El G7 cierra su cumbre en Japón con un ojo en Ucrania y otro en China

La presencia de Zelensky en Hiroshima reforzó el compromiso de los países más ricos con la ayuda militar para enfrentar la invasión rusa. Mientras que cada vez es más nítida en el horizonte la amenaza china y su expansionismo sobre Taiwán

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El presidente estadounidense Joe Biden, el canciller alemán Olaf Scholz, el primer ministro británico Rishi Sunak, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeop Charles Michel, la premier italiana Giorgia Meloni, el premier canadinse Justin Trudeau, el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro japonés Fumio Kishida visitan el Santuario de Itsukushima en Hiroshima. (Kyodo via REUTERS)
El presidente estadounidense Joe Biden, el canciller alemán Olaf Scholz, el primer ministro británico Rishi Sunak, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeop Charles Michel, la premier italiana Giorgia Meloni, el premier canadinse Justin Trudeau, el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro japonés Fumio Kishida visitan el Santuario de Itsukushima en Hiroshima. (Kyodo via REUTERS)

Fueron cuatro platos de washoku (comida tradicional japonesa) con un toque de modernidad dado por las flores comestibles y los colores. Todo embebido en un nihonshu (sake local) de baja graduación. El contexto no podía ser más adecuado, un ryokan (casa tradicional) fundado en 1854 en el distrito de Miyajima, muy cerca del centro de Hiroshima. La cena de los líderes de las siete potencias más grandes del planeta en esta cumbre del G7 con Japón como anfitrión no podía ser más tradicional y diversa al mismo tiempo. Un encuentro en que la atención estuvo dividida en las dos grandes preocupaciones occidentales: el comportamiento de sus grandes rivales, China y Rusia.

La cena, el momento más relajado de la cumbre para que los líderes hablen de sus realidades y preocupaciones cotidianas se centró en la Inteligencia Artificial, el tercer gran tema del momento para la Humanidad. Cuando llegaron a un final dulce donde no faltaron los mochis de frutilla, la conclusión fue que “tenemos que trabajar para regular la inteligencia artificial a nivel global, de nada sirve hacerlo por países…Ese será el eje de nuestra próxima cumbre”.

Después descansaron unas horas antes de encontrarse con el gran invitado especial, el presidente ucraniano Vladimyr Zelensky, que venía de arengar a los líderes árabes en otra cumbre, la de la Liga Árabe, en Jeddah. Ellos estaban en su propia historia. Recibieron de regreso y después de 12 años de ausencia por haber sido suspendido, al líder sirio Bashar al Assad. Fue el regreso del hijo pródigo para esos líderes árabes. Para el resto del mundo fue apenas un recibimiento con brazos abiertos del hombre que sacrificó a toda una generación de sirios para mantenerse en el poder, en una guerra civil con casi medio millón de muertos en la que él envió a su ejército a cometer algunos de los peores crímenes que vio la humanidad. Zelensky que lucha junto a su pueblo para liberarse de la fuerza invasora enviada por Vladimir Putin, no tuvo empacho en decirles en la cara que “algunos países hacen la vista gorda ante la invasión rusa”. También a las atrocidades que se cometen en su zona de registro.

La mesa de las negociaciones en la cumbre del g7 realizada este fin de semana en Hiroshima, Japón. (Cancillería de Japón vía Reuters)
La mesa de las negociaciones en la cumbre del g7 realizada este fin de semana en Hiroshima, Japón. (Cancillería de Japón vía Reuters)

Ya en Hiroshima –paradójicamente la tierra devastada por la bomba atómica- Zelensky se encontró con una audiencia de amigos poderosos que lo esperaron con una andanada de propuestas nuevas para castigar al régimen de Moscú. “Haremos que Rusia se quede sin la tecnología, el equipamiento industrial y los servicios del G7 que apoyan su maquinaria bélica”, afirmaron los líderes en una declaración. Esto incluye medidas para cubrir “las lagunas jurídicas de terceros países que han permitido a Rusia -cuya economía se ha mostrado sorprendentemente resistente- eludir al menos parcialmente una serie de sanciones anteriores” impuestas por el G7 y sus socios. “Reiteramos nuestro llamamiento a terceros para que dejen inmediatamente de proporcionar apoyo material a la agresión rusa, o se enfrentarán a graves sanciones”, dijeron. Probablemente le picaron las orejas a Lula da Silva, el presidente brasileño, y a Narendra Modi, el primer ministro indio, que escuchaban desde el salón aledaño, destinado para los invitados especiales a esta cumbre.

