Un nuevo caso como el de Nord Stream, el gasoducto que iba de Rusia a Alemania y fue volado en septiembre del año pasado en el Mar del Norte. Continúan las especulaciones desde entonces sobre quién lo hizo y a quién le conveía. ¿Fue Rusia para dejar a Europa sin gas como represalia por su apoyo a Ucrania? ¿Fue Ucrania para terminar con el gas barato para Europa y que la UE le de todo el apoyo que necesita para sacarse de encima a los invasores rusos? Todavía no sabemos. Todo puede ser. Lo mismo sucede en este momento: el mundo se pregunta quién voló la crucial represa ucraniana de Kajovka y con qué propósito. ¿Fueron los rusos para impedir el avance de la contraofensiva ucraniana que se viene preparando desde hace meses? ¿Fueron los ucranianos para inundar zonas controladas por los rusos y hacer escasa el agua en la ocupada península de Crimea?
La seguridad de Kajovka, la segunda más grande de la cascada de seis represas del río Dnipro y una fuente vital de agua y energía para la región, fue una preocupación constante desde la invasión rusa de febrero de 2022, con ambos bandos acusándose mutuamente de conspirar para destruirla.
Claro que esta acción de la última madrugada es mucho más grave que la del Mar del Norte. Afecta a la central nuclear de Zhaporizhzhia, la más grande del este europeo, que se encuentra en manos de las fuerzas rusas que mantienen como trabajadores esclavos a los técnicos ucranianos. El agua controlada por la represa de Kajovka es indispensable para mantener la temperatura de la central. El argentino Rafael Grossi, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), aunque dijo que la situación estaba aún bajo control, advertió esta mañana en una reunión de urgencia en Ginebra de que “estamos ante un posible desastre de enorme magnitud”. Otro Chernobyl.
Los reactores están apagados, pero siguen necesitando agua para refrigerar el combustible de sus núcleos. Las piscinas de refrigeración del combustible gastado y del nuevo combustible a la espera de ser cargado en los reactores también necesitan agua circulante. La central cuenta con un estanque de refrigeración específico que ahora está en riesgo. Energoatom, la empresa nuclear estatal, declaró que por ahora la central dispone de agua suficiente y que los trabajadores ucranianos vigilan la situación.
El desastre ambiental podría ser también extraordinario. Las aguas ya están cubriendo decenas de miles de hectáreas cultivables. Vitaliy Selyk, fundador del grupo de voluntarios Smilyvi Vidnovliuvaty (Valientes para reconstruir), afirmó que el anegamiento de las tierras drenadas y, a la inversa, la exposición del fondo arenoso de los ríos, provocarán en muy poco tiempo cambios climáticos, como tormentas de polvo, cambios en las precipitaciones, un aumento de la temperatura y sequías más frecuentes en el sur de Ucrania. Las primeras imágenes ya muestran cultivos arrasados y animales silvestres escapando hacia las zonas más altas.
También preocupa la falta de energía que hasta ahora producía la represa. Dado que los daños en la central hidroeléctrica parecen irreparables (las explosiones destruyeron la sala de máquinas de la central), Ucrania perdió una fuente de energía flexible que dificulta el funcionamiento de la red de todo el país. La central tenía una capacidad de 357 megavatios y producía 1,4 teravatios-hora al año. También era rentable, aportando 44 millones de Hr (1,2 millones de dólares) al presupuesto nacional y 6,1 millones de Hr (167.000 dólares) a los presupuestos locales en 2019. El ex ministro de Energía, Ivan Plachkov, declaró a los medios de Kyiv que la destrucción provocará problemas en las infraestructuras de suministro de agua y energía, ya que las redes de distribución, las subestaciones y las líneas eléctricas se enfrentan a la inmersión.
Y está el costo humano. En estas horas se están evacuando a decenas de miles de personas que viven en los pueblos y ciudades de las costas del río Dnieper. Nova Kajovka ya está bajo un metro de agua. En Antonivka, todavía en poder ucraniano, hay reportes de que las patrullas de rescate están bajo fuego de francotiradores rusos que se encuentran en la otra orilla. La ciudad ocupada de Kherson va a ser inundada en las próximas horas. En la zona ucraniana ya se están haciendo preparativos para recibir a unos 40.000 refugiados de esa zona.
Serhiy Zgurets, director de la consultora Defense Express, especializada en temas militares, dijo al diario Kyiv Independent que la inundación iba a retrasar la reciente contraofensiva. “El gobierno y el ejército ahora van a tener que desviar recursos para ayudar a la gente y mitigar los daños en lugar de volcar sus esfuerzos en contraatacar a Rusia. Y la amplitud de las zonas anegadas dificultará a las fuerzas especiales ucranianas, como las tropas aerotransportadas, causar daños a la `Agrupación de Fuerzas Dnipro´ de Rusia, como la ha denominado el Kremlin. Eso puede dejar a esta agrupación libre para atacar el flanco de una posible fuerza de ataque ucraniana en la región de Zaporizhzhia”, explicó Zgurets. El jefe de los servicios de inteligencia ucranianos, Kyrylo Budanov, calculó que la inundación iba a retrasar los planes militares en “un máximo de dos semanas”.
Tanto la zona de la presa como el delta se consideran puntos vulnerables para las fuerzas rusas, y la inundación acabó -al menos por ahora- con cualquier posible intento ucraniano de cruzar el río Dnipro en torno a Kherson/Nova Kajovka, ampliando la barrera que separa a ambas fuerzas. Las posiciones defensivas rusas ya se concentraron en terrenos más altos de la orilla sur, en Olekshy y Hola Prystan.
La voladura de Kajovka también hizo perder a los ucranianos la posibilidad de utilizar la carretera que cruza la parte superior de la presa de una posible línea de ataque a través del río, dejando sólo el puente Antonivsky en la ciudad de Kherson como cruce pavimentado del río. La inundación también podría permitir a las reservas rusas del sur bloquear cualquier avance sobre Melitopol. Y podría liberar reservas de tropas concentradas en el sur para dirigirlas a otros lugares.
En tanto, continúa la guerra de las palabras en la que ambos bandos le reprochan al otro por lo sucedido. El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, culpó a los “terroristas rusos”, mientras que el portavoz del Kremlin, Dmitry S. Peskov, señaló a las fuerzas ucranianas, describiendo lo ocurrido como un ataque de “sabotaje”. “Decidieron que ahora, de esta manera, podrán detener la contraofensiva de las fuerzas ucranianas”, dijo a Radio Svoboda, Natalia Humeniuk, portavoz del mando sur de Ucrania. Sergei Shoigu, ministro de Defensa ruso, aseguró que los ucranianos destruyeron la represa “para trasladar fuerzas y equipos que ostigaban Kherson a otras partes del frente para ayudar en su contraofensiva”.
El jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, lo calificó de “acto indignante” que demuestra la brutalidad de Rusia. El presidente de la Comisión Europea, Charlels Michel, dijo que Rusia tendría que rendir cuentas por una flagrante violación a la Convención de Ginebra. Esta norma internacional básica para limitar los conflictos bélicos establece que “las obras e instalaciones que contengan fuerzas peligrosas, a saber, presas, diques y centrales eléctricas nucleares, no serán objeto de ataque, ni siquiera cuando dichos objetos sean objetivos militares, si tal ataque puede causar la liberación de fuerzas peligrosas y las consiguientes pérdidas graves entre la población civil”.
Sucedió. Una vez más se violaron las normas internacionales. Y las consecuencias serán peligrosas a nivel global.
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