
El Banco Central de Uruguay ha lanzado una ofensiva para reducir la histórica dependencia del país respecto al dólar estadounidense, impulsando medidas que buscan incrementar el uso del peso uruguayo. Esta estrategia se enmarca en una discusión global sobre el destino de la divisa norteamericana: según el Fondo Monetario Internacional, la proporción del dólar en las reservas de bancos centrales pasó de cerca de 71% al comenzar el siglo a casi 59% el último año. A nivel local, las reservas en dólares bajaron de 90% en marzo, cuando asumió Guillermo Tolosa como presidente del Banco Central, a 84% en septiembre, conforme reportó Bloomberg.
Desalentar el uso del dólar será una tarea compleja en un país donde más de dos tercios de los depósitos bancarios están en esa moneda, consecuencia directa de los periodos de alta inflación y depreciación monetaria experimentados en la segunda mitad del siglo XX. Hoy, los cajeros automáticos en Uruguay proveen tanto pesos como dólares y las operaciones de mayor magnitud, como la compra de automóviles e inmuebles, suelen hacerse en moneda estadounidense.
Desde el sector privado, existe apertura a la transformación. Fabián Kopel, desarrollador de viviendas de entrada, indicó a Bloomberg que la industria de la construcción “se beneficiaría si se fijaran precios en moneda local, particularmente usando la unidad indexada a la inflación (UI), ya que cerca de 75% de los costos están en pesos“. Kopel consideró que el empleo de la UI protegería a constructores y compradores frente a la inflación y las fluctuaciones cambiarias, factores que actualmente afectan los márgenes de ganancia y encarecen el precio de las viviendas valorizadas en dólares. Su posición es clara: “La única forma de lograrlo es que sea obligatorio. Que todo el mercado inmobiliario opere en UI”.

Tolosa argumenta que la preferencia uruguaya por el dólar responde a hábitos formados en contextos de inestabilidad y que mantener ahorros en esa moneda expone a los ciudadanos a una “volatilidad importante” en su poder adquisitivo. Así lo transmitió en septiembre ante empresarios: “Abandonemos el chupete de una vez. Su poder adquisitivo al invertir en dólares será muy volátil. Invertir en dólares en un contexto como este es apostar en un casino”, dijo Bloomberg. La campaña del Banco Central incluye elevar los requerimientos de capital para los bancos con ciertos préstamos en dólares y eliminar la exigencia de mantener reservas para algunos depósitos en pesos, con el objetivo de incentivar la concesión de créditos en moneda nacional. Además, se evalúa obligar a las empresas que fijan precios en divisas extranjeras a exhibir también sus precios en pesos y desarrollar un mercado de capitales doméstico que beneficie tanto a prestatarios corporativos como individuales y estatales.
Para que los uruguayos confíen en el ahorro en pesos, los expertos advierten que deberán consolidarse logros en la estabilidad. Aldo Lema, economista de la firma regional Vixion Consultores, señaló en Bloomberg que será necesario “adoptar un objetivo de inflación más bajo —3% en vez del actual 4,5%— y sostenerlo durante años”, citando el antecedente de Perú, que ha conseguido de-dolarizarse paulatinamente tras muchos años de inflación baja y estable.
Hasta fechas recientes, Uruguay registraba una inflación promedio de 8,8% anual entre 2001 y 2022, cifra tolerada por la prevalencia de acuerdos salariales y contratos comerciales diseñados para proteger a las partes ante variaciones de precios. Este entorno inflacionario, no obstante, no impidió que el país alcanzara calificaciones crediticias de grado de inversión ni que atrajera miles de millones de dólares en capitales extranjeros. Desde hace dos años y medio, la política monetaria restrictiva del Banco Central ha logrado mantener la inflación dentro del rango de tolerancia de 3% a 6%, situándose en torno al objetivo de 4,5% durante seis meses consecutivos.
De acuerdo con cifras compartidas por Tolosa en Bloomberg, las cuentas corrientes en dólares han perdido la mitad de su poder adquisitivo en las últimas dos décadas. Además, la escasez de depósitos en moneda local limita la oferta de crédito, ya que las regulaciones restringen el otorgamiento de préstamos en dólares a familias y empresas cuyos ingresos estén en pesos.
El impulso de Uruguay para alejarse del dólar contrasta abiertamente con la política de la vecina Argentina, donde el presidente Javier Milei ha abierto la puerta a reformas que autorizarían a pagar salarios en dólares o en pesos, e incluso ha sugerido la posibilidad de reemplazar directamente el peso por la divisa estadounidense.
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