El video apenas dura 15 segundos, pero ha sido suficiente para generar un nuevo escándalo fabricado. En él, los líderes de Francia, Alemania y el Reino Unido aparecen sentados alrededor de una mesa en un tren con destino a Kiev.
Nada indica una situación fuera de lo común, pero en cuestión de horas, miles de cuentas en redes sociales aseguraban que Emmanuel Macron, Friedrich Merz y Keir Starmer estaban consumiendo cocaína.

La supuesta “baggie” (bolsa de cocaína) que aparece en la imagen resultó ser un simple pañuelo. Sin embargo, la fake news ya había cumplido su objetivo: sembrar dudas, dividir opiniones y socavar la credibilidad de los aliados de Ucrania.
Detrás de esta acusación aparentemente absurda se encuentra una maquinaria bien conocida: la desinformación rusa, un recurso sistemático que el Kremlin utiliza para debilitar a sus adversarios, deslegitimar a líderes occidentales y desacreditar el apoyo europeo a Kyiv.
Según detalla Euronews, esta campaña digital, orquestada con precisión, revela un patrón que se ha vuelto cada vez más evidente desde el inicio de la invasión a Ucrania.

La maquinaria de desinformación de Putin
La acusación contra Macron, Merz y Starmer no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia sistemática de desinformación impulsada por Rusia.
Le Monde reseña que esta operación combina la manipulación visual con la amplificación masiva a través de cuentas automatizadas, medios afines al Kremlin y figuras de extrema derecha. Su objetivo: erosionar la imagen de los líderes europeos que respaldan a Ucrania, al tiempo que siembra desconfianza entre sus ciudadanos.

En este caso, el mecanismo fue claro. Primero, se difundió un video real, grabado por medios internacionales como AFP y AP, donde los tres mandatarios saludan en un vagón del tren. En la mesa, un objeto blanco junto al vaso de Macron fue identificado falsamente como una bolsa de cocaína.
Luego, se compartieron imágenes manipuladas del clip: el color de la mesa fue intensificado, el objeto blanqueado, y la escena, editada para parecer sospechosa.

Estas versiones alteradas fueron promovidas por cuentas prorrusas y por medios como Global Euronews (que imita la identidad visual de Euronews) y Pravda.Ru.
La campaña fue validada desde niveles oficiales: la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zakharova, declaró que los líderes “se drogaron juntos” y “olvidaron ocultar sus instrumentos antes de que llegaran los periodistas”.
Su publicación en Telegram funcionó como un disparador para que la narrativa se viralizara aún más en redes sociales, especialmente en X.
El componente final de la operación llegó con la amplificación por parte de figuras conocidas por difundir teorías conspirativas.
Este modelo de intoxicación informativa se basa en una táctica conocida: lanzar una mentira con un mínimo de ambigüedad visual, difundirla a gran escala, y esperar que la réplica se instale antes de que las verificaciones logren alcanzar al público general. Para cuando se emite la aclaración, el daño simbólico ya está hecho.
Las respuestas oficiales y el desmentido
Ante la propagación de fake news, los gobiernos europeos reaccionaron con rapidez para desactivar la narrativa falsa. El Palacio del Elíseo fue el primero en pronunciarse, publicando en su cuenta oficial de X un mensaje claro: “Esto es un pañuelo, para sonarse la nariz”. La publicación, acompañada de una imagen ampliada del supuesto “baggie”, subrayó que el contenido difundido formaba parte de una campaña de manipulación promovida por enemigos de Francia, tanto internos como externos.

“Cuando la unidad europea se interpone en el camino, la desinformación llega al extremo de hacer pasar un simple pañuelo por droga. Esta falsa información la difunden los enemigos de Francia, tanto dentro como fuera del país. Cuidado con la manipulación”, advierte Francia.
El gobierno alemán calificó las acusaciones como “absurdas” en declaraciones a la plataforma EuroVerify, mientras que el Centro para Contrarrestar la Desinformación de Ucrania denunció el episodio como un caso vergonzoso de propaganda rusa. “Si el Ministerio de Exteriores ruso intenta fabricar un escándalo internacional a partir de un pañuelo, es evidente que Moscú se ha quedado sin argumentos”, afirmó el organismo ucraniano.
La falta de reacción inmediata por parte del gobierno británico no impidió que figuras del entorno de Keir Starmer hicieran llegar su desdén por las acusaciones a través de canales no oficiales. En paralelo, medios de verificación de datos como CheckNews y periodistas especializados en desinformación confirmaron que el objeto señalado en el video original no era más que un pañuelo arrugado.
Así, el caso sirve como ejemplo didáctico de cómo funciona la guerra informativa moderna: los rumores se construyen sobre elementos cotidianos, se deforman con ayuda tecnológica, y se propagan mediante redes de influencia bien engrasadas.
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