
Valeriy Zaluzhny es el típico profesional de un país periférico, con una excelente preparación en su profesión, que cuando le dan las herramientas necesarias logra tantos o más objetivos que sus colegas de los principales centros de producción global. Su único secreto es que estaba lo suficientemente formado para cuando las circunstancias lo pusieron en el centro de la escena. Hay pocos de estos personajes y en general aparecen liderando los desarrollos de las nuevas tecnologías. Asimilan las enseñanzas de los Gates y Zuckerberg de turno y logran algo similar o mejor desde sus garajes de suburbio superpoblado y pauperizado. Esta vez fue la guerra la que encontró al general Zaluzhny listo para liderar a las fuerzas armadas de su país y rechazar a los invasores rusos.
El general accidental se convirtió en leyenda al detener la invasión de la que se suponía era la segunda gran potencia militar global, Rusia. Y ahora es el “general de acero” que aparece en la mítica tapa de la revista Time como si se tratara de un héroe americano de una confrontación intergaláctica, al lograr reconquistar en apenas dos semanas casi 6.000 kilómetros cuadrados de territorio que habían ocupado los rusos mientras aparece la posibilidad de una victoria definitiva sobre un enemigo exhausto y desmoralizado.
Valeriy Fédorovych Zaluzhnyi, tiene apenas 49 años, y es el teniente general que fue nombrado comandante de las fuerzas armadas ucranianas por el presidente Volodymir Zelensky el año pasado, apenas seis meses antes de que Vladimir Putin diera la orden de invadir. Fue elegido directamente por el presidente pasando por encima a varios generales de mayor rango y experiencia. Había quedado impresionado por el militar cuando visitó el entonces pequeño frente de la región del Donbás –allí luchaban desde 2014 contra milicias separatistas armadas y supervisadas por los rusos- y recibió un exhaustivo informe de la situación. Cuando las amenazas eran cada vez más reales y Putin concentraba 150.000 soldados en la frontera ucraniana, Zelensky llamó a Zaluzhny. “Estaba festejando el cumpleaños de mi esposa y atendí el teléfono con una cerveza en la otra mano. Fue totalmente inesperado”, recuerda el general ese momento en que le ofrecieron la comandancia.

Zaluzhny hacía tiempo que venía batallando dentro de las fuerzas armadas para modificar la antigua estructura militar de la ex Unión Soviética. Él mismo se había formado en esa escuela. Nació el 8 de julio de 1973 en una familia de militares de bajo rango en la guarnición militar soviética en Novograd-Volynsky. Se formó como oficial en la prestigiosa Academia de las Fuerzas Terrestres de Odessa. Hizo todo el escalafón de la carrera en la Ucrania recién liberada de la ex URSS y cursos de la OTAN en varios países europeos. Con la invasión de Ucrania, su anexión a Rusia y la apertura del frente en los enclaves separatistas de Luhansk y Donestk, estuvo al frente de las tropas en esos terrenos. Su estilo no es el del general distante. Todo lo contrario, es famoso por aparecerse de sorpresa en los puestos del frente y dar ánimo a sus soldados con un gran sentido del humor. Algunos dicen que le hubiera gustado ser un comediante al estilo de lo que fue el presidente Zelensky.
“Valéry se ha convertido en el espíritu militar que su país necesitaba”, escribió su colega, el jefe del Estado Mayor estadounidense, Mark Milley, asegurando que “pasará a la historia”. “Su liderazgo permitió a las fuerzas armadas ucranianas adaptarse rápidamente con iniciativa en el campo de batalla contra los rusos”, agregó. Milley recordó en esa misma nota que había quedado asombrado cuando vio la primera férrea resistencia que plantearon los ucranianos al avance de los rusos desde el norte. “No lo entendía, creía que debía resguardar a su ejército”, dijo. Le preguntó a Zaluzhny si pensaba evacuar a un terreno más seguro. “Para mí la guerra empezó en 2014. No huí entonces, y no voy a huir ahora”, fue la respuesta del ucraniano.
El “milagro” de Zaluzhny comenzó a fines de agosto cuando comenzó lo que se preveía iba a ser una contraofensiva para reconquistar la estratégica ciudad de Kherson, en el sur del país. Las fuerzas rusas reagruparon unidades que trajeron desde el este para reforzar la defensa. Esto creó la gran oportunidad para Zaluzhny y sus comandantes. Tenía en sus manos ocho sistemas Himars de lanzamiento de misiles a larga distancia y la inteligencia estadounidense les aseguraba que los rusos habían debilitado completamente el flanco este. Fue cuando decidió avanzar en ese sentido.

A mediados de septiembre había recuperado un terreno extraordinario y puesto a Putin en una situación extrema. El ruso no tuvo más remedio que hacer lo que se venía negando a hacer desde el comienzo: hacer un llamado general de movilización que comenzó con 300.000 ex militares y que en las últimas horas se extendió a reclutas muy jóvenes del Lejano Este ruso. Y se produjo lo que tanto quiso prevenir el Kremlin, una protesta generalizada contra la guerra de final imprevisible.
“Durante 8 años y 7 meses, las Fuerzas Armadas de Ucrania han frenado la agresión armada de la Federación Rusa contra nuestro país. La ofensiva en gran escala del enemigo no nos asustó. Además, nos unimos y enfrentamos al enemigo con dignidad. El anuncio de la movilización en Rusia es una confirmación de ello”, escribió Zaluzhny en su página de Telegram desde donde lanza consignas patrióticas a sus soldados. “Por lo tanto, ninguna declaración de los jefes militares y políticos del país agresor afectará nuestra disposición a luchar por nuestra libertad. Eliminaremos a todos los que vengan a nuestra tierra con armas, ya sean voluntarios o movilizados”.
La mayoría de los analistas militares creen que será muy difícil que Rusia pueda revertir la situación en el terreno bélico con estos nuevos reclutas que aparecen sin motivación para combatir y que tarde o temprano tendrá que sentarse a negociar una salida. Zaluzhny no se muestra tan optimista. Dice que se prepara para una larga y sangrienta lucha. “Sabiendo lo que sé de primera mano sobre los rusos, nuestra victoria no será definitiva”, le dijo a la revista Time en una de las muy pocas entrevistas que concedió. “Nuestra victoria será una oportunidad para tomar un respiro y prepararse para la próxima guerra”. Sabe que Putin va a intentar resistir como una pantera hasta el último segundo. Una derrota en Ucrania es para él el fin y no está dispuesto a concederlo de ninguna manera. Pero Putin también sabe que del otro lado tiene a un oso muy resistente, de una piel muy dura de capas acumuladas en sus clases de la academia militar soviética que va a lanzarle un zarpazo apenas pueda.
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