El misterio de los guantes ensangrentados que cambió el juicio de O.J. Simpson y lleva 25 años sin resolverse

En octubre de 1995 la ex figura de la NFL fue declarado no culpable por el doble asesinato de su ex esposa, Nicole Brown Simpson, y Ronald Goldman

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El momento en el que O. J. Simpson se probó los guantes en el tribunal

Orenthal James Simpson era una de las personas más famosas de los Estados Unidos, había sido uno de los mejores jugadores de la NFL de todos los tiempos, MVP de temporada, ganador de un Superbowl, integrante del Salón de la Fama e ídolo de millones. Sin embargo, toda su carrera quedó manchada el 13 de junio de 1994, cuando un hallazgo de la policía cambió su vida para siempre y lo puso en la mira de la sociedad.

El Pueblo contra O. J. Simpson fue el nombre del caso que llevó al Estado de California a acusarlo por el doble crimen de su ex esposa, Nicole Brown Simpson, y su amigo, Ronald Goldman, quienes fueron apuñalados en el patio frontal de la casa que la mujer tenía en Brentwood, al oeste Los Ángeles. Entre las evidencias encontradas en la escena se destacó un guante ensangrentado cuyas manchas pertenecían a ambas víctimas, según un análisis de ADN realizado más adelante.

La policía se dirigió de inmediato a la mansión de O. J. para notificarle lo sucedido, pero al no encontrar respuesta frente a la puerta y debido a la urgencia de la situación, uno de los agentes saltó uno de los muros e ingresó a la propiedad. Allí, halló en el patio trasero la camioneta Bronco de la leyenda de la NFL con manchas de sangre en una de sus puertas y el otro guante ensangrentado que completaba el par. Con semejante prueba, O. J. se convirtió en el principal sospechoso y único acusado.

Juice, como se lo conoce popularmente, fue arrestado el 17 de junio de 1994 tras una persecución policial que fue seguida por las cámaras de televisión y que obligó, por única vez en la historia, a interrumpir una final de la NBA, para mostrar cómo el ex jugador de fútbol americano huía en su Bronco blanca con su amigo Al Cowlings. Se estima que alrededor de 95 millones de personas vieron en vivo su desesperado intento por escapar de la situación por las autopistas de Los Ángeles y cómo más tarde decidió bajar del vehículo y entregarse.

Simpson fue encarcelado de inmediato sin derecho a fianza y a la semana siguiente se declaró inocente, por lo que entonces comenzó un largo camino judicial en búsqueda de la verdad.

O. J. Simpson junto a su amigo Robert Kardashian, padre de las mediáticas hermanas (AP)
O. J. Simpson junto a su amigo Robert Kardashian, padre de las mediáticas hermanas (AP)

El Juicio del Siglo, como se lo conoció mediáticamente, se estiró desde enero de 1995 hasta octubre de ese mismo año, pero la fecha clave para entender su desenlace fue el 15 de junio: el día de los guantes.

Hasta ese momento, la fiscalía sostenía que esa evidencia era la clave para dejar a O. J. tras las rejas. Había prueba genética que marcaba que la sangre coincidía con la de las víctimas, además uno de los guantes había sido encontrado en la escena del crimen y otro la propiedad del acusado. Solamente era cuestión de tiempo para que el jurado se convenciera de la contundencia de semejante prueba. Por su parte, los abogados defensores argumentaban que éstos habían sido plantados por el oficial Mark Fuhrman, un agente racista que había participado de los allanamientos la noche del crimen.

Mientras tanto, en las calles el racismo se había apoderado del juicio y todo parecía centrarse en una especie de guerra entre negros y blancos en donde O.J. era culpable o inocente de acuerdo a su color de piel. Es por esa grieta que el fiscal afroamericano Chris Darden estaba en el ojo de las críticas: “Hubo amenazas hacia mí, mi familia, mis hijos, por lo que crearon un nivel de estrés completamente diferente. Realmente hizo que fuera difícil procesar el caso y centrarse en el caso”, contó en 2016 a ABC News. Es que su labor era la de demostrar que el ídolo popular era un asesino, pese a la enorme cantidad de afrodescendientes que sostenían lo contrario y por lo tanto lo tildaban de traidor. Fue por esa presión que se ejercía sobre él que tal vez decidió aquel 15 de junio pedirle al acusado que se probara los guantes ensangrentados. Claro, él desconocía un detalle.

“Me probé el guante. Era un poco ancho en mi palma y un poco largo en mis dedos”, reconoció a Fox News hace algunos años Robert Shapiro, uno de los abogados de Simpson. Él fue quien alertó a su cliente de que no temiera, de que de ninguna manera esa prenda podía caber en sus manos. Pero Darden no estaba al tanto de eso.

La escena recorrió el mundo y quedó en la historia. Como el juicio estaba siendo televisado, todos pudieron ver el instante en el que O. J. recibió el guante izquierdo se lo colocó en su mano y con una sonrisa en su rostro le mostró a todos los presentes que no le entraba. Luego, se acercó al jurado y mientras continuaba sonriendo dejó en claro que no había manera de que encajase. También se probó el par derecho y al tener los dos en sus manos sin que éstos pudiesen cubrir el total de sus palmas, levantó sus brazos, encogió sus hombros y cerró así uno de los momentos judiciales más increíbles de la historia: “Demasiado apretados”.

