Gloria y tragedia de Maurizio Gucci y la trama del asesinato urdido por su ex esposa, que interpretará en el cine Lady Gaga

La célebre marca nació de manos de un talabartero y llegó a la cumbre en lujo, fama y ganancias colosales de la mano del nieto de su fundador.

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El 27 de marzo de 1995, dos años antes de que el psicópata y asesino serial Andrew Cunanan matara de dos balazos en la cabeza a Gianni Versace, dueño de un imperio de la moda, en su mansión de Miami, Maurizio Gucci, de 46 años, abre la puerta de su casona, en Milán, rumbo a su trabajo, la cierra por última vez. A quemarropa, un ladrón de poca monta, Benedetto Ceraulo (35 años), le dispara tres veces. Chambón, lo hiere en un glúteo y un hombro: recién la tercera bala acaba con su presa.

A unos metros, en un auto, lo espera el chofer Orazio Cicala (58). Prueba de premeditación y alevosía…

La policía no tarda en caerles encima. A los dos matones por encargo (confesaron ser sicarios), al portero de un hotel, y a una vidente y consejera napolitana, Giuseppina Auremma. Cuarteto mortal que se repartió unos 80 mil dólares por el crimen…, y que llevó a los investigadores, en línea directa y sin paradas, hasta Patrizia Reggiani (49) hija de un zar del transporte y ex mujer de Maurizio Gucci desde 1984 hasta 1996: doce tormentosos años por cuestiones de dinero, y dos hijas: Alessandra y Allegra, por entonces de 21 y 16 años, y herederas universales de la mitad de la fortuna del muerto: la otra mitad fue vendida a un grupo árabe por Paolo Gucci, un primo de Maurizio…

Maurizio Gucci, nieto del fundador de la marca de moda que lleva su nombre, dio vuelta la empresa en los años 80. Fue asesinado cuando salía de su casona en Milán en 1995.
Maurizio Gucci, nieto del fundador de la marca de moda que lleva su nombre, dio vuelta la empresa en los años 80. Fue asesinado cuando salía de su casona en Milán en 1995.

Pasada una semana desde el asesinato, y de madrugada, la policía hizo sonar el timbre de la casa de Patrizia, cuando ya la prensa la llamaba “La viuda negra”…

Abrió, tranquila:

–Ustedes vienen por la muerte de mi marido.

Un poco antes, casi al cierre del féretro, la Reggiani invadió la casa de su ex con la excusa de llevarse un suéter para sus hijas, “de recuerdo”. Pero otra fue la intención. Olfatear el destino de la fortuna del muerto, ya que durante años vivió aterrada por un fantasma: que Maurizio derrochara su fortuna a cuatro manos (tenía otra pareja, Paola Franchi, no con menos ambiciones) y pusiera en peligro la herencia de sus hijas.

El cuerpo de Gucci es retirado de su mansión el 27 de marzo de 1995.
El cuerpo de Gucci es retirado de su mansión el 27 de marzo de 1995.

Entre los objetos confiscados por los investigadores había algunos capítulos de un libro que la Reggiani escribía sobre la dinastía Gucci, y en uno, cierta frase reveladora: “Hay quien muere en un accidente de auto. O de enfermedad. O por otras causas. Pero hay quien tiene el privilegio de ser el blanco de un asesino a sueldo”.

Casi una confesión…

A juzgar por ciertos testimonios, el glamour, sinónimo de la marca Gucci, tuvo un telón de fondo de personajes a intereses volcánicos.

Según Jennifer Puddefoot, viuda de Paolo, el primo de Maurizio muerto en Londres en enero de 1995 y el hombre que les vendió el 50 por ciento de la empresa a los árabes, “eran tal para cual, dos almas gemelas idénticas por su fuerza destructiva. La maldición de esa familia es hacer sufrir a la gente…, ¡hasta después de muertos!”

No exageraba…

Benedetto Ceraulo (a la izquierda) y Orazio Cicala (derecha), los mercenarios contratados por Patrizia Reggiani para matar a Gucci.
Benedetto Ceraulo (a la izquierda) y Orazio Cicala (derecha), los mercenarios contratados por Patrizia Reggiani para matar a Gucci.

