El asombroso Maracaná, estadio de los grandes sucesos: de Garrincha y Frank Sinatra a Pelé y los Stones

Sede de la final de la Copa Libertadores, el gigante de Rio de Janeiro nació por el impulso de un periodista y a pedido de la FIFA se transformó en las últimas décadas. Tiene 231 baños y 60 bares, un salón de la fama y anécdotas de todos los colores

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En épocas de pandemia, el Maracaná se transformó. En su predio levantaron un hospital con 400 camas.
En épocas de pandemia, el Maracaná se transformó. En su predio levantaron un hospital con 400 camas.

“Sólo tres personas logramos silenciar el Maracaná: El Papa Juan Pablo II, Frank Sinatra y yo”, solía ironizar Alcides Edgardo Chiggia, autor del legendario gol que por años pareció echar una maldición a uno de los considerados como grandes templos del fútbol mundial y que será sede de la tercera final a partido único de Copa Libertadores y con la particularidad de que será entre dos equipos paulistas en tierras cariocas, Santos y Palmeiras.

Chiggia se refería al que para muchos es el acontecimiento más asombroso de la historia del fútbol, el llamado “Maracanazo” del 16 de julio de 1950, cuando tras el empate de Juan Alberto Schiaffino a los 21 minutos del segundo tiempo, trece minutos después anotó el gol con el que la selección uruguaya pudo dar vuelta el resultado (ganaba Brasil 1-0 con tanto de Friaꞔa) y consagrarse campeona del mundo por segunda vez, cuando al conjunto local le bastaba con un empate para ganar el cuadrangular final y además, era el claro candidato a quedarse con la Copa (al punto que el presidente de la FIFA, Jules Rimet, sólo tenía preparado su discurso en portugués).

El estadio Maracaná, que primero se llamó oficialmente “Municipal” y que desde 1966 tomó el nombre del periodista de “Jornal Dos Esportes” Mario Filho una vez que éste falleció de un ataque cardíaco a los 58 años, por el empuje que éste dio a la construcción de la mole y hasta llevó a cabo una encuesta popular desde su medio después de que la idea surgiera del prefecto de Río de Janeiro de la época, Mendes de Morais, a partir de conocerse que se le había otorgado a Brasil la organización de la Copa del Mundo de 1950.

Angelo Mendes de Morais pensaba que lo conveniente para la construcción era llevarla a cabo en la zona del Río Maracaná, en Tijuca, en los terrenos del antiguo Derby Club, que había sido sede para la práctica de turf, y que habían sido adquiridos con ese fin en 1885, pero que luego fueron abandonados y se utilizaban como depósito para coches del Ejército. Todavía no existía el Barrio Maracaná, que circunda el estadio, y que sólo comenzó a tener vida en 1981. Fue tal el empuje de Mario Filho que uno de los grandes cronistas históricos de Brasil, Nelson Rodrigues, lo llamó “Creador de Multitudes”.

  El tiro de Chiggia se hace inalcanzable para el arquero brasileño Moacir Barboza y tras golpear la red se oye el silencio de las 200.000 almas que desbordaban el Maracaná para ver triunfar a Brasil. Pero lo levantó Uruguay.
El tiro de Chiggia se hace inalcanzable para el arquero brasileño Moacir Barboza y tras golpear la red se oye el silencio de las 200.000 almas que desbordaban el Maracaná para ver triunfar a Brasil. Pero lo levantó Uruguay.

“Maracaná” es un nombre indígena que es por el ave Maracaná-Guazú, de la zona (pájaro verde, guacamayo) y se usó para bautizar al río de esa zona. “La primera obligación era levantar el estadio. Pues bien. Aquí lo tienen. Yo he cumplido. La segunda obligación es obtener el título para Brasil. Ahora les corresponde cumplir a ustedes”, dijo entonces el alcalde Mendes de Morais el día de la inauguración, el 16 de junio de 1950, cuando la selección paulista venció 3-1 a la carioca aunque el primer gol de la historia del estadio fue convertido por Didí, entonces jugador del Fluminense (años más tarde sería DT de River). La piedra fundamental había sido colocada el 2 de agosto de 1948.

