
La ciencia revela que la neuroinflamación podría reescribir lo que sabemos sobre los hábitos y las compulsiones.
Un nuevo estudio, realizado en modelos animales, pone el foco en los astrocitos, células cerebrales hasta ahora poco valoradas, y muestra que su activación puede alterar profundamente la toma de decisiones, dando lugar a conductas compulsivas donde antes solo se veían hábitos automáticos. ¿Qué implica este giro para el tratamiento de trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y las adicciones?
Un cambio de paradigma en la comprensión de los comportamientos compulsivos
Una investigación liderada por la Universidad de Tecnología de Sídney desafía la visión tradicional sobre los comportamientos compulsivos. Según resultados publicados recientemente en Neuropsychopharmacology, estas conductas podrían originarse por un exceso de control deliberado provocado por neuroinflamación, y no únicamente por la acción automática de los hábitos, como se aceptaba en la disciplina.

Cabe destacar que estas alteraciones en los hábitos y la aparición de compulsiones descritas en el estudio se observan en presencia de este proceso inflamatorio en el cerebro. Ocurre en situaciones específicas, como infecciones, lesiones, enfermedades neurodegenerativas o estrés crónico, y no afecta a todas las personas. En condiciones normales, el equilibrio entre hábitos automáticos y decisiones conscientes se mantiene estable.
Bajo la dirección de la neurocientífica conductual Laura Bradfield y el investigador principal Arvie Abiero, el equipo llevó a cabo experimentos en ratas de laboratorio para analizar la interacción entre hábitos y control consciente.
Los científicos indujeron inflamación en el estriado —una región cerebral clave en la toma de decisiones— mediante la administración de lipopolisacárido (una molécula bacteriana que se utiliza habitualmente en investigación para inducir respuestas inflamatorias en modelos animales). Es como si el cerebro, ante una “alarma de incendio” provocada artificialmente, ajustara su comportamiento para estar más atento y controlar cada acción, en vez de dejarse llevar por la costumbre.

Comprobaron que, en lugar de mostrar respuestas automáticas propias de hábitos, las ratas adoptaron un comportamiento más orientado a objetivos, adaptando sus decisiones según los resultados obtenidos, incluso en contextos donde se esperaría la prevalencia de la rutina.
Por ejemplo, si normalmente una rata pulsa una palanca por costumbre para obtener comida, bajo neuroinflamación empieza a considerar si realmente vale la pena hacerlo en función del resultado, como si tomara una decisión más consciente.
El papel de los astrocitos en la toma de decisiones
El análisis inmunohistoquímico realizado por el equipo demostró que estos cambios conductuales estaban relacionados con una proliferación de astrocitos, un tipo de célula glial implicada en la regulación de la actividad cerebral. Esta técnica permite identificar y observar células específicas en tejidos, usando anticuerpos marcados para visualizar cambios relacionados con la inflamación.

Al activar una vía específica en esos astrocitos, los investigadores lograron modular la activación neuronal y el grado de control dirigido a objetivos, detalló la Universidad de Tecnología de Sídney.
Así, los resultados sugieren que la neuroinflamación estriatal puede inclinar la toma de decisiones hacia un control excesivamente deliberado, cuestionando el paradigma aceptado de predominancia del hábito. Es como si el cerebro, en vez de funcionar en “piloto automático”, se obligara a revisar y decidir cada paso, incluso cuando no es necesario.
Nuevas vías terapéuticas para las compulsiones
Las conclusiones del estudio abren perspectivas para el tratamiento de trastornos compulsivos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), las adicciones y la ludopatía. Según la Universidad de Tecnología de Sídney, estrategias dirigidas a reducir los procesos inflamatorios en el cerebro —ya sea con fármacos para los astrocitos, actividad física o mejora de la calidad del sueño— podrían representar tratamientos innovadores para estas afecciones.

El trabajo también aporta claridad sobre formas cotidianas de compulsividad que surgen de decisiones conscientes. Bradfield explicó: “Hay mucho comportamiento compulsivo que no encaja exactamente en la hipótesis del hábito. Si una persona se lava las manos repetidamente por temor a los gérmenes, no lo hace automáticamente, sino porque elige conscientemente dedicar ese esfuerzo”.
Así, prácticas como el lavado de manos o el juego de azar pueden, en ocasiones, deberse a una deliberación sostenida, aunque no resulte adaptativa, y no a simples automatismos. Es como si, a veces, el cerebro se empeñara en tomar el control de cada decisión, incluso cuando esto no es beneficioso.
De cara a los próximos años, los investigadores consideran esencial profundizar en el papel de la neuroinflamación y la función de los astrocitos, tanto en animales como en humanos. La Universidad de Tecnología de Sídney remarcó que esta reinterpretación podría transformar los enfoques clínicos y ofrecer alternativas más eficaces para quienes conviven con estos desórdenes.
El equipo responsable del estudio sostiene que este avance sienta bases para el diseño de terapias más precisas destinadas a quienes enfrentan afecciones compulsivas.
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