Con odios dignos de ciertas familias del Renacimiento, tanto en Milán, en Roma, en Florencia, el difunto Paolo, a cargo de la Casa Gucci en Nueva York, mandó preso a su padre, Guccio, acusándolo de fraude fiscal en los Estados Unidos –con lo que eso implica–, y acorraló a Maurizio con denuncias de evasión de impuestos. Pero éste fue más sutilmente florentino que su terrible primo: lo cercó con otros pleitos –por caso, negocios con la mafia–, hasta ocupar el trono. En adelante pudo navegar, tranquilo y libre de culpa, en el Creole, yate de sesenta metros de eslora que le compró al mítico armador griego Stavros Niarchos, enemigo en la vida y en los negocios de otra leyenda: Aristóteles Onassis…

También florentino y nacido en marzo de 1881, Guccio Gucci funda, a sus 25 años, una talabartería y la bautiza con su apellido. Cinco letras muy marquetineras: palabra corta, fuerte, pegadiza, difícil de olvidar.

Un raro impasse… Deja el negocio en manos de un amigo, ronda por Barcelona, y recala como maitre el hotel Savoy de Londres: un gran aprendizaje sobre qué es y que quiere el gran mundo...

Patrizia Reggiani, la mujer que contrató a los sicarios para asesinar a su ex marido, Maurizio Gucci. Fue condenada a a 29 años de prisión, salió en libertad en octubre de 2016, tras cumplir 18 años tras las rejas.
Patrizia Reggiani, la mujer que contrató a los sicarios para asesinar a su ex marido, Maurizio Gucci. Fue condenada a a 29 años de prisión, salió en libertad en octubre de 2016, tras cumplir 18 años tras las rejas.

Retorna en 1920 dispuesto a ser un número uno. La factoría Gucci despliega todo su arsenal basada sobre una premisa: artesanía inmejorable, lujo, sofisticación, desde una corbata hasta vestidos de alta costura, pret-a-porter, carteras, trajes, smokings, perfumes: lo mejor de la vida en el logo GG…

Dato definitorio: en 2018, el grupo francés Kering, dueño de las marcas Gucci, Saint Laurent, Balenciaga… ¡ganó 3.800 millones!

Detrás y años antes, la zona oscura, más allá de la salvaje pugna entre los primos. En 1986, el ex alcalde de New York Rudy Giuliani encarceló a Aldo Gucci, el mayor de los hijos del fundador, por evasión de impuestos…

Las hijas de Mauricio Guzzi, Allegra y Alessandra, junto a su abuerl,a Silvana Barbieri, durante el juicio a su madre por el asesinato de Maurizio, el 1998.
Las hijas de Mauricio Guzzi, Allegra y Alessandra, junto a su abuerl,a Silvana Barbieri, durante el juicio a su madre por el asesinato de Maurizio, el 1998.

Y en el centro del drama, el asesinato de Maurizio, el hombre cuyo lema era “prefiero llorar en un Rolls Royce que ser feliz en una bicicleta”.

En cuanto a Patrizia Reggiani, su ex mujer y contratista del sicario que lo quemó de tres balazos, no hubo dudas: “Ella tramó el asesinato con la ayuda de su vidente porque no pudo aceptar el rechazo de su marido y la pérdida de su status social” (parte del veredicto).

Condenada a 29 años de cárcel, cumplió sólo 16, pobre y alejada de sus hijos y nietos. Pero logró que el estado italiano le reconociera parte de la herencia: un millón de euros por año y de por vida…

La historia, el apogeo, los odios, los dramas y la sangre derramada del imperio GG no podían eludir el cine. Bajo la mano maestra del director Ridley Scott, y con foco en el asesinato de Maurizio Gucci… ¡habrá film! Aun se barajan nombres (¿Leonardo DiCaprio será Maurizio?), pero uno es inamovible. La instigadora del crimen será Lady Gaga. Nada menos.

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