Ocho días más tarde, Brasil inició oficialmente en el Mundial lo que parecía un camino seguro a su primer título, al debutar con una goleada de 4-0 ante México. Sin embargo, todo se derrumbaría el 16 de julio en la última fecha del cuadrangular final ante Uruguay para enorme tristeza de su pueblo, que llenó como nunca el Maracaná con 199.854 espectadores, aunque se calcula que terminó albergando a 220.000 personas porque ante tanta presión para ingresar, se abrieron las puertas. Ese día, en el estadio estuvo cerca del diez por ciento de su población.

Aquella derrota contra Uruguay dejó heridas que recién comenzaron a cicatrizarse con la obtención de la primera Copa del Mundo en Suecia 1958. “Recuerdo la tristeza de mi padre y le prometí que yo ganaría un Mundial para compensarlo”, contó años más tarde Pelé, que en aquel momento tenía apenas nueve años. La selección brasileña, que acostumbraba jugar de blanco, comenzó a usar el verde-amarillo en el siguiente Mundial de Suiza 1954. mientras que el arquero Moacir Barbosa Nascimento, al que Uruguay le marcó los dos goles, no era bien recibido en las concentraciones de equipos nacionales porque se decía que portaba mala suerte.

El Maracaná albergó campeonatos sudamericanos (el último fue el de 2019, cuando se consagró campeón ante la selección peruana de Ricardo Gareca), un Mundial de Clubes, partidos de Copa Libertadores, la final de los Juegos Olímpicos de 2016, Juegos Panamericanos de 2007. La Copa Confederaciones 2013, y dos Mundiales, el de 1950 y el de 2014, además de innumerables partidos de torneos Carioca y Brasileirao. Está administrado por Flamengo y Fluminense. Antes, también por el Botafogo, pero ahora tiene su estadio propio.

El Maracaná tuvo varias transformaciones. La mayoría de ellas por sugerencias de la FIFA, para pasar de los casi 200.000 espectadores originales a los 78.838 de la actualidad, tras la última remodelación para el Mundial 2014, cuando fue llamado “Nuevo Maracaná”, en ocasión de la organización del Mundial de Clubes de 2000, que fue ganado por Corinthians (venció a Vasco Da Gama por penales). En 1999 redujo su capacidad a 140.000 personas. En 2005, con miras a los Panamericanos de 2007, bajó a 103.000.

Su primer cartel indicador, para el Mundial de 1950, era manual, en 1960, electrónico, y más tarde, digital, y para los Panamericanos de 2007 también fue remodelado el “Maracanazinho” anexo, un gimnasio con público para la práctica de deportes como voleibol o básquetbol. Al complejo se le agregan el Parque Acuático “Julio Delamare” y el estadio de atletismo “Célio de Barros”

Uno de los momentos más duros que atravesó el estadio en cuanto a su construcción fue cuando el 12 de julio de 1972, durante una final del Campeonato Brasileño entre Flamengo y Botafogo, se desplomaron algunas gradas desde ocho metros de altura y cayó al vacío más de un centenar de personas, de las que tres perdieron la vida. Aquella vez asistieron 150 mil personas. Después de esa tragedia, el Maracaná estuvo cerrado por siete meses y reabrió con algunos cambios en las butacas.

De los 200.000 espectadores en sus inicios, el estadio pasó a 75.000 para el Mundial 2014. La mayoría de sus transformaciones fueron por pedidos de la FIFA
De los 200.000 espectadores en sus inicios, el estadio pasó a 75.000 para el Mundial 2014. La mayoría de sus transformaciones fueron por pedidos de la FIFA

La mayor asistencia de público para un partido entre dos equipos del fútbol brasileño en el Maracaná se produjo en la final del torneo carioca de 1963 entre Flamengo y Fluminense, con 194.000 espectadores. Ese mismo año, Santos, que tenía a Pelé en su plantel, se consagró bicampeón intercontinental ante el Milan (ya en 1962 había vencido al Benfica), tras obtener también por segunda vez la Copa Libertadores ante Boca, al que venció en la ida 3-2 en Río de Janeiro y luego volvió a repetir en Buenos Aires (2-1).

