
El presidente Donald Trump afirmó este viernes que de no ser por la “fortuna de tener el muro” en la frontera sur con México, Estados Unidos estaría “inundado” con casos de COVID-19.
Sin embargo, una investigación del The New York Times y The Marshall Project reveló cómo el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) se convirtió en un propagador del coronavirus.
El reportaje contó la historia de Admild, un inmigrante indocumentado de Haití que se sentía enfermo mientras se dirigía al avión que lo deportaría de regreso a su país natal. Dos semanas antes de ese día en mayo, mientras se encontraba bajo custodia en un centro de detención en Louisiana, fue confirmada su prueba de COVID-19, y seguía manifestando síntomas.

Cuando le reveló su estado a un oficial de ICE en el aeropuerto, éste lo envió con una enfermera que solamente le administró Tylenol (paracetamol). Después de eso se encontraba en el avión que aterrizaría en la capital Puerto Príncipe. Admild es uno de los más de 40,000 inmigrantes deportados de los Estados Unidos desde marzo, según datos de ICE.
A pesar de las cuarentenas implementadas por gobiernos alrededor del mundo, y las medidas de salubridad para evitar la propagación del virus, el ICE continúa deteniendo personas, moviéndolas de estado a estado, y deportándolas sin medidas sanitarias de contención.
La investigación reveló cómo las condiciones inseguras y un sistema de pruebas disperso ayudó a convertir a ICE en un propagador doméstico y global del virus, y cómo la presión del gobierno estadounidense obligó a otros países a recibir deportados enfermos.
Los más de 30 inmigrantes entrevistados describieron las condiciones antihigiénicas y apretadas en los centros de detención, donde el distanciamiento social era prácticamente imposible, y los equipos de protección inexistentes.

ICE ha confirmado 3,000 casos positivos de COVID-19 en los detenidos en sus instalaciones. Sin embargo, la cantidad pruebas para la detección del virus están reducidas.
En el reportaje también se rastrearon más de 200 vuelos de deportaciones, algunos llenos de pacientes enfermos de coronavirus, desde marzo hasta junio. El Salvador y Honduras, por ejemplo, han recibido a más de 6,000 deportados desde finales del primer trimestre de este año.
En abril, el presidente Trump agradeció a los mandatarios de ambos países por su cooperación y aseguró que enviaría ventiladores para auxiliar con el tratamiento de los pacientes más graves.
Hasta el momento, los gobiernos de 11 países han confirmado que entre los deportados recibidos habían algunos con COVID-19. Después de cuestionar al organismo, ICE declaró que se encontraba tomando las precauciones necesarias y siguiendo los lineamientos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

La semana pasada, ICE declaró que solamente tenía la capacidad de aplicar pruebas confirmatorias a una cantidad limitada de inmigrantes antes de enviarlos de regreso a sus países de origen. Sin embargo, los vuelos de deportación continúan.
Trump elogió la construcción del muro durante una reunión sobre operaciones antidrogas con el Comando Sur del Ejército (SOUTHCOM) en Miami, Florida, asegurando que la existencia de la barrera ha impulsado a disminuir el número de personas que ingresan al país y, por lo tanto, ha beneficiado la lucha contra la propagación del coronavirus.
“Resultó ser muy afortunado para nosotros tener el muro o nos hubiéramos inundado porque tienen problemas muy grandes allá”, señaló ante autoridades federales y del ejército estadounidense.
Durante la comparecencia habló sobre la visita del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a Washington, D.C. Declaró que mientras que el país ha tenido varios obstáculos con la pandemia, el mandatario ha realizado un “trabajo fantástico” en su administración.

Reafirmó que “muy pronto” se completará la construcción del muro. Una de sus principales promesas de campaña, para el final de 2020, de acuerdo con el presidente, estarán terminados los 725 kilómetros de barrera. En los primeros 4 años de mandato, se ha construido 322 kilómetros.
“Hay dos cosas que nunca cambian: muros y ruedas. Son dos cosas que jamás cambian en mil años: una rueda y un muro. Funcionan”, dijo el mandatario.
Estados Unidos, según datos de la Universidad John Hopkins, es el país más afectado en el mundo por COVID-19: tiene más de 3.1 millones de casos confirmados y aproximadamente 133,000 muertes.
No es la primera vez que Trump realiza estas declaraciones: alegó el pasado 23 de junio que su “muro” ha “frenado” la entrada de la COVID-19 desde México, a pesar de que su país supera con creces al vecino en número de muertes y de que los estados fronterizos de Arizona, Texas y California experimentan un fuerte repunte de contagios.

El Gobierno de Trump ha cerrado temporalmente la frontera con México para viajes no esenciales y ha extendido indefinidamente la práctica de expulsar a aquellos inmigrantes que entran irregularmente en el país por la zona limítrofe, con el objetivo declarado de contener la pandemia.
“Sin estas medidas, la frontera sur sería un epicentro global de la transmisión del virus”, opinó Trump, desde un condado fronterizo que es, paradójicamente, uno de los más afectados por la COVID-19 en Arizona.
Muchos solicitantes de asilo están ahora varados en la zona fronteriza de México, sin ninguna pista sobre cuándo podrán presentarse ante un juez de inmigración, pero Trump aseguró que si siguieran entrando al país, habría “una catástrofe de coronavirus en la frontera sur”.

Trump hizo esas declaraciones antes de desplazarse a un tramo de la valla fronteriza en la cercana localidad de San Luis, donde estampó su firma en una placa instalada en el “muro” para conmemorar las 200 millas (322 kilómetros) de barrera completada por su Gobierno.
De ese tramo, solo 3 millas (4.8 kilómetros) se han erigido en partes de la frontera donde EE.UU. no tenía ninguna valla hasta ahora: la gran mayoría del “muro” es un reemplazo y modernización de verjas instaladas hace años, según datos de mayo de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP).
El mandatario presumió, sin embargo, de los avances en la construcción de ese nuevo sistema fronterizo de acero, que definió como equipado con tecnología de punta e “inescalable”, a no ser que alguien “consiga una escalera extraordinariamente alta” debido a sus 30 pies aproximados de altura (9.1 metros).
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