De inmediato surgió una de las frases más recordadas de aquel episodio y que hasta hoy en día es parte del vocablo popular en los Estados Unidos: “Si no encaja, debe absolver”, señaló Johnnie Cochran, quien lideraba la defensa de Juice y advirtió en ese instante que había ganado.

El momento icónico de O. J. con los guantes de frente al jurado. Detrás de él, el difunto Johnnie Cochran (AP)
El momento icónico de O. J. con los guantes de frente al jurado. Detrás de él, el difunto Johnnie Cochran (AP)

Han pasado 25 de años de aquel momento y hasta el día de hoy nadie comprende por qué esos guantes no entraron en sus manos. Incluso, muchos de los protagonistas del juicio han dado sus versiones y sus sospechas sobre lo que creen que pasó. El más buscado para declarar sobre este asunto ha sido el fiscal Darden, quien no tiene dudas de lo que pasó ese día. Él siempre sostuvo que esos guantes cabían perfectamente en las manos de O.J.: “No creo que no encajaran”, aseguró en 2016 a la revista People y agregó: “Pero fue una gran imagen para la defensa y fue una gran actuación de O.J.”.

“Creo que todo el asunto del guante fue la jugada más brillante en la sala del tribunal penal en la historia de la jurisprudencia estadounidense”, sostuvo ese mismo año al programa de televisión norteamericano TODAY. A su vez, en 2012 apuntó directamente contra el fallecido Johnnie Cochran, abogado principal de Simpson: “Creo que Johnnie rompió el revestimiento (...) Hubo algunos desgarros adicionales en el forro, por lo que los dedos de O.J. no pudieron llegar hasta el guante”.

En su autobiografía, In Contempt, el ex fiscal se mostró arrepentido de haber obligado al acusado a colocarse los guantes y reveló que tras ese error, su rol en el caso cambió, ya que su compañera, la fiscal Marcia Clark, detuvo su diálogo hacia él: “No me habló durante unos días. Durante semanas después de eso, me quedé fuera de las decisiones importantes relacionadas con el caso”. Incluso, reveló que la llamó días más tarde para decirle: “Lamento haber arruinado tu caso”.

La propia Clark fue quien afirmó a NBC News que la razón por la cual la prenda no encajaba podía explicarse en que los guantes de látex que se usaban debajo de los de cuero para no contaminarlos pudieron haber provocado mayor fricción y por lo tanto arruinado el ajuste. A su vez, otros expertos en la materia han apuntado que tal vez los productos utilizados sobre los guantes para que la sangre no desapareciera de los mismos pudieron haber achicado su tamaño o vueltos menos flexibles.

Christopher Darden trabajó durante 15 años en la oficina del fiscal de distrito en el Condado de Los Ángeles, hasta que fue despedido tras el caso de O. J. Simpson. Actualmente tiene 64 años (AP)
Christopher Darden trabajó durante 15 años en la oficina del fiscal de distrito en el Condado de Los Ángeles, hasta que fue despedido tras el caso de O. J. Simpson. Actualmente tiene 64 años (AP)

En 2015, Lawrence Schiller, autor de American Tragedy: The Uncensored Story of the OJ Simpson Defense aportó un dato desconocido para la mayoría hasta el momento, al contar ABC News que el ex jugador de fútbol americano había abandonado su medicación contra las artritis hacía semanas: “Nadie en la defensa sabía lo que estaba haciendo Simpson, excepto (Robert) Kardashian (amigo de O.J.), en términos de tomar su medicación. No era que los abogados conspiraran con él. Kardashian fue quien lo descubrió un día mientras hablaba con Simpson”.

Este dato fue confirmado al año siguiente por Mike Gilbert, ex agente de Juice, durante un documental de ESPN. A su vez ya había sido señalado por el propio Darden en una entrevista a Los Ángeles Times en 1995: “El señor Simpson tiene artritis y analizamos los medicamentos que toma y algunos son antiinflamatorios. Y nos dicen que no ha tomado el medicamento durante un día, y le causó hinchazón en las articulaciones e inflamación en sus manos”.

Más allá de todas estas versiones, lo único cierto es que el 3 de octubre de 1995 el jurado declaró no culpable por el doble crimen a O.J. Simpson, quien dos años más tarde fue ordenado a pagarle USD 33,5 millones a las familias Brown y Goldman, al ser apuntado como responsable por las muertes en un juicio civil. Desde aquel momento, la batalla legal y el caso de los guantes ha sido objeto de decenas de libros, documentales y hasta una mini-serie, pero pese a todo nunca se pudo confirmar quién fue el que los utilizó aquella noche.

En 2012, el programa Investigation Discovery emitió un capítulo llamado My Brother the Serial Killer en el que un tal Clay Rogers confesó que fue su hermano el asesino. Según reveló, Glen había conocido a Nicole Brown hacía tiempo y en algún momento le comentó que iba a matarla, pero él y su familia nunca le creyeron ni una sola palabra.

Luego, el 13 de noviembre de 1995, Glen Edward Rogers, más conocido como The Cross Country Killer, fue detenido y condenado a pena de muerte por el asesinato de cinco mujeres. Tras varias apelaciones, aún sigue esperando por la fecha de ejecución. En la cárcel, le aseguró a un analista criminal que él había acuchillado a Brown y a su amigo aquella noche por orden de O. J. e incluso dio detalles de cómo lo hizo. Sin embargo, el caso nunca se reabrió y el misterio sigue sin resolverse.

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