Oro de 22 quilates, 444 piedras preciosas y 2 kilos de peso: así es la Corona de San Eduardo, la joya que Carlos III solo usará en su coronación

De entre las muchas alhajas que lucirá el rey británico, esta pieza es la más valiosa, pues solo la puede lucir una vez en toda su vida

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Corona de San Eduardo. (Royal Collection Trust)
Corona de San Eduardo. (Royal Collection Trust)

La Corona de San Eduardo es una de las piezas más importantes de la Casa Real británica, tanto por su valor histórico como económico. De manera habitual, se puede ver en la Torre de Londres, donde destaca dentro de la colección de objetos ceremoniales de la institución. Sin embargo, hace unos tres meses fue trasladada en secreto y bajo grandes medidas de seguridad para pasar por el taller.

El motivo ha sido adaptarla a la cabeza de Carlos III, pues esta joya de valor incalculable va ser una de las protagonistas de su coronación, que se celebra este sábado 6 de mayo. Pese a que forma parte del ajuar de la institución y en principio está a su disposición, el protocolo dicta que el Rey solo puede lucirla una vez en su vida, durante su coronación. Terminados los actos, volverá a su lugar en la Torre de Londres. Así sucedió también en el caso de su madre, quien además fue la última persona en lucirla en el año 1953 durante su coronación.

La Corona de San Eduardo fue creada para el anterior rey Carlos en el año 1661, reemplazando así a la corona medieval que los soberanos llevaban hasta ese momento y en la que se inspiraron para diseño, que destaca por tener cuatro flores de lis, cuatro cruces y dos arcos.

Isabel II luciendo la Corona de San Eduardo durante su coronación, celebrada en 1953. (The Grosby Group)
Isabel II luciendo la Corona de San Eduardo durante su coronación, celebrada en 1953. (The Grosby Group)

La estructura es de oro macizo de 22 quilates. Está engastada con 444 piedras preciosas y semipreciosas entre las que hay 345 aguamarinas de talla rosa, 37 topacios blancos, 27 turmalinas, 12 rubíes, 7 amatistas, 6 zafiros, un granate. Tiene también una espinela rematada en un casquillo de terciopelo de color púrpura y decorado con una banda de armiño. Si bien tiene un valor incalculable, el portal ‘SavingSpot’ estimó que podría costar unos 4,5 millones de dólares.

Una joya de más de 2 kilos

La combinación de estos materiales provoca que su peso no sea precisamente ligero. Carlos III tendrá que soportar los 2,23 kilos de la pieza, que cuenta con una altura total de 30 centímetros. De ahí la importancia de adaptarla a la cabeza de Carlos III, evitando así que se pueda mover durante la coronación. En su caso se ha tenido que incrementar su circunferencia, añadiendo así algunas piedras preciosas de más para que su acabado sea igual de sorprendente y no queden vacíos sin rellenar. A Isabel II, por el contrario, se la tuvieron que estrechar.

Detalle de la Corona de San Eduardo.
Detalle de la Corona de San Eduardo.

Que sea una corona tan pesada causó inconvenientes en el pasado, y es que varios antiguos reyes británicos no pudieron lucirla. Fue el caso de la reina Victoria que para su coronación, en 1838, mandó hacer una pieza más ligera, la conocida como Corona del Estado Imperial. Esta misma joya fue la que lució Eduardo VII en su gran día. Si bien su intención era llevar la de San Eduardo, en su entronización se estaba recuperando de una operación de apendicitis y los médicos le recomendaron evitar llevar sobre su cabeza un peso excesivo.

Quienes sí la llevaron sobre sus hombros, tras Carlos II, fueron Jaime II, en 1275, y Guillermo III, en 1689. Tras ellos debieron pasar más de dos siglos para que un rey eligiera la pesada pieza de San Eduardo. Fue Jorge V, bisabuelo de Carlos III, quien retomó la tradición en el año 1911. Le siguieron su hijo, Jorge VI, y su nieta, Isabel II.

La fallecida reina británica dedicó unas palabras a esta pieza histórica en el documental de 2018 ‘The Coronation’, de la BBC, remarcando lo difícil que es llevar esta corona. “No puedes mirar hacia abajo para leer el discurso, tienes que levantarlo. Si lo haces, tu cuello se rompería y la corona se caería. (...) Así que las coronas tienen algunas desventajas, pero por lo demás son cosas bastante imponentes”, dijo.

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