioro de muchas vacunas”, advierte Michael Kinch, especialista en vacunas de la Universidad de Washington en St. Louis.
“Su producción es costosa, su componente es inestable, también requiere transporte en cadena de frío y tiene una vida útil corta”, advirtió Ding Sheng, director de Global Health Drug Discovery Institute con sede en Beijing, que ha recibido financiación de la Fundación Bill & Melinda Gates.
Otro tema que mantiene alerta a las autoridades sanitarias es la necesidad de una capacitación masiva de paramédicos para administrar las dos dosis, especialmente en áreas rurales donde el estado tiene menor presencia.
Vinculado a ello, hay un inconveniente también preocupante. En India, por ejemplo, ha habido campañas de vacunación para otras enfermedades en las que muchos pacientes nunca se presentaron para la segunda inyección, lo que pone en riesgo el proceso de inmunización. Con la gravedad de la pandemia, el alcance de las medidas y la presencia del tema en los medios, se espera que el retorno para la segunda dosis sea mayor, pero sigue siendo un tema de atención.
Por ello, la vacuna de Johnson & Johnson (también en la fase 3) ha sido destacada por requerir una sola dosis. A su vez, la fórmula que está siendo desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford, debe conservarse fría, pero no congelada. Los expertos ya habían indicado la necesidad de que más de una vacuna presente resultados exitosos y, en base a los distintos requerimientos, los gobiernos podrían usar diferentes vacunas según cada región y las capacidades locales.
Volviendo al tema de la temperatura, Pfizer ha diseñado una caja especial para transportar su esperada vacuna. Estos dispositivos podrán contener un par de cientos de ampolletas de vidrio, con diez a veinte dosis de la vacuna en cada una. Las cajas están equipadas con sensores de temperatura con GPS que le permitirán a Pfizer saber dónde se ubican las cajas y qué tan frías están. Si no está suficientemente bajo, los trabajadores pueden añadir hielo seco.
El precio resultante puede ser demasiado elevado para muchos países en desarrollo, incluido India, que ha tenido dificultades para contener el segundo brote de coronavirus más grande del mundo y actualmente no tiene ningún acuerdo para comprar la vacuna Pfizer.
La farmacéutica ya tiene pedidos de algunos países en desarrollo como Perú, Ecuador y Costa Rica. No está claro cuán ampliamente planean esos países distribuir las inyecciones, pero sus pequeños pedidos de menos de diez millones de dosis sugieren un despliegue limitado.
“Apenas estamos comenzando a entender las complicaciones que conlleva la entrega”, afirmó en septiembre Stephen Morrison, vicepresidente sénior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un organismo de investigación. “Y no hay vuelta de hoja. Las exigencias de temperatura son muy concretas y eso limitará el acceso y la entrega”.
(Con información de AFP, Bloomberg y New York Times)
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