Más obesidad, problemas de sueño y sedentarismo: lo que la pandemia nos dejó

Un estudio de la Academia Americana de Psiquiatría revela que el 61% de las personas engordó, el 67% tiene problemas de sueño y el 53% se movió menos, situaciones que escalan entre el rango de sujetos con más estrés

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La obesidad será la nueva ola pandémica para cuando termine la pandemia (EFE/Sáshenka Gutiérrez/Archivo)
La obesidad será la nueva ola pandémica para cuando termine la pandemia (EFE/Sáshenka Gutiérrez/Archivo)

Un año y medio después emerge una nueva ola de problemas de salud pandémicos. En el informe de octubre de 2020, “Stress in AmericaTM 2020: A National Mental Health Crisis” (Una crisis de salud mental nacional), la Academia Americana de Psiquiatría emitió una advertencia sobre el impacto de estos eventos estresantes en la salud física y mental a largo plazo.

La entidad indicó que las personas enfrentaban una segunda pandemia, una que persistiría incluso después de que se haya abordado la amenaza física del virus. Su encuesta más reciente de adultos, realizada a fin de febrero de 2021 por The Harris Poll, indica que esto se está confirmando. Las respuestas de la encuesta revelan que la salud física puede estar disminuyendo debido a la incapacidad de afrontar de manera saludable el estrés de la pandemia.

La abierta mayoría han indicado que han aumentado o perdido una cantidad de peso no deseada, están bebiendo más alcohol para lidiar con el estrés y no están durmiendo el tiempo esperado. Esto es particularmente cierto en el caso de los padres, trabajadores esenciales y jóvenes, revela el informe.

Estos impactos en la salud informados indican que muchos adultos pueden tener dificultades para manejar los factores estresantes, incluidos el dolor y el trauma, y es probable que generen consecuencias individuales y sociales significativas a largo plazo, incluidas enfermedades crónicas y una tensión adicional en el sistema de atención médica.

Los síntomas de depresión están presentes en un 59,8% de las personas, la ansiedad en un 45,8%, el estrés en un 41,7% y el miedo social al contagio es del 85,6%, dice un estudio realizado por la Universidad Estatal a Distancia y la Universidad Nacional de Costa Rica (EFE/Jeffrey Arguedas/Archivo)
Los síntomas de depresión están presentes en un 59,8% de las personas, la ansiedad en un 45,8%, el estrés en un 41,7% y el miedo social al contagio es del 85,6%, dice un estudio realizado por la Universidad Estatal a Distancia y la Universidad Nacional de Costa Rica (EFE/Jeffrey Arguedas/Archivo)

El estrés prolongado que experimentan los adultos, especialmente los altos niveles reportados por los sujetos directamente relacionados con la pandemia, está afectando la salud física y mental, incluidos los cambios en el peso, el sueño y el consumo de alcohol.

El cambio de peso es un síntoma común cuando las personas tienen dificultades para hacer frente a los problemas de salud mental. La mayoría de los adultos (61%) en Estados Unidos informaron haber experimentado cambios de peso no deseados desde el comienzo de la pandemia, y más de 2 de cada 5 (42%) dijeron que aumentaron más de peso de lo que esperaban. El aumento de peso significativo plantea riesgos para la salud a largo plazo.

Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, las personas que aumentan más de cinco kilos tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo II y enfermedad coronaria, y las personas que aumentan más de 10 tienen un mayor riesgo de desarrollar un accidente cerebrovascular isquémico. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las personas con sobrepeso tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades graves por el coronavirus.

Los adultos también informaron cambios en el sueño y un mayor consumo de alcohol. Dos de cada tres personas (67%) dijeron que duermen más o menos de lo que querían desde que comenzó la pandemia. Proporciones similares informaron menos (35%) y más (31%) de sueño de lo deseado. Casi uno de cada cuatro adultos (23%) informó haber bebido más alcohol para hacer frente a su estrés en este tiempo. Esta proporción aumenta a más de la mitad de los adultos (52%) que son padres de niños en edad de asistir a la escuela primaria (5-7 años).

Casi la mitad de las personas (47%) dijeron que retrasaron o cancelaron los servicios de atención médica desde que comenzó la pandemia. Además, más de la mitad de los adultos (53%) dijeron que han estado menos activos físicamente de lo que querían.

Tres de cada cuatro adultos que informaron un alto nivel de estrés durante el último año relacionado con la pandemia (75%) señalaron cambios de peso no deseados, en comparación con el 43% de los que informaron un nivel de estrés bajo. También fueron más propensos a informar que habían dormido más o menos de lo que querían desde el comienzo de los bloqueos (84% frente al 42% de bajo estrés) y que bebían más alcohol para lidiar con el estrés (38% frente al 10% de bajo estrés ).