Gran Bretaña comunicó que estaba aplicando una prohibición sobre los diamantes, el cobre, el aluminio y el níquel rusos. Pero esto viene con controversia. Bélgica se opone a que esa sea una política común para toda Europa. Lo de los diamantes les hace ruido. Los belgas manejan el mayor mercado de esas piedras en el mundo y no quieren dejar de hacer buenas ganancias en una exportación que le da a Rusia 4.000 millones de dólares al año. Son las grietas que se producen cuando el discurso está peleado con el bolsillo. Y en Europa, con las sanciones a Rusia, hay muchos que están haciendo “la vista gorda”.

Estados Unidos puso en marcha un nuevo paquete de restricciones destinadas a socavar el sector energético y la adquisición de armas de Rusia y a perseguir a cualquiera que sea sorprendido robando grano ucraniano o ayudando a deportar a niños ucranianos. Dos compañías navieras iraníes, una empresa tecnológica de Beijing, varios funcionarios del gobierno ruso y compañías aéreas acusadas de transportar personal y equipos para el grupo militar privado Wagner figuran entre los incluidos en la nueva lista de sancionados. Por lo bajo, los asesores del gobierno de Joe Biden admiten su frustración. Mientras ellos buscan castigar cada recoveco de la economía rusa, muchos otros se aprovechan de los negocios que ellos no pueden hacer. Las aerolíneas rusas, incluida Aeroflot, se mantienen en el aire gracias a un río de piezas que fluyen a través de Emiratos Árabes Unidos y China, cambiando de manos, jurisdicciones legales y zonas de libre comercio hasta desembocar en los almacenes rusos.

El príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman, recibe al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy durante la cumbre  de países árabes en Jeddah. (Saudi Press Agency/via REUTERS)
El príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman, recibe al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy durante la cumbre de países árabes en Jeddah. (Saudi Press Agency/via REUTERS)

Vladyslav Vlasiuk, asesor del jefe de gabinete del presidente Zelensky, dijo en una entrevista a Reuters que “nuestros aliados deben ser más audaces y negarse a complacer la propaganda del Kremlin de que el aumento de las sanciones acercará a las naciones a Rusia”. Y pidió que se endurezcan las sanciones a los bancos, señalando a tres entidades que prestan dinero a muy bajos intereses o directamente lo regalan para beneficiar a los que se enrolen. Esas tarjetas bancarias fueron encontradas en miles de soldados muertos o capturados en el campo de batalla del este de Ucrania. Se trata de Gazprombank, brazo financiero del monopolio gasístico ruso Gazprom, Tinkoff Bank y Rosselkhozbank. Vlasiuk también habló de bancos de Kazajstán y Georgia que están ayudando a Moscú a eludir las sanciones.

En cuanto a la ayuda militar, Washington pareciera haber agotado casi todas las posibilidades exploradas por la Administración Biden para rascar entre el presupuesto. Ya entregó 113.000 millones de dólares entre equipamiento y financiación y enfrenta una dura oposición de la bancada republicana en el Congreso que quiere terminar con ese drenaje. Son los representantes y senadores que responden en su gran mayoría a Donald Trump y que escuchan a sus bases. Las encuestan indican que el 57% de los republicanos creen que ya no hay que entregar más nada a Ucrania y un 52% están convencidos de que allí, en ese país del este europeo, no hay ningún interés estadounidense que defender. A pesar de esto, Biden sacó de la galera una concesión que no le cuesta dinero directamente pero que ayuda enormemente a Kyiv. Autorizó a que terceros países –Gran Bretaña, en particular- entrenen a los pilotos ucranianos para navegar los estratégicos cazabombarderos F16 y, eventualmente, que los países europeos que tengan esos aviones en su arsenal, y quieran hacerlo, puedan entregarlos para el esfuerzo bélico ucraniano.

