La oposición nicaragüense ha seguido con atención el comportamiento del régimen de Nicolás Maduro durante las elecciones parlamentarias del domingo pasdo en Venezuela, como un espejo de lo que podría ocurrir en Nicaragua con el régimen de Daniel Ortega en las elecciones generales programadas para noviembre del 2021.
“La primera lección que nos queda de las elecciones venezolanas es que estos regímenes dictatoriales aprenden unos de otros”, dice el economista Enrique Sáenz, un opositor nicaragüense en el exilio. “De la misma manera que Daniel Ortega ha copiado medidas y tácticas de Nicolás Maduro, de igual manera Maduro ha copiado tácticas de Ortega”.
Cuba, Venezuela y Nicaragua, grupo de países a quien el ex asesor de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, llamó la “troika de la tiranía”, según Sáenz, tienen una alianza política que incluye intercambio de “inteligencia” y tácticas. “Lo que ha funcionado en un país se replica en el otro”, dice.
Sáenz recuerda que para 2016, Daniel Ortega anuló a la alianza PLI (Partido Liberal Independiente), la principal fuerza opositora nicaragüense, al entregar mediante sentencia judicial la dirección del partido a un grupo de políticos que la reclamaba. “Maduro replicó buena parte de las condiciones que Ortega impuso para el circo electoral del 2016: impuso los árbitros, impuso las reglas del juego y utilizó su domino en el poder judicial y electoral para sustituir a la dirigencia de varios partidos para hacerlas comparsas en el circo”.
Los opositores de Nicaragua se dividen entre quienes creen que se debe participar en las elecciones como una salida a la crisis que vive el país y los que rechazan esta idea por la imposibilidad que una dictadura “acusada de crímenes de lesa humanidad” entregue el poder por las buenas. El grupo pro elecciones se divide, a su vez, entre quienes consideran que se debe participar solo si hay condiciones de credibilidad y unos pocos que creen que hay que participar sea como sea, “para poner en evidencia el fraude”.
Juan Sebastián Chamorro es director ejecutivo de la opositora Alianza Cívica y desde hace un par de meses la policía nicaragüense le prohíbe, sin explicación alguna, salir de Managua, y patrullas policiales lo persiguen por donde se mueve. En esa misma situación están otros líderes opositores, a quienes, incluso, les impiden salir de sus propias casas, sin que haya una argumento legal de la medida.
“En estas condiciones no se puede ir a elecciones”, dice Chamorro. “Uno no se puede movilizar, hay asedio en todas las estructuras, no hay libertad para marchar o hacer mítines políticos. ¿Como vamos a ir a elecciones?”
Dice que las elecciones venezolanas demostraron que la unidad opositora es útil aún en un escenario de abstención. “Los procesos de unidad sirven también para no ir a las elecciones. Hay que ir juntos a elecciones, pero si no hay condiciones, aplica lo contrario: juntos no ir”.
Para Haydee Castillo, defensora de derechos humanos, en el exilio, las elecciones parlamentarias de Venezuela son “la crónica de una muerte anunciada para lo que probablemente pueda pasar en Nicaragua”.
“No hay ninguna señal del régimen de que vaya a hacer reformas, ni siquiera maquilladas. Estamos a las puertas de otro fraude”, asegura. “Ninguna dictadura va a entregar el poder en elecciones cuando ha cometido crímenes de lesa humanidad por permanecer en el poder. Todo lo que queramos de la dictadura hay que arrebatarlo producto de la organización del pueblo con el acompañamiento de la comunidad internacional”.
Dice que para que haya elecciones en Nicaragua es necesario que exista “un clima habilitante”, y la diáspora nicaragüense ha establecido que “ese clima significa libertad de los presos políticos, libertad de organización, de movilización y de prensa, el retorno seguro de los exiliados, el desarme de los paramilitares y el retorno de los organismos de derechos humanos para que puedan supervisar todos estos procesos”.
“De Venezuela aprendimos que por mucho que el régimen haya prometido a la comunidad internacional que iba a prestar las condiciones para un proceso electoral en libertad, no lo hace”, señala.
Al igual que Sáenz, Castillo considera que hay mucha influencia del modelo electoral de Ortega en el fraude de Maduro. “Lo que pasó en Venezuela es casi la misma película de lo que Nicaragua ha vivido desde el 2007 en que el Frente Sandinista llegó al poder. Cambiaron el concepto de observación por acompañamiento electoral, cambiaron las reglas en el trascurso del proceso electoral para impedir que la principal fuerza de oposición del país pudiera participar, vimos a grupos minoritarios que se prestaron al juego del régimen. ¡Esa película ya la vimos en Nicaragua!”
Eliseo Núñez, analista político, es de quienes consideran que hay que ir a elecciones, aunque no existan las condiciones de credibilidad exigidas para un proceso libre y justo. “El camino es ilegitimar al régimen lo más posible”, expone. “Yendo o no yendo a esta elección. Si Ortega no da reformas, la ilegitimidad va a ser de arranque, pero si da reformas y estas son aceptadas por la comunidad internacional, la ilegitimidad de Ortega estará dada solo si se roba las elecciones, que es una probabilidad altísima”.
Reconoce que, “así como están las cosas es muy difícil ir a una elección”, pero recomienda participar para retar a Ortega. “La pregunta no es si Ortega se va a robar o no las elecciones, sino si podés quitarle las elecciones aun robándoselas”.
Para Enrique Sáez es “un desprecio absoluto” pensar que la población va a votar a quien le pongan contra Ortega, y para ello vuelve a poner de ejemplo las recién pasadas elecciones venezolanas, donde la ciudadanía le dio la espalda a los opositores que decidieron participar en un proceso de sin credibilidad.
“Es la teoría del mono. Los pregoneros de la resignación, que dicen que hay que participar en un proceso con las condiciones que Ortega imponga, aseguran que la gente está tan indignada que, si un mono es el candidato para enfrentar a Ortega, por el mono votan. No es así”, señala.
Dice que otra lección para Nicaragua viene dada de los opositores venezolanos que han reconocido que “pusieron demasiadas expectativas en lo que podía hacer la comunidad internacional, como que iba a ser decisiva y descuidaron el frente interno”.
“Ningún gobierno va a romper relaciones diplomáticas o políticas porque Ortega se robe unas elecciones si uno no ha preparado las condiciones para una alternativa razonable, y esa alternativa razonable está todavía por construirse en Nicaragua”, considera.
La elección de presidente y diputados en Nicaragua está prevista para el domingo 7 de noviembre de 2021.
En octubre pasado, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) estableció mayo de 2021 como plazo para que el gobierno de Daniel Ortega implemente las reformas electorales necesarias para garantizar elecciones libres, justas y transparentes, mediante una resolución aprobada con 20 votos a favor, dos en contra y 12 abstenciones.
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