
Narendra Modi, primer ministro de India, visitará China por primera vez en más de siete años, anunció el miércoles una fuente gubernamental. La visita coincide con un reacomodamiento regional en Asia: el líder indio asistirá a la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), prevista para el 31 de agosto en la ciudad de Tianjin.
La visita pondrá fin a un prolongado paréntesis diplomático. Según la fuente, esta será su primera estancia en territorio chino desde junio de 2018, aunque Modi se reunió con Xi Jinping en Kazán (Rusia) durante la cumbre de los BRICS en octubre 2024, lo que marcó un cierto deshielo.
De fondo, las tensiones entre India y Estados Unidos se intensificaron este miércoles, cuando el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que impone aranceles adicionales del 25% a las importaciones indias como represalia por la compra de petróleo ruso por parte de Nueva Delhi. Con esta medida, el gravamen total sobre los productos indios exportados a Estados Unidos se eleva al 50%, el más alto aplicado por Washington a un socio asiático.
La India, el tercer mayor importador de crudo del mundo, adoptó una postura neutral y pragmática frente a la guerra en Ucrania, y pasó de adquirir menos del 2 % de su petróleo desde Rusia a importar más de un tercio del total, aprovechando los descuentos ofrecidos por el Kremlin y convirtiendo a Moscú en su principal proveedor. La decisión de Trump agrava una disputa comercial ya marcada por diferencias estratégicas en torno al conflicto ucraniano y al papel de India dentro del grupo BRICS.
Se espera que el asesor de Seguridad Nacional indio, Ajit Doval, viaje a Rusia antes de la cumbre; ese encuentro tratará las compras petroleras de India, así como la cooperación de defensa, incluida la entrega acelerada del sistema S‑400 desde Moscú.
El sistema de defensa aérea S‑400 Triumf fue contratado en 2018 por India por 5.430 millones de dólares. Tres de las cinco unidades adquiridas ya han sido entregadas y las restantes se completarán entre 2025 y 2026.
En la reunión ministerial de la OCS en Qingdao, en junio de 2025, el ministro de Defensa indio, Rajnath Singh, reclamó una “solución permanente” al conflicto fronterizo con China, proponiendo una hoja de ruta estructurada y señalando la necesidad de revitalizar los mecanismos de demarcación fronteriza.
Singh también alertó sobre la amenaza terrorista, defendió que “los epicentros del terror ya no son lugares seguros” y nombró a Lashkar‑e‑Taiba y el Frente de Resistencia como responsables del ataque terrorista en Pahalgam. Esa posición sugiere que India buscará abordar desde Tianjin la relación entre seguridad regional, terrorismo transfronterizo y cooperación multilateral.
El trasfondo fronterizo merece un repaso. En 2020, en la zona del valle de Galwan, se produjo un choque violento entre tropas de India y China: murieron veinte soldados indios y cuatro chinos. Desde entonces, estuvo vigente un estancamiento militar por años.

En octubre de 2024, Modi y Xi se comprometieron en Kazán a resolver el conflicto en la frontera del Himalaya. Poco después, se alcanzó un acuerdo sobre patrullajes a lo largo de la Línea de Control Real (LAC), de lo cual India reportó que el 75 % de los puntos de fricción habían sido desactivados en terreno.
En noviembre de ese año, en una escena simbólica, soldados de India y China intercambiaron regalos durante Diwali en la frontera, gesto que reflejaba un esfuerzo diplomático por aliviar tensiones.
En julio de 2025, el gobierno indio anunció la reanudación de visas turísticas para ciudadanos chinos, suspendidas desde 2020. También se reactivó la peregrinación al monte Kailash y Mansarovar, todas señales claras de una voluntad de normalización.
La cumbre de Tianjin, la vigésimo quinta reunión de jefes de Estado de la OCS, pondrá frente a frente a líderes como Xi, Modi, Putin, el primer ministro de Pakistán y mandatarios de Irán, Uzbekistán y entre otros líderes.
Para India, su participación en la OCS cumple un doble objetivo: fortalecer su posición regional y mantener un equilibrio estratégico frente a China, mientras la relación con Estados Unidos se tensiona por comercio y compras de crudo ruso.

La visita de Modi también tiene un fuerte componente económico. El conflicto fronterizo había interrumpido el comercio bilateral, y la reapertura de canales diplomáticos brinda una oportunidad para revitalizar convenios bloqueados y restablecer vuelos directos entre ambas naciones.
Durante años, India impuso restricciones a inversiones chinas y prohibió aplicaciones móviles de ese país, en una señal clara de desconfianza institucional, que ahora se revisa a la luz del nuevo acercamiento diplomático.
En definitiva, la visita programada para el 31 de agosto simboliza el vuelco estratégico de India: abrir canales con China, reforzar su alianza con Rusia en defensa, y al mismo tiempo amortiguar la presión de Estados Unidos en materia comercial y energética.
La visita de Modi a Tianjin será seguida con atención desde Washington. Representa un probable punto de inflexión, en el que India intenta equilibrar su proyección internacional entre dos grandes potencias mientras consolida su presencia en foros multilaterales como la OCS.
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