"Fue como cargar a un niño". Como si se tratase de una acción cotidiana, una mujer contó cómo fue que se sumergió en el agua, cargó y arrojó a un tiburón a las aguas abiertas en Australia, para poder despejar de amenazas la piscina natural en la que nadaba su madre.
Los presentes habían llamado a las autoridades, que no sabían bien cómo reaccionar. "Salté al agua y pensé que probablemente podía sacarlo", indicó Melissa Hatheier, quien es ahora reconocida en las redes por su valentía.
La escena, al sur de Sídney, fue grabada por la hija de Hatheier. La mujer nadó hasta ubicar al pez, un tiburón de Port Jackson que puede llegar a medir más de un metro y medio, buceó para levantarlo con sus brazos, se acercó al límite de la piscina y lo arrojó al otro lado de las rocas.
"Se estaba chocando con las piedras y solo pensé que necesitaba llevarlo al lugar donde debería estar", relató. Su estrategia suena sencilla, aunque no apta para dudosos. "Mientras mi mano estuviera cerca de sus aletas, no me iba a poder morder. Aunque no lo sujetaría de la cola", señaló.
Según contó, su coraje tiene una emotiva razón. Hace unos meses, su padre, antes de morir a causa de un cáncer, tuvo un último pedido. "Me dijo que por favor cuidara a mamá. Entonces la estamos cuidando. Me aseguré de que la piscina fuera un lugar seguro y que pudiera nadar", explicó.
Por último, agregó: "No lo hubiese hecho si fuese un tiburón blanco".
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