Tragedias blancas: las celebridades que sufrieron graves accidentes en la nieve

Este fenómeno climático puede ser muy atractivo pero también peligroso. Distintas celebridades que protagonizaron accidentes que les dejaron secuelas, comas profundos e incluso en algunos casos, la muerte

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Jeremy Renner, en la serie de Hawkeye (Marvel Studios)
Jeremy Renner, en la serie de Hawkeye (Marvel Studios)

El 2023 comenzó con una noticia dramática e inesperada. Jeremy Renner, que interpreta a Hawkeye (u Ojo de Halcón) en las películas de la factoría Marvel, se encuentra en situación “crítica aunque estable” -según palabras de su entorno- luego de sufrir un accidente quitando nieve en el rancho que posee sobre el lago Tahoe, en las montañas de Sierra Nevada. Aunque todavía no trascendió demasiada información sobre cómo ocurrió la tragedia, se sabe que el actor y productor estadounidense estaba usando un vehículo pesado, un quitanieves. Se desconoce si realizó alguna mala maniobra o hubo un desperfecto mecánico, pero terminó gravemente herido.

“Jeremy se encuentra en estado crítico pero estable con las lesiones sufridas tras tener un accidente relacionado con las condiciones climáticas mientras quitaba la nieve caída”, fue la escueta confirmación que brindó su representante a la revista Variety. “Su familia está con él y está recibiendo una excelente atención”, agregó, pero no hubo más detalles disponibles sobre el alcance de las lesiones de Jeremy.

Aunque la nieve es un fenómeno climático muy bello y disfrutar de las pendientes nevadas esquiando es una de las actividades favoritas de las celebridades, también puede encerrar tragedias que terminan con el protagonista en el hospital y en situaciones extremas, hasta en su muerte.

Una caída tonta pero mortal

Natasha Richardson y Liam Neeson (AP)
Natasha Richardson y Liam Neeson (AP)

Natasha Richardson, la hija mayor de la legendaria actriz británica Vanessa Redgrave, pasaba unos días en el resort de ski Mont Tremblant de Québec con Micheál, su hijo mayor. Mientras tomaba una clase para principiantes sufrió una caída que obligó al instructor a llamar a los paramédicos: un golpe seco de la cabeza contra la nieve dura. Pero la actriz minimizó el golpe e insistió en que se sentía bien y hasta firmó un documento en el que rechazó la asistencia médica. Apenas permitió que la escoltaran hasta su cuarto del hotel Quintessence. Desde ahí llamó a Liam Neeson, su esposo desde hacía 15 años, y despreocupada le contó lo que le había sucedido como algo más de la jornada: “Oh, cariño, me caí en la nieve”. Eso fue todo. Comenzaba el final.

Richardson estaba atravesando lo que se conoce como intervalo de lucidez, el período en el que alguien con un trauma cerebral parece estar bien mientras se forman los hematomas que aumentan la presión dentro del cráneo. La atención que en ese lapso puede ser crucial, en el caso de Natasha recién llegó tres horas después, cuando se quejó de un fuerte dolor de cabeza y comenzó a mostrar signos de confusión. Solo entonces una ambulancia la trasladó hasta el hospital local.

El hematoma le causó muerte cerebral. Natasha murió a los 45 años el 18 de marzo de 2009. Neeson perdía al amor de su vida y quedaba a cargo de sus dos hijos de 12 y 13 años.

“Eso es lo extraño del dolor: no podés prepararte para eso. Creés que vas a llorar y terminar con todo de una vez. Uno hace esos planes, pero nunca funcionan. Te golpea en medio de la noche, bueno, por lo menos a mí me golpea en medio de la noche. Entonces, salgo a caminar. Hay momentos, ahora, en nuestra residencia de Nueva York, en los que escucho que se abre la puerta. Ella siempre dejaba caer las llaves en la mesa y una parte de mí espera que me diga: ‘¿Hola?’, como solía hacerlo cada vez que llegaba. Cada vez que escucho que se abre la puerta sigo pensando que voy a escucharla y, entonces, el dolor me golpea. Es como una ola”, describió Neeson sobre su dolor infinito.

Desde entonces y cuando no está afuera por algún rodaje, visita dos veces por semana la tumba de su esposa. “No sé si creo en la vida después de la muerte, pero me gusta sentarme y hablarle. Me hace bien”.

Un choque simple pero complejo

Gaspard Ulliel (REUTERS)
Gaspard Ulliel (REUTERS)

A los 37 años Gaspard Ulliel vivía uno de sus mejores momentos. Era uno de los actores franceses con mayor trayectoria internacional, gracias a películas como Hannibal, el origen del mal, donde se puso en la piel del asesino Hannibal Lecter en sus años de juventud, previamente encarnado en la trilogía de los años 90 por Anthony Hopkins. Había ganado un César, el equivalente francés al Oscar, y estaba por estrenar Caballero Luna (Moon Knight), la serie de Marvel en la que participaba.

