El servicio secreto paralelo de Bolsonaro para proteger a su familia y desprestigiar a sus rivales

El presidente de Brasil y sus hijos armaron una agencia de inteligencia clandestina y una “oficina del odio” para difundir noticias falsas en las redes sociales. Todo esto, mientras niegan los efectos de la pandemia que ya dejó un millón de infectados y casi 50.000 muertos

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El presidente Jair Bolsonaro y sus hijos, diputados y senadores, mantienen una agencia de inteligencia paralela a la del Estado para atacar a sus rivales políticos. EFE/Marcelo Chello.
El presidente Jair Bolsonaro y sus hijos, diputados y senadores, mantienen una agencia de inteligencia paralela a la del Estado para atacar a sus rivales políticos. EFE/Marcelo Chello.

Brasil se encamina a tener más de 4.000 muertos por día a causa del Coronavirus y, de acuerdo a la proyección de la Universidad de Washington, para fines de julio se convertiría en el país más afectado por la pandemia superando a Estados Unidos en número de infectados y fallecidos. La mayoría de los brasileños y la comunidad científica global aseguran que esto se debe al “negacionismo” impulsado por el propio presidente Jair Messias Bolsonaro. Comenzó diciendo que el Covid-19 era apenas “una gripezinha” y cuando ya se encaminaba al récord de contagiados lanzó: “soy Mesías, pero no hago milagros”. Se lavó las manos, como tanto recomendaban, y se dedicó a otra cosa menos aburrida para él: crear un servicio secreto personal y paralelo.

El propio Bolsonaro, que por años promovió la creación de fuerzas paramilitares para combatir el narcotráfico en las favelas de Río de Janeiro, confesó en una reunión de gabinete del 22 de abril que contaba con un servicio de espías personal y paralelo a los de la Policía Federal (PF), la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) y el Gabinete de Seguridad Institucional (GSI). “No voy a esperar a que me jodan a mí y a mi familia. Si no se los puede cambiar, hay que cambiar a su jefe (de la policía). Y si no se puede cambiar al jefe, se cambia al ministro. Y punto. No estamos aquí para bromear”, gritó exaltado el presidente ante sus ministros que lo escuchaban estupefactos. El video de esa reunión se conoció por orden del Tribunal Supremo y tras la denuncia del entonces ministro de Justicia y Seguridad, Sergio Moro, de que Bolsonaro estaba interfiriendo en la independencia de la Policía Federal. Al día siguiente, el ex juez del escándalo del Lava Jato, renunció.

En el video se ve a Bolsonaro manteniendo su arenga por varios minutos: “Carajo, tengo a la Policía Federal que no me pasa informaciones. Tengo las... las inteligencias de las Fuerzas Armadas y no tengo informaciones. La ABIN tiene sus problemas, pero tengo algunas informaciones (...)Mi sistema de información funciona. El mío, particular, funciona. Los que tengo oficialmente, desinforman”. Fue una bomba. El presidente cuenta con un sistema de inteligencia paralelo que pronto fue comparado en la prensa local con “la Gestapo de Adolf Hitler”.

"Carluxo" Bolsonaro, el hijo del presidente, sospechado de ser el principal organizador de la maquinaria de difusión de noticias falsas en las redes sociales.
"Carluxo" Bolsonaro, el hijo del presidente, sospechado de ser el principal organizador de la maquinaria de difusión de noticias falsas en las redes sociales.

A partir de ese momento comenzaron a conocerse detalles de ese entramado de espías que trabaja para el presidente brasileño y que estaría liderado por su propio hijo, Carlos. El propio Bolsonaro explicó, en una entrevista en la puerta del Palácio do Alvorada, después de la publicación del video, que este servicio secreto personal recibe información de la policía civil y militar en Río de Janeiro y otros estados. El esquema paralelo, como el mismo aclaró, se creó porque estaba cansado de quejarse de que la Policía Federal, coordinada entonces por el ministro Moro, no le daba la información necesaria para la protección de sus hijos, familiares y amigos, amenazados por investigaciones que eventualmente podrían llevarlos a la cárcel. Para ejemplificar cómo fue una “víctima” del precario sistema de información oficial, Bolsonaro recordó que su esquema de “arapongagem” (investigación clandestina) lo ayudó a salvar a uno de sus hijos después de que, supuestamente, le fabricaran pruebas de tráfico de cocaína en su casa. “Paso todo el tiempo viviendo bajo tensión, con la posibilidad de que en la casa de mi hijo volvieran a “plantar” pruebas. Yo planteé eso. Gracias a Dios tengo amigos de la policía civil y de la policía militar en Río de Janeiro, que me ayudan”.

