En cada emisión de Los 8 Escalones (El Trece), los participantes no solo se enfrentan a preguntas de cultura general sino que también tienen su momento para abrir el juego de sus vidas frente a Guido Kaczka. El conductor logra con su característico carisma e intuición que las historias afloren. A veces conmueven, otras provocan carcajadas. Esta vez, sin embargo, el conductor quedó en silencio. Porque lo que dijo Óscar, uno de los concursantes, no solo fue inesperado: fue millonario.
Todo comenzó con la clásica presentación. Guido miró a cámara, luego al participante, y preguntó: “Hola Óscar, Fortunato Óscar, ¿a qué te dedicás?”. Sin rodeos ni falsas modestias, el hombre respondió: “Jugador de póker profesional”.
La declaración encendió las luces internas del conductor, que recordó a otro competidor con el mismo oficio. “Ya tuviste alguno acá”, señaló, anticipando la anécdota. “Ah, sí, alguien vino que había jugado al póker, había ganado mucho. Yo estuve mal con aquella persona porque le pregunté cuánto había ganado”, admitió Guido, entre risas. “Estuviste muy mal”, lo interrumpió el participante con tono bromista.

“Estuve mal. ¿Pero vos sabés que siempre me vuelven a dar ganas de hacer las cosas mal?”, retrucó el animador, que ya había entrado en confianza. “Me imaginé, me imaginé”, lanzó Óscar, alimentando el ida y vuelta. La conversación parecía ir en broma, pero Guido insistió con una pregunta clave: “¿Vos ganaste alguna vez?”. La respuesta fue directa, cortante y con un toque de delirio: “Sí, si no no soy jugador de póker, soy un loco”.
El conductor, curioso, quiso profundizar: “¿Pero es más lo que perdiste o lo que ganaste?”. Óscar no dudó: “No, mucho más lo que gané que lo que perdí”. Y entonces llegó el momento de la cifra, el dato que dejó al conductor sin palabras: “¿Y la vez que más ganaste? O sea, no se pregunta eso…”.
Óscar no se achicó: “La vez que más gané… Un torneo muy bueno, y, arriba de 50 mil dólares. Después hace poquito gané uno de 20, pero no quiero seguir diciendo porque mañana me cae ARCA y…”. La confesión fue tan sorpresiva como divertida. Nadie lo vio venir, y sin embargo, el jugador lo dijo con total naturalidad. Guido, tratando de recuperar la iniciativa, lanzó otra pregunta: “¿La cara de póker, qué onda la cara de póker?”.
Pero el participante fue tajante: “No, yo no uso cara de póker”. El conductor insistió: “O sea, ¿cuál es la cara de póker? Porque todos dicen la cara de póker…”. El hombre, firme en su postura, respondió: “No, no existe cara de póker, para mí es chamullo”. Kaczka, con su estilo humorista cerró el diálogo: “Ok, para mí que me estás poniendo cara de póker”. Óscar sonrió: “No, no, para nada”.
Aunque la escena fue inolvidable, no es la primera vez que Guido queda sorprendido ante una presentación inesperada. Hace poco, ocurrió algo similar con Julia, una joven que también se presentó en el programa y que, con su talento, dejó atónito al conductor. En el primer escalón, y como de costumbre, Guido quiso conocer a la participante. “¿A qué te dedicás?”, preguntó. La respuesta rompió con todo lo anterior: “Soy artista circense, payasa, burbujóloga, hago burbujas gigantes”.
Julia no solo lo dijo: lo demostró. Llevó al estudio un balde con agua jabonosa y un instrumento creado por ella misma para dar vida a las burbujas. El conductor no tardó en interesarse por el truco. “¿El líquido ese que usan, yo lo puedo hacer en mi casa? Lo intentamos en casa, pero no es como el que viene contratado”, comentó. Pero la competidora no quiso revelar su fórmula secreta. “Es un líquido mágico”, respondió, sin más.
La joven se colocó en el escalón, metió las manos en el balde y creó una burbuja gigante que dejó a todos fascinados. “Hermoso”, exclamó Kaczka. “¿Vos las hacés con las manos?”, agregó, con asombro genuino. Los aplausos llegaron desde el jurado y también de parte de los otros participantes. Pero la jugadora fue por más. Dividió esa gran burbuja en unas más pequeñas, desplegando una precisión casi coreográfica. Guido, completamente rendido, la elogió: “Sos espectacular, por favor”.
Cuando parecía que el acto había terminado, sacó un abanico gigante con distintos burbujeros. Con el brazo extendido y una vuelta apenas marcada, llenó el estudio de burbujas. El presentador, sorprendido por el despliegue, no pudo evitar la referencia noventosa: “No, pero qué Locomía, por favor”. Y remató entre risas: “Tremendo abanico. Lo que te debés divertir en la ducha. Es espectacular”.
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