En su vida personal tenía un hijo de seis años junto a la modelo Gaëlle Pietri.

Decidido a tomar unos días de descanso y también de disfruté decidió pasar un tiempo en la nieve, en La Rosière, una estación de esquí de Tarentaise, ubicada en el departamento de Saboya, en la región de Auvernia-Ródano-Alpes. Tiene 152 kilómetros de pistas y que se caracteriza por contar con bastantes horas de sol al día (debido a su orientación hacia el sur) en el lado francés y una excelente capa de nieve (debido a las pendientes que miran hacia el norte) en el lado italiano.

Ulliell se lanzó a esquiar por una de las pistas cuando el 18 de enero de 2022 chocó con otro esquiador en el cruce de dos pistas, al parecer no muy peligrosas. El actor no llevaba su casco protector; el otro implicado, sí. Según un portavoz de la fiscalía, “a la vista de los primeros elementos, no se ha constatado una velocidad excesiva, un comportamiento inadecuado o una falta por parte de ninguno de los dos esquiadores”.

Una imagen del funeral de Gaspard Ulliel. el 27 de enero de 2022 (REUTERS)
Una imagen del funeral de Gaspard Ulliel. el 27 de enero de 2022 (REUTERS)

No se sabe si fue el choque o la caída pero Ulliel sufrió un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente en la nieve. Tras el accidente, el actor francés fue trasladado en helicóptero a un hospital en Grenoble (Francia), el mismo lugar al que enviaron a Michael Schumacher, después de haber sufrido también un accidente de esquí. El 19 de enero, falleció. “Este accidente es muy triste, pero las circunstancias son bastante simples, no hay ninguna complejidad particular”, comentaba la fiscal sobre una muerte trágica e inesperada.

Atrapado en la nieve

Friso de Orange-Nassau con su esposa y sus hijas, durante unas vacaciones en familia (EFE)
Friso de Orange-Nassau con su esposa y sus hijas, durante unas vacaciones en familia (EFE)

El segundo hijo de la reina Beatriz y hermano del actual rey Guillermo de Holanda fue un miembro atípico de la realeza. Estudioso, con varios títulos universitarios y una gran carrera empresarial, sorprendió al mundo al renunciar a sus derechos dinásticos para casarse por amor con Mabel Wisse Smit. Sin derecho al trono, Friso de Orange-Nassau y su mujer se instalaron en Londres. Un año después de la boda nació Luana, la primogénita, y en 2006, Zaria.

Friso no había aprendido a caminar cuando sus padres, los entonces príncipes Claus y Beatriz, lo llevaron por primera vez a la nieve en la estación de esquí de Lech. La familia real holandesa amaba esa pequeña localidad austríaca. A pesar de que en invierno casi un millón de turistas la visitaban, sus pobladores eran discretos y amables. Cuatro décadas después Friso, convertido en un experto esquiador, seguía disfrutando de esas mismas pistas nevadas de su infancia.

El 17 de febrero de 2012, Friso decidió deslizarse por una ladera. Una avalancha lo sorprendió y quedó atrapado bajo la nieve durante 20 minutos. Los rescatistas llegaron a él gracias a un aparato que llevaba en su cuerpo y que indicaba dónde estaba. Se le practicó la reanimación cardiorrespiratoria durante casi una hora. Lo trasladaron al Hospital Universitario de Innsbruck, donde fue ingresado en estado de coma. Friso, el hombre que se distinguía por su inteligencia, había sufrido graves daños cerebrales. No volvería a despertar.

La reina Beatriz sabía que la legislación de su país obliga a desconectar a aquellos enfermos que no muestren signos de recuperación en los seis meses siguientes a la caída en coma. Como monarca apoyaba esa ley, como madre se desesperó y decidió su traslado a Londres, donde permaneció en un estado de “mínima conciencia”.

Luego de varios meses sin cambios se decidió trasladarlo al palacio de Huis ten Bosch, una de las residencias oficiales de la monarquía holandesa. El 12 de agosto del año 2013 el Príncipe Friso murió. Su familia lo despidió con una frase del poeta Khalil Gibran: “Cuando estés triste, mira de nuevo en tu corazón y verás que, en verdad, estás llorando por aquello que te ha hecho feliz”.

Un coma que cumple casi una década

Michael Schumacher, uno de los grandes pilotos de todos los tiempos (Action Images)
Michael Schumacher, uno de los grandes pilotos de todos los tiempos (Action Images)

Nada podrá sacar a Michael Schumacher del olimpo del automovilismo. Sus siete coronas en la Fórmula 1 lo convirtieron en una leyenda del deporte. Pero desde el 29 de diciembre de 2013, cuando sufrió un grave accidente en los Alpes franceses mientras esquiaba, su leyenda se convirtió en misterio.