El otro punto de atención de los líderes de Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá e Italia es su gran rival político y económico: China. En el comunicado oficial, el G7 ve a Beijing cada vez más como una amenaza para la seguridad económica. Pero para no alejar aún más a esta segunda economía global de la agenda común con Occidente, lanzaron un puente: “Nuestros planteamientos políticos no están diseñados para perjudicar a China, no pretendemos frustrar el progreso y el desarrollo económicos de China”, dijeron. Aunque también instaron a tomar medidas para “reducir las dependencias excesivas” en las cadenas de suministro críticas y contrarrestar las “prácticas nocivas” en la transferencia de tecnología y la divulgación de datos.

El expansionismo económico y militar chino fue una de las dos preocupaciones fundamentales del G7. Se comprometieron a frenar las amenazas chinas contra Taiwán. (Chen Zhonghao/Xinhua via AP)
El expansionismo económico y militar chino fue una de las dos preocupaciones fundamentales del G7. Se comprometieron a frenar las amenazas chinas contra Taiwán. (Chen Zhonghao/Xinhua via AP)

De todos modos, el expansionismo económico chino es antiguo y el mundo ya está acostumbrado a ese fenómeno. Lo que preocupa ahora es la creciente hostilidad de Beijing contra Taiwán, que considera parte de su territorio, y la creciente presencia militar en los mares circundantes, afectando a varios países y particularmente a Japón. Incluso, hubo un señalamiento al incremento en el arsenal de armas nucleares que está acumulando el ejército chino. Pero incluso en este punto, se registraron algunas diferencias entre los participantes. “Existe la sensación de que hay una pequeña brecha, quizás, entre dónde están los europeos en algunas cuestiones relacionadas con China y dónde está Estados Unidos”, explicó Zack Cooper, ex asesor del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos y miembro del American Enterprise Institute. Uno de los principales puntos de tensión es hasta dónde llegar en el intento de detener una posible invasión china de Taiwán, que podría desencadenar una guerra mundial y hundir la economía global. La isla autónoma, que Beijing reclama como propia, suministra la mayoría de los chips informáticos avanzados del mundo, vitales para las industrias tecnológica y de defensa. No todos los gobiernos europeos están convencidos de que sea algo a lo que deban dar prioridad. “Estados Unidos y Japón van a tener que convencerlos de lo contrario para que enfrenten la amenaza con mayor vigor”, afirmó Cooper.

La semana pasada, el canciller japonés, Yoshimasa Hayashi, lo había adelantado en una reunión con sus 27 homólogos de la Unión Europea en Suecia. “China continúa e intensifica sus intentos unilaterales de cambiar el statu quo por la fuerza en los mares de China Oriental y Meridional. China también está aumentando sus actividades militares en torno a Taiwán”, declaró Hayashi. “Además, China y Rusia están reforzando su colaboración militar, incluyendo vuelos conjuntos de sus bombarderos y ejercicios navales conjuntos en las cercanías de Japón”. En Washington tienen la misma percepción de que se está construyendo un nuevo eje Moscú-Beijing y que la amenaza es real y cercana.

Con ese sabor agridulce de las cumbres de los más ricos del mundo, Hiroshima despidió a los líderes recordándoles con grandes marchas por el centro de la ciudad el sufrimiento de tantas generaciones tras la bomba atómica que cayó sobre sus ancestros y los duros recuerdos que traen los fantasmas de las guerras actuales. El alcalde la ciudad intentó dar un baño de hospitalidad para esmerilar las asperezas con un verdadero banquete de okonomiyaki, la comida callejera más popular de esta zona de Japón.

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