De acuerdo al diputado Delegado Waldir del Partido Social Liberal (PSL), de extrema derecha, la base de la estructura de espionaje de Bolsonaro está integrada por policías civiles y militares ligados a las milicias de Río, así como miembros de la Polícia Rodoviária Federal y oficiales de las Fuerzas Armadas. “Conserva este esquema paralelo de información desde que era diputado. La mayor parte de la información proviene de los milicianos cariocas que se fue agrandando a nivel federal cuando llegó a la presidencia. Bolsonaro está íntimamente ligado a esos milicianos. Sólo con repasar los nombres de los asesores de sus hijos, aparecen muchos parientes de prominentes figuras de los paramilitares. En el gabinete de Flavio Bolsonaro (diputado) figuraban la madre y la mujer del capitán Adriano da Nóbrega, muy involucrado en el tema y que fue asesinado en Bahía”.

El senador Flavio Bolsonaro, investigado por el desvío de fondos destinados a salarios y otros casos de corrupción. EFE/Joédson Alves.
El senador Flavio Bolsonaro, investigado por el desvío de fondos destinados a salarios y otros casos de corrupción. EFE/Joédson Alves.

El “servicio secreto” del presidente trabaja por sobre todo para obtener información de las investigaciones y procesamientos de la justicia con detalles que luego puede utilizar para “chantajear” a sus adversarios. Nada fuera de lo común entre la mayoría de los gobernantes de todas las ideologías en el mundo, pero que acá sale a la luz y queda tapado por la enorme crisis que vive el país a raíz de la pandemia. Precisamente ambos acontecimientos se entrecruzaron en el caso del gobernador de Río, Wilson Witzel, cuya casa fue allanada por la policía en el marco de una investigación por la supuesta malversación de fondos en la construcción de hospitales de emergencia para recibir a los contagiados de Covid-19. Witzel acuso a los “informantes” del presidente de “armar” las causas por querer imponer una cuarentena estricta en su estado. El gobernador del estado de Maranhao, Flavio Dino, le dijo a la revista Istoé que “Bolsonaro está `milicianizando´ el gobierno, después de haberlo militarizado”.

Flávio Bolsonaro se enteró por anticipado de la operación contra Witzel, según él mismo dijo a sus allegados. La diputada Carla Zambelli (PSL-SP) también lo supo antes. “Carla es parte de esa red. Ella duerme con la mayor fuente de información en el país hoy. Está casada con el coronel Antonio Aginaldo de Oliveira, jefe de la Fuerza Nacional del Ministerio de Justicia. Él conoce todas las operaciones policiales que ocurren en el país. Desayuna con el presidente, con los ministros militares. Lo sabe todo y cuenta todo a los que tiene que informar”, aseguró el diputado Delegado Waldir, en la misma entrevista.

El negacionismo del presidente Bolsonaro convirtió a Brasil en el país con más casos de contagiados y de muertos por el coronavirus después de Estados Unidos y podría ser el primero para fines de julio. Aquí una escena del entierro de las víctimas en el cementerio de Parque Taruma, Manaos.  REUTERS/Bruno Kelly
El negacionismo del presidente Bolsonaro convirtió a Brasil en el país con más casos de contagiados y de muertos por el coronavirus después de Estados Unidos y podría ser el primero para fines de julio. Aquí una escena del entierro de las víctimas en el cementerio de Parque Taruma, Manaos. REUTERS/Bruno Kelly

Por su parte, la diputada Joice Hasselmann, líder de PSL en la Cámara, que vivió la intimidad de Bolsonaro durante el primer año de mandato, ya que era la líder del gobierno en el Congreso, también dio detalles de los objetivos del presidente para establecer esta estructura al margen de ley. “Formaba parte de la cocina del presidente”, le dijo a la revista Carta Capital. Esta proximidad le hizo tener información privilegiada sobre la creación del servicio secreto paralelo. “Al comienzo del gobierno, Carlos Bolsonaro trató de estructurar, junto con su padre, un ABIN personal, precisamente para hacer sus propias investigaciones, producir archivos ilegales para perseguir a sus oponentes y proteger a los familiares del presidente. Para entonces Flávio Bolsonaro ya estaba acusado de enriquecimiento ilícito en Río. En ese momento, la iniciativa fue bloqueada tanto por el general Santos Cruz (ministro de la Secretaría de Gobierno) como por Gustavo Bebianno (ministro de la Secretaría General de la Presidencia). Y vimos lo que les sucedió: el presidente los echó a los dos. Y así se quedó con las manos libres para armar su propia agencia de información”, contó la diputada Hasselmann.

