
Vladimir Putin envió paracaidistas a Kazajstán el jueves para sofocar una masiva revuelta en todo el país y una crisis institucional sin precedentes, después de que la violencia se extendiera por este antiguo Estado soviético fuertemente controlado. Alma Ata, la principal ciudad del país, parece un campo de guerra donde fueron asesinados decenas de manifestantes: las imágenes muestran autos quemados, edificios en llamas y una gran presencia militar.
A tal punto llegó la violencia que la televisión estatal dijo que habían muerto 13 miembros de las fuerzas de seguridad, entre ellos dos que habían sido decapitados. Una residencia presidencial y la oficina del alcalde estaban en llamas. El jueves por la tarde, el aeropuerto de la ciudad, tomado anteriormente por los manifestantes, estaba bajo el firme control de los militares.
La chispa que provocó el estallido
La revuelta comenzó como una protesta contra la subida del precio del combustible el día de Año Nuevo, se amplió drásticamente el miércoles, cuando los manifestantes asaltaron e incendiaron edificios públicos. Corearon eslóganes contra Nursultan Nazarbayev -antiguo gobernante todopoderoso desde tiempos soviéticos- y, al menos en un caso, enrollaron cuerdas alrededor de una estatua de bronce suya para intentar derribarla.
Por su parte, el actual presidente Kassym-Jomart Tokayev respondió inicialmente despidiendo a su gabinete, revirtiendo la subida del precio del combustible y distanciándose de su predecesor. También anunció que asumiría un poderoso puesto de seguridad que Nazarbayev había conservado.

Sin embargo, las acciones no parecieron suficientes para apaciguar a las multitudes que acusan a las autoridades de amasar una enorme riqueza en petróleo y minerales mientras la nación de 19 millones de habitantes seguía siendo mayoritariamente pobre.
Las protestas no parecen tener un líder identificable ni demandas. Muchos de los manifestantes gritaban “viejo vete”, una referencia a Nazarbayev, quien dominó la política de Kazajistán y su gobierno estuvo marcado por un moderado culto a la personalidad. Los críticos dicen que efectivamente instituyó un sistema de clanes en el gobierno.
Nazarbayev abandonó el cargo en 2019 como el último jefe del Partido Comunista de la era soviética que seguía gobernando un antiguo Estado soviético. Pero él y su familia conservaron el control, manteniendo puestos clave de supervisión de las fuerzas de seguridad y del aparato político en Nur-Sultan, la capital construida a propósito que lleva su nombre. No se le ha visto ni oído desde que comenzaron los disturbios.

La agencia de noticias TASS citó al Ministerio de Sanidad kazajo diciendo que más de 1.000 personas habían resultado heridas durante las protestas, y que más de 400 de ellas estaban hospitalizadas.
Los disturbios comenzaron como protestas contra el aumento del precio del gas licuado de petróleo, un combustible utilizado por los pobres para alimentar sus coches. Pero rápidamente se convirtieron en disturbios antigubernamentales más amplios, alimentando el profundo resentimiento por las tres décadas de Gobierno de Nazarbayev y su sucesor.
Sin internet
El régimen había cortado Internet en todo el país y era imposible confirmar el alcance total de las manifestaciones. Pero los disturbios no tenían precedentes en Kazajistán, gobernado con firmeza desde la época soviética por el líder Nazarbayev, de 81 años, que había mantenido las riendas a pesar de haber abandonado la presidencia hace tres años.
Su sucesor, el presidente Tokayev llamó durante la noche a Putin, en el marco de una alianza militar de antiguos Estados soviéticos dirigida por Moscú. Culpó de los disturbios a “terroristas” entrenados en el extranjero que, según dijo, se habían apoderado de edificios y armas. “Es un ataque a la integridad del Estado y, sobre todo, a nuestros ciudadanos, que me piden que les ayude urgentemente”, dijo.

La secretaría de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, liderada por Rusia, dijo que las tropas enviadas incluían unidades de Rusia, Bielorrusia, Armenia, Tayikistán y Kirguistán. No reveló el tamaño total de la fuerza. Los paracaidistas rusos estaban siendo transferidos a Kazajistán y “las unidades avanzadas de su contingente ya han comenzado a cumplir con las tareas asignadas”.
Un vídeo no verificado en las redes sociales mostraba a las tropas patrullando las calles neblinosas de Alma Ata durante la noche, disparando armas, así como saqueos generalizados en la ciudad.
Tokayev ordenó que el Gobierno protegiera las embajadas extranjeras y los negocios propiedad de empresas extranjeras. La reputación de estabilidad del país había contribuido a atraer cientos de miles de millones de dólares de inversión extranjera en las industrias del petróleo y los metales.
La televisión estatal dijo que el Banco Nacional de Kazajistán había decidido suspender el trabajo por la seguridad de sus trabajadores.
(Con información de Reuters y AP).-
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