Más de tres de cada cinco de los que informaron un alto nivel de estrés (63%) dijeron que han estado menos activos físicamente de lo que querían, en comparación con el 42% de los que informaron un bajo nivel de estrés.

Los trabajadores esenciales demostraron tener más del doble de probabilidades de sufrir trastornos mentales que los que no habían recibido tratamiento de un profesional de salud mental (34% frente a 12%) y de haber sido diagnosticados con un trastorno de salud mental desde que comenzó la pandemia de coronavirus (25% frente a 12%).

El estudio revela grandes diferencias en términos raciales, una alerta que todas las entidades de salud del mundo vienen reflejando. En el documento de la entidad se indica que los afroamericanos eran más propensos a manifestar sentimientos de preocupación por el futuro. Más de la mitad dijeron que se sienten incómodos por adaptarse a la interacción en persona una vez que termine la pandemia (57% frente a 51% asiáticos, 50% hispanos y 47% blancos).

Los adultos de la generación Z (46%) fueron la generación más propensa a decir que su salud mental ha empeorado en comparación con antes de la pandemia, seguidos por los X (33%), millennials (31%), boomers (28%) y adultos mayores (9%).

Las personas enfrentaban una segunda pandemia, una que persistiría incluso después de que se haya abordado la amenaza física del virus (EFE/ Jeffrey Arguedas/Archivo)
Las personas enfrentaban una segunda pandemia, una que persistiría incluso después de que se haya abordado la amenaza física del virus (EFE/ Jeffrey Arguedas/Archivo)

Segmentos de riesgo particular

La vida ha cambiado radicalmente para los padres de niños menores de 18 años. No solo han tenido que lidiar con las interrupciones de la pandemia en su trabajo y vida social, sino también con la impacto de ésta en sus hijos. Casi la mitad de los padres (48%) dijo que el nivel de estrés en su vida ha aumentado en comparación con antes de la pandemia. De manera similar, el 31% de los adultos informó que su salud mental ha empeorado en comparación con antes de la pandemia.

En cuanto a los cambios físicos, ocho de cada 10 padres (80%) informaron cambios de peso no deseados, en comparación con el 66% de las madres. Específicamente, el 55% de los padres informaron haber aumentado de peso, con un incremento promedio de 20 kilos (mediana de 10). Por otro lado, el 47% de las madres dijeron que aumentaron de peso, con un ascenso promedio de 12 kilos (mediana de 7). Los padres (87%) también fueron más propensos que las madres (77%) a informar que duermen más o menos de lo que querían desde que comenzó la pandemia y a decir que beben más alcohol para hacer frente al estrés (48% de los padres frente al 29% de las madres).

El estudio anterior ya había revelado que los adolescentes de la generación Z (de 13 a 17 años) y los adultos de la generación Z (de 18 a 23 años) se enfrentaban a una incertidumbre sin precedentes, experimentando un estrés elevado reportando síntomas de depresión. Esta nueva encuesta encuentra que los adultos de la generación Z también están peor mental y físicamente que otras generaciones.

La generación Z (46%) fue la más propensa a decir que su salud mental ha empeorado en comparación con antes de la pandemia, seguidos por los X (33%), millennials (31%), boomers (28%) y adultos mayores (9 %). Otro desafío para los adultos de la generación Z es la sensación de aislamiento. El 47% estuvo de acuerdo en que se habían sentido muy solos durante la pandemia, pero los adultos de la generación Z (65%) y los millennials (62%) tenían más probabilidades que sus contrapartes mayores de informar esto.

Los impactos físicos informados en los adultos más jóvenes son significativos: casi tres de cada cuatro adultos de la generación Z (74%) y una proporción similar de millennials (70%) informan cambios de peso no deseados desde que comenzó la pandemia, en comparación con el 58% de los X, 52% de los boomers y el 30% de los adultos mayores. Más específicamente, el 52% de los adultos de la generación Z informaron haber ganado más peso de lo que querían, al igual que el 48% de los millennials.

Entre los que aumentaron más de peso del deseado, los millennials en promedio reportaron la mayor cantidad de peso ganado (promedio de 18 kilos, promedio de 9), seguidos por los adultos de la generación Z, X y boomers.

Las cifras siguen siendo desoladoras. Cuando las vacunas levanten el manto de la pandemia se encontrará debajo un desastre sanitario comparable a los de una guerra mundial, lo que implicará renovados desafíos iguales o más intensos que los de tiempos de COVID-19.

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