
Rusia evitó un desastre económico tras la guerra que el presidente, Vladímir Putin, inició en Ucrania, en lo que fue la escena de apertura de una crisis lenta que tendrá consecuencias en los próximos años.
Putin buscaba que la economía rusa se convirtiera en una de las cinco principales del mundo, pero ahora está en camino de perder US$190.000 millones en producto interno bruto para 2026 en relación con su trayectoria anterior a la guerra, según Bloomberg Economics, aproximadamente el equivalente de todo el PIB anual de países como Hungría o Kuwait.
Aunque Rusia registró su tercer trimestre consecutivo de contracción hasta fines de 2022, su desaceleración durante todo el año fue una fracción del colapso de casi 10% que se proyectó un mes después de la invasión. El banco central sitúa la caída del año pasado en un 2,5% y pronostica que el crecimiento puede reanudarse desde este año.
La caída probablemente se intensificó el último trimestre en términos anuales y puede ser aún peor este año, según analistas encuestados por Bloomberg.
“El efecto de las sanciones es prolongado”, dijo Oleg Vyugin, ex funcionario sénior del banco central y del Ministerio de Hacienda. “Y el proceso de sanciones no ha terminado. Se están introduciendo más y nuevas sanciones”.
Las sanciones no cubrieron las principales exportaciones rusas vitales para los mercados mundiales, como el petróleo, el gas y los productos agrícolas, aunque en los últimos meses se agregaron algunas restricciones a la energía.

Aun así, la resistencia mostrada hasta ahora deriva de años de esfuerzo de tecnócratas cercanos a Putin para fortalecer la economía contra problemas, con políticas que ocultaron ingresos energéticos extraordinarios y trataron de hacer que Rusia dependiera menos de algunas importaciones.
Lo que está en juego ahora es la capacidad de Putin para sostener el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial al seguir moviendo los recursos, pero sin antagonizar a una población que está cada vez más preocupada por su bienestar financiero.
La tarea será cada vez más difícil este año, ya que el Gobierno de Putin busca evitar un colapso de los ingresos petroleros y aumentar el gasto en programas sociales en un momento en que la movilización de cientos de miles de hombres vacía el mercado laboral.
El análisis de Bloomberg Economics identificó varias pistas sobre la supervivencia económica de Rusia después de la inigualable imposición de sanciones que incluyeron la incautación de activos dirigidos a personas cercanas a Putin y el bloqueo de alrededor de USD 300.000 millones en reservas internacionales.

La necesidad de Estados Unidos y sus aliados de preservar el acceso a la energía los llevó a lograr un compromiso para equilibrar las medidas punitivas con su propio interés. Rusia en realidad extrajo más petróleo y los altos precios de los productos básicos significaron que ganó lo suficiente para apuntalar sus ingresos aprovechando la demanda de países como China e India.
Los países que representan más del 30% del PIB mundial mantuvieron lazos comerciales y se abstuvieron de condenar la invasión, lo que permitió a Rusia reconstruir las cadenas de suministro y luchar contra el aislamiento económico.
Junto con los controles de capitales, un fuerte aumento en las tasas de interés, que desde entonces se ha revertido con creces, evitó una crisis financiera. Sin embargo, tuvo un costo, ya que redujo los préstamos minoristas y perjudicó el consumo.
Aunque evita un colapso, la economía de Rusia seguirá bajo presión y todavía podría encogerse un 8% para 2026 frente a lo que hubiera sido si Putin no hubiera ordenado el ataque a Ucrania en febrero de 2022, estima Bloomberg Economics.
“La disminución de las importaciones de tecnología reduce el potencial de crecimiento de la economía a largo plazo, en lugar de conducir a una caída única que se materializa en un solo año”, comentó Natalia Lavrova, economista jefe de BCS Financial Group.
(Con información de Bloomberg)
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