En el mes de noviembre, Mike Rogers, un hombre de 71 años de Lubbock, Texas, alcanzó una hazaña deportiva que pocos se atreven a imaginar: completar The Great World Race, una de las competiciones más exigentes del mundo. Este evento consiste en correr siete maratones en siete días, en siete continentes diferentes, algo que suena más propio de una película que de la realidad. Pero Rogers, a pesar de su edad y las dificultades inherentes al reto, lo logró con determinación, voluntad y un impresionante estado físico.
La Gran Carrera Mundial, organizada por Ice Cap Adventures Ltd., es un desafío extremo para corredores de todo el mundo. La competencia comienza en la Antártida, donde los participantes enfrentan temperaturas bajo cero, y termina en Miami, Estados Unidos, después de recorrer un total de 296 kilómetros en condiciones extremas. El recorrido incluye maratones en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, Perth, Australia, Estambul, Turquía, y Cartagena, Colombia, lugares que aportan su propia variedad de desafíos, desde las altas temperaturas tropicales hasta los paisajes más impredecibles.
Cada maratón tiene un requisito fundamental: debe completarse en 24 horas, lo que implica un nivel físico y mental exigente. Además, los corredores deben adaptarse rápidamente a los distintos husos horarios, condiciones climáticas extremas y terrenos variados, lo que convierte la experiencia no solo en una prueba de resistencia, sino también en una de adaptabilidad.
El hombre detrás de la hazaña
Mike Rogers no es un atleta profesional ni un maratonista que haya competido desde su juventud. De hecho, dejó de correr maratones tras terminar la secundaria, y fue solo a los 50 años cuando decidió regresar al running, inspirado por un amigo que lo animó a retomar esta actividad. Desde entonces, se unió al club de corredores USA FIT Lubbock, donde comenzó a entrenar para retos más grandes.
Con una vida dedicada a la familia y a su comunidad, Rogers no es un corredor común. A sus 71 años, logró realizar el desafío con una vitalidad y determinación que muchos de sus compañeros de carrera no poseían. Para él, la Gran Carrera Mundial no solo era una oportunidad de probar sus límites, sino también de recaudar fondos para organizaciones benéficas, un propósito que, según sus palabras, hizo que todo el esfuerzo valiera la pena.
Preparación y entrenamiento para el reto
La preparación para The Great World Race fue rigurosa y demandante. Rogers no solo se enfrentó a las distancias de los maratones, sino a la necesidad de acondicionar su cuerpo para un ritmo constante de carreras a lo largo de siete días. Según explicó en una entrevista a KCBD el pasado miércoles 4 de diciembre, su entrenamiento consistió en correr entre 24 y 32 kilómetros por día, cuatro o cinco veces a la semana. Este régimen fue suficiente para preparar su resistencia, pero también le permitió acondicionar su mente para soportar las duras condiciones físicas que le esperaban.
Rogers no entrenó solo para mejorar su velocidad o fuerza; su enfoque fue más holístico. Sabía que el aspecto más importante para completar semejante reto era la determinación mental. “No tienes que hacerlo rápido. Puedes hacerlo a un ritmo más lento”, comentó en la misma entrevista. La paciencia y la mentalidad positiva fueron sus principales aliados a lo largo de la competencia. Para un hombre de su edad, no se trataba solo de competir, sino de mantenerse motivado, algo que requería mucha más fortaleza que solo un buen estado físico.
El impacto físico y personal de la carrera
A pesar de la rigurosidad de la competencia, Rogers mostró una increíble resiliencia física. Las duras condiciones de cada maratón, como las temperaturas extremas de la Antártida o las lluvias heladas en otras ubicaciones, pasaron factura en su cuerpo. Durante la carrera, sufrió de ampollas y algunas uñas de los pies se le pusieron negras, pero Rogers se mostró imperturbable. “No pasa nada”, dijo con una sonrisa, “me lo pasé bien”. Esta actitud de resiliencia es una de las características que define su filosofía personal.
Además de los daños físicos menores, esta competencia también tuvo un impacto significativo en su salud a largo plazo. Rogers ha hablado abiertamente sobre cómo el correr ha mejorado su bienestar general, incluyendo la reversión de la prediabetes y el control de su presión arterial y asma. Según él, correr lo hace sentir “genial”. Este tipo de beneficios para la salud no solo son un reflejo de su dedicación, sino también una demostración de cómo el ejercicio, a cualquier edad, puede tener un impacto positivo sobre la vida de una persona.
El apoyo y la motivación de la comunidad
Un elemento fundamental en el éxito de Rogers fue el apoyo que recibió de su familia, amigos y la comunidad de Lubbock, Texas. El regreso de Rogers a casa fue un evento celebrado por sus seres queridos, que lo recibieron con un gran afecto, incluso en el aeropuerto, donde lo saludaron con el apodo de “More Miles Mike”. Este tipo de apoyo no solo lo motivó a seguir adelante durante los momentos difíciles, sino que también reforzó su sentido de propósito. “Necesitaba sus oraciones para superar algunos de esos momentos difíciles durante las carreras”, comentó sobre el respaldo emocional que recibió en todo momento.
Este sentido de comunidad es algo que Rogers valora profundamente. Más allá de las medallas y los récords, el verdadero logro para él fue la conexión con las personas que lo animaron y apoyaron en cada paso del recorrido. Este apoyo hizo que el dolor físico y las dificultades de la competencia fueran mucho más llevaderas.
La filosofía de Rogers sobre el running
A lo largo de su carrera, Mike Rogers ha adoptado una filosofía que ha inspirado a muchos. Para él, el running no se trata de ser el más rápido, sino de tener la paciencia y la determinación para completar el objetivo, sin importar el ritmo. “Todos pueden lograrlo”, afirmó en la entrevista con KCBD, refiriéndose no solo a los maratones de The Great World Race, sino a cualquier desafío que se le presente a una persona. Su mensaje es claro: la mentalidad es lo más importante.
Rogers cree firmemente que las personas pueden enfrentar retos grandes, como este, si están dispuestas a poner el esfuerzo necesario. No hace falta ser un atleta profesional para alcanzar metas aparentemente inalcanzables; lo único necesario es determinación y paciencia. Este enfoque accesible ha sido una de las razones por las cuales su historia ha resonado con tantas personas.
La historia de Mike Rogers y su participación en The Great World Race es un testimonio de que la perseverancia, la actitud positiva y el apoyo adecuado pueden llevar a una persona a realizar hazañas extraordinarias. A sus 71 años, completó una de las competencias más exigentes del mundo, enfrentando desafíos físicos, emocionales y logísticos en cada una de las siete maratones. Pero más allá de las medallas y el reconocimiento, la verdadera lección de Rogers es que todos pueden lograr lo que se proponen, siempre que estén dispuestos a dar el esfuerzo necesario.
Este relato también subraya el poder de la comunidad y el respaldo familiar, elementos esenciales para cualquier persona que decida superar límites. Como Rogers ha demostrado, el running no es solo un deporte, sino un estilo de vida que, cuando se vive con pasión y determinación, puede transformar no solo el cuerpo, sino también la mente y el corazón.