Recién al año siguiente, en 1964, el Santos fue eliminado de la Copa Libertadores al caer frente a Independiente 3-2 por las semifinales en el Maracaná, en lo que fue el primer triunfo de un equipo de clubes en este estadio. Ocurrió el 15 de julio y los goles rojos fueron marcados por Mario Rodríguez, Raúl Bernao y Luis Suárez. En aquella oportunidad no jugó Pelé. En la revancha en Avellaneda. Independiente se impuso por 2-1 y accedió a la final, para luego obtener su primer título continental.

Muy pocos equipos argentinos se dieron el lujo de ganar en este legendario estadio. El 5 de agosto de 1985, Argentinos Juniors, luego campeón de esa edición de Copa Libertadores, se impuso 1-0 al Fluminense con gol de Miguel Ángel Lemme, y los “Bichos Colorados” repitieron el 3 de octubre de 1989 al vencer a Flamengo por 1-0, con gol de Silvio Rudman, por la Supercopa.-

Boca consiguió ganar una sola vez, el 2 de septiembre de 1998 a Flamengo por 2-0 por la Copa Mercosur con un mix entre titulares y suplentes que armó el entonces director técnico Carlos Bianchi. Los goles los marcaron Emiliano Rey y Aníbal Matellán, mientras que River se impuso dos veces y en ambas ante el mismo rival y por el mismo torneo aunque en 2000. El 22 de agosto, por la fase de grupos, venció 2-1 con goles de Pedro Sarabia y Martín Cardetti, y por los cuartos de final, el 31 de octubre, por el mismo marcador (tantos de Ariel Ortega y Javier Saviola).

Independiente consiguió ser campeón dos veces en el Maracaná, en 1995 de la Supercopa y en 2017 de la Copa Sudamericana, aunque en ninguna de las dos ocasiones fue con triunfos sino con una derrota de 1-0 en la primera, y un empate 1-1 en la segunda.

Y tampoco a la selección argentina le resultó fácil ganar allí. Sólo lo hizo tres veces. La primera de ellas no es contada oficialmente por las organizaciones brasileñas debido a que sostienen que en verdad se trató de un representativo paulista. Fue el 5 de diciembre de 1956 y el conjunto nacional se impuso 2-1 (José Sanfillippo y Antonio Garabal, Indio para Brasil) pero un año más tarde, el 7 de julio de 1957, consiguió volver a ganar en el mismo escenario por la Copa Roca y otra vez 2-1 (Ángel Labruna y Miguel Antonio Juárez, y Pelé para Brasil). Recién 41 años más tarde, el 29 de abril de 1998, el equipo argentino volvió a ganar 1-0 con gol de Claudio López en un amistoso previo al Mundial de Francia.

Garrincha brilló en todas las canchas, pero cuando murió en la miseria fue velado en el Maracaná, donde miles de personas acudieron a la despedida.
Garrincha brilló en todas las canchas, pero cuando murió en la miseria fue velado en el Maracaná, donde miles de personas acudieron a la despedida.

Hubo otros hechos que marcaron la historia futbolística del Maracaná, como los festejos del gol mil de Pelé el 19 de noviembre de 1969 en la victoria del Santos sobre Vasco da Gama 2-1, al marcar un penal ante el arquero argentino Edgardo “Gato” Andrada. El partido estuvo suspendido varios minutos, cuando el astro brasileño fue levantado en andas y ante una nube de micrófonos pidió que se acuerden de los niños. Ya desde hacía ocho años que había en el estadio una placa recordando a Pelé por un gol que le había concretado al Fluminense luego de eludir a medio equipo. Sin embargo, el máximo anotador de la historia de esa cancha es Zico, con 333 goles. Pelé ganó allí tres títulos brasileños.

Queda en el recuerdo el velatorio de Garrincha, que había muerto en la miseria, ante una multitud y envuelto en la bandera de Botafogo el 20 de enero de 1983, el gol de Renato Gaúcho con la barriga, que le dio el título al Fluminense ante Flamengo en 1995, la vuelta de Roberto “Dinamite” con sus cinco goles ante el Corinthians por el torneo Brasileño de 1980, la “Goleada de la Venganza” del 6-0 de Flamengo a Botafogo en 1981 con Zico como protagonista, el primer Mundial de Clubes ganado ó el tiro libre de Petkovic que le dio el título carioca al Flamengo en 2001.

