Más allá del amarillo: los colores que los peruanos eligen para atraer salud, amor, paz y fortuna en 2026

El amarillo ya no es el único protagonista de la medianoche. Cada vez más peruanos eligen otros colores para recibir el Año Nuevo, según lo que buscan atraer: salud, amor, calma o estabilidad. Qué simboliza cada uno y por qué esta tradición está cambiando

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El amarillo, símbolo tradicional del
El amarillo, símbolo tradicional del dinero, amplía su significado hacia la prosperidad y la confianza para el año entrante. - Crédito: Infobae / Gemini / Imagen ilustrativa

Durante décadas, el amarillo fue casi una obligación no escrita en la medianoche del 31 de diciembre. Ropa interior, vestidos, polos o algún detalle visible: el color del dinero y la buena suerte se convirtió en el símbolo más extendido del Año Nuevo en el Perú. Sin embargo, en la antesala del 2026, la escena es más diversa. Cada vez más peruanos eligen otros colores para despedir el año, en función de lo que desean atraer: salud, amor, calma, estabilidad o nuevos comienzos.

Esa elección ya no responde solo a una tradición heredada o a una superstición automática. En muchos casos, está atravesada por el balance personal del año que termina y por las expectativas frente al que empieza.

Tres prendas interiores de color
Tres prendas interiores de color amarillo son exhibidos en una tienda del Mercado Central, en el Cercado de Lima | Foto: Infobae Perú / Paula Elizalde

Del dinero a la calma: por qué los peruanos ya no eligen solo amarillo en Año Nuevo

Lejos de ser una moda pasajera, la diversidad de colores muestra un cambio en la forma en que los peruanos viven el cierre de año. Si antes el foco estaba puesto casi exclusivamente en atraer dinero o buena fortuna, hoy aparecen con más fuerza deseos vinculados al bienestar emocional, la salud y la estabilidad personal.

El amarillo sigue presente, pero su significado se amplía. Ya no representa solo ingresos, sino prosperidad en un sentido más amplio: oportunidades, continuidad y confianza en lo que viene. Muchas personas optan por combinarlo con otros colores, buscando un equilibrio entre lo económico y lo emocional.

El rojo, tradicionalmente asociado al amor, también resignificó su uso. Continúa ligado a los vínculos afectivos, pero suma un componente de energía, decisión y vitalidad. En los últimos años, aparece con fuerza entre quienes proyectan cambios laborales o personales y necesitan impulso para concretarlos.

Vendedores de ropas interiores apuestan
Vendedores de ropas interiores apuestan por prendas íntimas de color amarillo con curiosos mensajes | Foto: Infobae Perú / Paula Elizalde

El blanco ganó espacio como símbolo de paz, orden y una necesidad clara de empezar el año en calma. En un contexto marcado por el cansancio acumulado y la incertidumbre, vestirse de blanco o incorporarlo en algún elemento del ritual expresa una búsqueda de equilibrio interno más que una promesa material.

El verde, ligado históricamente a la salud y la esperanza, se consolida como uno de los colores más elegidos para recibir el 2026. Su presencia se repite tanto en prendas como en velas u objetos simbólicos y suele asociarse al deseo de crecimiento sostenido y estabilidad física y mental.

Un conjunto de velas de
Un conjunto de velas de colores, encendidas sobre una mesa de madera, proporciona una atmósfera cálida y relajante. La disposición incluye velas de diferentes tamaños en tonos naranja, rojo, verde y blanco, ideales para tener momentos íntimos de reflexión y recibir con propósitos el año nuevo. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Elegir con intención: qué buscan los peruanos cuando eligen un color para recibir el 2026

Otros tonos comienzan a ganar protagonismo. El azul se asocia a la tranquilidad, la claridad mental y la comunicación. Es elegido por quienes buscan bajar el ritmo, tomar decisiones con mayor calma y fortalecer relaciones desde un lugar más racional. Su uso se repite especialmente entre jóvenes profesionales y adultos que priorizan el equilibrio entre trabajo y vida personal.

El violeta o morado, históricamente vinculado a lo espiritual, aparece en rituales más introspectivos. Se relaciona con transformación, intuición y cierre de ciclos profundos. A diferencia de otros colores, suele responder a procesos internos más que a deseos visibles o inmediatos.

El auge de la personalización
El auge de la personalización en rituales de fin de año revela un cambio cultural: los colores elegidos reflejan intenciones y expectativas propias. - Crédito: Infobae / Gemini / Imagen ilustrativa

Este abanico de elecciones refleja un cambio cultural más amplio. Muchas personas combinan colores, adaptan tradiciones y construyen gestos propios. El objetivo ya no es cumplir una costumbre al pie de la letra, sino darle sentido.

Desde una mirada psicológica, estos rituales cumplen una función clara. Ayudan a cerrar un ciclo, ordenar expectativas y proyectar el año que empieza. Elegir un color, vestirse con intención o repetir un pequeño gesto simbólico permite sentir cierto control frente a un contexto que muchas veces se percibe incierto.

Así, la medianoche del 31 de diciembre deja de ser solo una cuenta regresiva. Para muchos, se convierte en un momento de pausa y decisión, incluso en medio del ruido, los fuegos artificiales y los brindis. El color elegido no promete resultados, pero sí ordena expectativas.