Algunos detalles de lo sucedido ya habían sido revelados por el propio ex ministro Bebianno unos días antes de morir, en febrero pasado. Dijo que la estructura había sido creada con la participación de agentes afines de la Policía Federal y del ABIN. Y que “Carluxo”, el diputado y poderoso segundo hijo de Bolsonaro, “con el consentimiento de su padre, trató de poner a Alexandre Ramagem a cargo del servicio paralelo. Como no lo consiguió, lo nombraron en el servicio oficial y terminó siendo el director del ABIN”. Ramagem fue el jefe de seguridad de la campaña de Bolsonaro y anteriormente de toda la familia en Río. Es un hombre de enorme experiencia. Estuvo a cargo de la seguridad del Mundial de Fútbol de 2014 y de las Olimpíadas, dos años más tarde.

Steve Bannon, el "gurú de las fake news" y jefe de campaña de Donald Trump, en una selfie junto a Eduardo Bolsonaro en un congreso en Florida en febrero de 2019.
Steve Bannon, el "gurú de las fake news" y jefe de campaña de Donald Trump, en una selfie junto a Eduardo Bolsonaro en un congreso en Florida en febrero de 2019.

La Justicia también cree que toda esta estructura paralela está conectada con la llamada “oficina del odio”, “un esquema criminal de producción y difusión de noticias falsas contra opositores del gobierno” y que está a cargo del Carluxo. El inspirador y asesor del “emprendimiento” es Steve Bannon, el ex jefe de campaña de Donald Trump y gurú de las fake news. La investigación policial fue ordenada por el Tribunal Supremo Federal (STF). Y, por lo que ya se filtró, el otro hijo presidencial, el diputado Eduardo Bolsonaro (tercer hijo del presidente), y un grupo de 10 a 12 parlamentarios vinculados a la familia, también participan en la fabricación de mentiras en la red. El núcleo opera desde el propio Palacio de Planalto, en la sala 315, a pocos metros de la oficina del presidente. Entre otras cuentas, hay una abierta en Twitter y Facebook que se denomina “Bolsofeios”, que Carluxo asegura “es sólo para tomarse con humor las críticas que nos hacen” y que la oposición califica de “fábrica de Fake News”. La cuenta está asociada al teléfono celular de Eduardo Guimarães, su jefe de asesores. Los ministros del gabinete nacional le temen a esta “oficina del odio” más que al propio presidente. Todos los que tuvieron que renunciar, y son varios, antes pasaron por la trituradora de prestigios que el grupo mantiene en las redes sociales.

El juez del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, que ordenó los allanamientos a fines de mayo, dijo en su escrito: “Las pruebas recogidas y las pericias apuntaron a la existencia de una asociación criminal dedicada a la diseminación de noticias falsas, ataques a personas, autoridades e instituciones, como el supremo tribunal, con contenido de odio, subversión del orden e incentivo al quiebre de la institucionalidad democrática”. Y citó a declarar a seis diputados oficialistas; a Allan dos Santos, el bloguero estrella de la extrema derecha que publica el portal Terça Livre (Martes Libre); Luciano Hang, el excéntrico magnate dueño de una cadena de productos importados; el dueño de la cadena de gimnasios de bajo costo SmartFit, Edgar Corona; el militar Winston Rodrigues Lima; y el humorista Reynaldo Bianchi, conocido por su personaje “Hurry Fucker”, una suerte de Harry Potter fascista. Todos ellos se dedicaban a financiar y manejar cuentas en las redes sociales para defender la posición negacionista de Bolsonaro sobre la pandemia del coronavirus que ya dejó en el país un millón de contagiados y casi 50.000 muertos.

La detención de Fabricio Queiroz, ex asesor y chofer del senador Flavio Bolsonaro, en San Pablo, el jueves pasado. REUTERS/Amanda Perobelli.
La detención de Fabricio Queiroz, ex asesor y chofer del senador Flavio Bolsonaro, en San Pablo, el jueves pasado. REUTERS/Amanda Perobelli.

La investigación continúa a pesar de que varios fiscales y el juez fueron amenazados desde el poder. Y se entrecruza con otras causas por corrupción abiertas contra la familia presidencial y que hasta el momento no pudo detener esta agencia de inteligencia paralela. La Policía Federal detuvo el jueves a Fabricio Queiroz , ex asesor del senador Flavio Bolsonaro, en el marco de una investigación de desvío de dinero cuando el hijo mayor del presidente era legislador estatal. ”Queiroz es el vínculo principal entre la familia presidencial y las milicias del crimen organizado en Río de Janeiro. Su arresto y el avance de las investigaciones sobre noticias falsas significan que el cerco legal-policial se está acercando a Bolsonaro y sus hijos”, escribió en Twitter Mauricio Santoro, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. Pero este es apenas un round de la pelea de fondo. La maquinaria de la inteligencia paralela y de las noticias falsas bolsonarista sigue operando y es muy poderosa.

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