Si en el histórico 5-0 de Flamengo a Gremio por los cuartos de final de la Copa Libertadores de 2019 el árbitro fue el argentino Patricio Loustau, su padre, Juan Carlos, dirigió otro partido recordado, el del 3 de septiembre de 1989, cuando Brasil y Chile definían la clasificación al Mundial de Italia 1990 y comenzaron a caer petardos y elementos explosivos desde la tribuna que estaba detrás del arco de Roberto “Cóndor” Rojas. A los 67 minutos, el arquero chileno fingió que había sido alcanzado por una bengala pero luego se supo que utilizó un bisturí para realizarse un corte en la cabeza. Los jugadores chilenos abandonaron el partido, que luego se les dio por perdido y Rojas, expulsado de por vida.

Están los que tienen grabadas a fuego dos grandes producciones de Romario ante Uruguay, en 1989, por la final de la Copa América con un gol suyo que le dio el título a Brasil, y cuatro años más tarde, sus dos tantos para un 2-0 por la clasificación para el Mundial de estados Unidos 1994 que para muchos (incluso para él mismo) fue la mejor actuación de “O Baixinho” en su carrera, justo cuando volvía al equipo nacional después de muchas presiones por no ser tenido en cuenta por el entrenador Carlos Alberto Parreira.

Alejandro Sabella, director técnico argentino, patea durante la final de Brasil 2014 donde perdió la selección argentina en el Maracaná.
Alejandro Sabella, director técnico argentino, patea durante la final de Brasil 2014 donde perdió la selección argentina en el Maracaná.

Otros recuerdan cuando el 26 de julio de 1983 se llevó a cabo “El Desafío del Voley” con 95.887 espectadores que presenciaron el triunfo de Brasil ante la Unión Soviética por 3-1 bajo una intensa lluvia, y fue tanta la expectativa que se reemplazó al gimnasio “Maracanazinho” por el gran estadio de fútbol. Y más cercanos están la final del Mundial 2014 en la que Alemania se impuso 1-0 a la Argentina con gol de Mario Götze en el alargue, cuando la organización de ese torneo tuvo que sufrir por el atraso previo en las obras, las presiones de la FIFA, un paro de funcionarios por reclamos salariales, y los efectos de una lluvia torrencial que arruinó parte de la remodelación. Dos años más tarde, también en el Maracaná, por fin la selección brasileña pudo ganar la medalla dorada olímpica al vencer por penales a Alemania en la final tras empatar 1-1. Tras esa competencia, el estadio fue casi desterrado al olvido, hasta que se recuperó para marzo de 2017.

Pero no sólo fue escenario de hechos deportivos. El Maracaná recibió también shows de artistas de renombre internacional como Tina Turner, Frank Sinatra. Madonna, Backstreet Boys, The Police, Rolling Stones, Kiss o Paul Mc Cartney, que ingresó en el libro Guiness por el récord de 180.000 personas en un recital como solista, mientras que uno de los mayores festivales del mundo de la música fue la segunda edición de “Rock in Río” de 1991, que alcanzó a llevar 700.000 personas.

También recibió la ceremonia religiosa del Papa Juan Pablo II, que reunió a más de cien mil personas tanto en su primera visita (1980) como en la segunda (1997).

Tras las obras para el Mundial 2014, el estadio ahora cuenta con un Salón de la Fama con las huellas de los pies de los más grandes cracks de la historia que pasaron por allí. Otros salones dedicados a los equipos cariocas, o a las camisetas de las distintas selecciones brasileñas según el paso del tiempo, un lugar especial dedicado a Pelé, otro en el que aparecen, con la misma estatura, Ronaldinho y Marta, la gran estrella del fútbol femenino varias veces elegida mejor del mundo por la FIFA.

Con 231 baños, 60 bares y 20.000 lámparas LED, este Maracaná que será sede de la final de la Copa Libertadores entre Palmeiras y Santos ya no muestra ciertas particularidades como un teléfono público a metros del campo de juego, y hoy, más atento a la pandemia del coronavirus, tiene construido en su parte externa un hospital de campaña con 400 camas para atender pacientes en estado grave.

En cambio, persisten brillantes anotaciones como en las paredes del túnel que conduce a los jugadores del amplísimo vestuario al césped. Como la del gran Nelson Rodrigues: “En el pase, el hombre se reconoce como ser social”.

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