Mapa: la división en Ucrania según el idioma más hablado

Uno de los argumentos utilizados por el Kremlin para justificar la invasión militar ha sido la violación de los derechos de la minoría rusoparlante del este del país

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Mapa Ucrania según el idioma más hablado
Mapa Ucrania según el idioma más hablado

En abril de 2019, el Parlamento de Kiev aprobó una ley que reforzaba el uso del ucraniano como “única lengua oficial del Estado”. Desde Moscú se calificó a la norma como “escandalosa” y se alegó que discriminaba a la minoría rusa e incumplía los Acuerdos de Minsk, firmados en 2014 y 2015 para resolver la crisis del Donbás. Sin embargo, durante décadas hubo una “rusificación” de los idiomas en Ucrania: el uso de los idiomas nativos fue reprimido, siendo el ruso obligatorio. Eso explica en gran parte la división actual.

Para comprender mejor las razones subyacentes a la trágica invasión rusa, Sarali Gintsburg de la Universidad de Navarra asegura en su artículo de The Conversation que debemos volver a la historia de las relaciones entre ambos países.

Gintsburg detalla que para los eslavos orientales Kiev se asocia históricamente con la imagen de la Madre Rusia. Esta expresión se menciona por primera vez en La primera crónica eslava, recopilada supuestamente en 1113 por Néstor, un monje de Kiev. A este respecto, es importante mencionar que esta capital se percibe tradicionalmente en la cultura rusa como una especie de centro espiritual. El príncipe Vladimiro, quien en el año 989 eligió la rama ortodoxa del cristianismo y tomó la histórica decisión de bautizar a sus súbditos, también era de Kiev.

La ciudad continuó siendo el centro de las tierras rusas hasta el siglo XII, cuando comenzó a dividirse en varios estados independientes.

A principios del siglo XVII, la población ortodoxa de Ucrania, entonces Hermanato cosaco (actual centro de Ucrania), sufría una opresión continua por parte de la Commonwealth católica polaco-lituana y la Turquía musulmana. Bogdan Khmelnitsky intentó establecer alianzas con varios gobernantes europeos, pero se dio cuenta de que la única salida era formar parte del Estado ruso.

La firma del acuerdo en 1654, el Tratado de Pereyaslav, fue iniciativa de la parte ucraniana.

Obviamente, la incorporación a Rusia trajo una considerable influencia cultural. El idioma ruso se extendió y Moscú y, posteriormente, San Petersburgo, se convirtieron en centros de atracción para muchos ucranianos con talento. No es coincidencia que varios escritores ucranianos de fama mundial, como Nikolái Gógol, Tarás Shevchenko y Vladímir Korolenko, vivieran parte de su vida en Rusia y escribieran en la lengua de este país.

Ucrania pasó a formar parte del joven Estado prácticamente desde el principio y fue uno de los fundadores de la Unión Soviética. Durante la época soviética, Ucrania adquirió la configuración geográfica actual.

Al final de esta etapa, Ucrania constituía una entidad multicultural compleja. Por un lado, el este y algunas áreas del centro eran predominantemente de habla rusa. Mientras, el oeste era muy irregular: población de habla ucraniana en Galicia oriental (antigua Polonia, cedida a la República Socialista Soviética, RSS, de Ucrania en 1939), de habla húngara (región de Zakarpattia, cedida a la RSS de Ucrania en 1945), de habla rumana (región de Zakarpattia, cedida a la URSS en 1945 y Bucovina, cedida a la RSS de Ucrania en 1940), así como rusinos, judíos, etc.

En 1954, Nikita Khrushchev, entonces primer secretario del Partido Comunista de la URSS, transfirió la península de Crimea de la Federación Rusa a la RSS de Ucrania a través de un decreto especial.

Otra faceta de esta diversidad es la religiosa. El este y el centro de Ucrania son predominantemente ortodoxos y en la parte occidental hay ortodoxos, católicos, católicos griegos…

Esta irregular composición geopolítica explica las tendencias generales del Estado ucraniano postsoviético.

Ucrania no ha sido capaz de diseñar una estrategia exitosa que reúna a ciudadanos tan diversos. Estas diferencias y desacuerdos se han multiplicado: la Ucrania de habla rusa comenzó a sentirse decepcionada por la política de ucranización y se inclinó hacia Rusia, mientras los de habla ucraniana en el oeste, en particular, los húngaros y los rumanos (alrededor de 150.000 en cada grupo), compartían sentimientos similares y formaron alianzas con sus respectivos países de origen.

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