Dos días antes de que terminara el año, el alemán esquiaba en la estación alpina de Méribel junto a su familia cuando salió de pista y golpeó la cabeza contra una roca. El impacto fue tan fuerte que rompió el casco y le provocó un traumatismo craneoencefálico severo, con hematomas intracraneales y edema cerebral difuso. De inmediato, un helicóptero lo llevó a la clínica de Moutiers, aunque tras estabilizarlo fue trasladado nuevamente, esta vez a un nuevo centro médico en Grenoble, más preparado para tratarlo. “Ha necesitado inmediatamente una intervención de neurocirugía. Se encuentra en estado crítico”, informó el primer parte médico que se conoció después de que se le practicara una doble cirugía en la cabeza.

Michael Schumacher esquiando en Madonna di Campiglio, en el norte de Italia (AFP)
Michael Schumacher esquiando en Madonna di Campiglio, en el norte de Italia (AFP)

El corredor quedó inmerso en un coma profundo y su familia levantó un cerco mediático que evita que cualquier tipo de información sobre su estado llegue a oídos de los fans, de la prensa o de cualquiera ajeno al círculo íntimo. Hasta el día de hoy, ese muro que impide las filtraciones sigue tan sólido como el primer día.

Desde entonces se ha sabido poco y nada sobre Schumacher, que en junio de 2014 pasó a estar internado en el hospital universitario de Lausana, Suiza. Tras pasar poco más de 250 días entre diversas clínicas, su esposa, Corinna Bresch, tomó la decisión de trasladar al expiloto de Ferrari a su hogar, una mansión a orillas del Lago Geneva, en Gland, Suiza, que fue reformada para mantener con vida al múltiple campeón de mundo.

La pista de esquí de Meribel, en los Alpes franceses (REUTERS)
La pista de esquí de Meribel, en los Alpes franceses (REUTERS)

En 2019 un megaoperativo de seguridad alertó a París de que Schumacher había sido trasladado a un centro clínico de la capital francesa. El germano, que para entonces ya tenía 50 años, llegó en una ambulancia al Hospital Georges-Pompidou. Allí, se supo después, fue atendido por Philippe Menasché, pionero de la terapia celular para curar la insuficiencia cardíaca. Luego de una semana volvió a ser trasladado a Suiza.

En un documental de Netflix, la esposa del expiloto explicó por qué han decidido no dar ningún tipo de información sobre el estado de salud de su marido: “‘Lo privado es privado’, siempre decía él. Para mí es muy importante que pueda seguir disfrutando de su vida privada tanto como sea posible. Michael siempre nos protegió. Ahora estamos protegiendo a Michael. Por supuesto que extraño a Michael todos los días, pero no soy solo yo quien lo extraña: los niños, la familia, su padre, todos los que están cerca de él. Michael está aquí de una manera diferente, pero está aquí y creo que eso nos da fuerza”.

Muertes y secuelas

El por entonces príncipe Carlos con sus hijos, Harry y William, en la pista de esquí de Klosters, en Suiza. Fue en 1996, ocho años después de la tragedia (AP)
El por entonces príncipe Carlos con sus hijos, Harry y William, en la pista de esquí de Klosters, en Suiza. Fue en 1996, ocho años después de la tragedia (AP)

En marzo 1988, el ahora rey Carlos viajó con unos amigos a la Klosters en Suiza para disfrutar de unas vacaciones en la nieve. Mientras esquiaban fuera de las pistas autorizadas el grupo fue sorprendido por una avalancha. El entonces príncipe salió ileso del accidente, pero su amigo, Hugh Lindsay, murió, y otra integrante del grupo, Patricia Palmer-Tomkinson, sufrió graves lesiones.

En un documental emitido en 1994, Carlos recordó cuando la avalancha cayó sobre el grupo: “Lo siguiente que escuché fue la voz de Bruno (Sprecher, el guía e instructor de esquí de Kloster que iba con ellos) gritando ‘¡Saltá!’. Este vasto y rugiente montículo de nieve en grandes bloques se derrumbó a nuestro alrededor. Nunca había visto algo tan aterrador en mi vida. Una vorágine asombrosa”.

El rey emérito de España también protagonizó varios accidentes de esquí. El primero ocurrió en enero de 1983 en Gstaad (Suiza), cuando a consecuencia de una caída se fracturaba la pelvis. Y el segundo en Baqueira Beret en 1991, cuando fue atropellado por otro esquiador y sufrió una lesión en su rodilla derecha que le dejó secuelas de por vida.

Peor fue el destino del primo de Juan Carlos, Alfonso de Borbón. Mientras pasaba las vacaciones blancas de enero de 1989 en la estación de Beaver Creek, el duque de Cádiz chocó con un cable de acero mientras descendía por una de las pistas y murió desangrado, porque le seccionó la arteria carótida.

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