La ley y la trampa

El traspié legislativo fue gatillado por la ambición de querer ir por todo, desatendiendo todos los acuerdos y advertencias del sistema

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Bertie Benegas Lynch, presidente de
Bertie Benegas Lynch, presidente de la comisión de Presupuesto de Diputados

El caso Tapia tiene a las audiencias entretenidas. No es para menos. Con CFK acorralada y Kicillof atrapado por la internas, el mandamás del fútbol ofrece el perfil indicado para sostener la guerra de guerrillas que anima la tensión libertaria.

Todo oficialismo que se precie necesita un oponente con el cual confrontar. El “chiqui” y su séquito encajan perfecto en el “phisique du role”. No les falta nada.

Ostentación, extravagancia, transgresiones cometidas o a cometer, la prepotencia que anima a los que se creen impune y un portfolio de denuncias que van de lo penal tributario a lo estrictamente criminal.

Milei le soltó la cadena a sus sabuesos y a las primeras advertencias le siguieron los hechos. Patricia Bullrich denunció al titular de la AFA ante el Comité de Ética de Conmebol por supuestas maniobras fraudulentas.

La Agencia de Recaudación y Control Aduanero ARCA y la DGI se sumaron con una presentación ante el fuero Penal Económico por la retención indebida de tributos y aportes a la seguridad social por montos que llegan a los $19.300 millones. Para que se entienda, la apropiación de dinero que se está obligado a retener para entregar a quien corresponde.

La Inspección General de Justicia (IGJ), por su parte, también reclama a la AFA que justifique balances contables y operaciones financieras millonarias, con posibles sanciones si no lo hace.

El resto hace las delicias de los vouyeristas en las redes sociales y pantallas de TV, mansiones, autos de alta gama, yates y aviones con los que los capitostes del fútbol argentino compiten en buena vida con los jeques árabes que saben frecuentar.

Aunque no es una denuncia formal presentada por el Gobierno per se, hay una investigación judicial en curso en la que la Justicia ordenó allanamientos en la AFA y clubes de fútbol dentro de una causa por presunto lavado de dinero relacionada con la financiera Sur Finanzas y vínculos con dirigentes cercanos a Tapia.

Milei se quedó sin aire para fatigar con la casta, ahora la tiene adentro. Cumplió, no sin esfuerzo, su promesa de aflojar con palabrotas y sodomizaciones. Los buenos modos le rindieron al león libertario, al menos hasta aquí. Ganó por mucho las elecciones. Recibió un generoso apoyo de la gente y recogió voluntades de los que están siempre atentos a dejarse llevar por los vientos del poder.

Empoderado, convertido el oficialismo en primera minoría en Diputados. Milei se la creyó, avanzó y derrapó. Ahora amenaza con vetar la Ley de Leyes, el Presupuesto 2026, el que él mismo mandó al Congreso y con el que pensaba cerrar exitosamente el año.

Mientras todos nos empalagamos con los detalles de la fastuosa vida de Claudio Tapia y sus adláteres, pasaban cosas. Todo explotó en la madrugada del cuando, de buenas a primeras, se pasó del festejo a la frustración. El emperramiento presidencial por bajar las leyes de Discapacidad y Financiamiento Universitario produjeron un demoledor traspié que amenaza con derrumbar todo.

El Gobierno hizo una jugada tan audaz como capciosa y le salió mal. No solo se dispuso que la votación en particular fuera por capítulos -no artículo por artículo- sino que en el ahora fatídico capítulo XI incluyó, sobre última hora, la derogación de las leyes consideradas “malditas” por el oficialismo.

Tanto el financiamiento universitario como la emergencia en discapacidad fueron aprobadas, vetadas e insistidas por los legisladores y constituyeron el peor de los fracasos parlamentarios que sufrió Milei en sus dos primeros años de mandato.

El artículo 75 del malogrado chapter 11 establecía la derogación de las controvertidas leyes, a las que Milei se niega a acatar. También contemplaba otras cuestiones muy sensibles como dar de baja la movilidad automática por inflación de las asignaciones familiares y acotar el beneficio por zonas frías del subsidio en las tarifas de gas.

El capítulo XI incluía también un caramelito envenenado con el que se pensaba asegurar los votos del PRO y la UCR: la concesión para la Ciudad de Buenos Aires de las transferencias del 1,55% de coparticipación por fuera del goteo automático.

La picardía oficialista salió mal. Los que retiraron su apoyo fueron los gobernadores que más plata recibieron de las negociaciones con el ministro Santilli. Nadie quiere quedarse pegado con asuntos tan impopulares.

El tucumano Jaldo, el catamarqueño Jalil y el salteño Sáenz, todos generosamente endulzados por el oficialismo votaron en contra arrastrando el capítulo entero. Un caso extremo de mala praxis parlamentaria.

Pero la apuesta más arriesgada se ejecutó a las 3 de la mañana del jueves cuando detrás de los cortinados salieron los tres designados para integrar la Auditoría General de la Nación (AGN) y Gabriel Bornoroni, jefe del bloque libertario, llamó a votarlos.

Cristian Ritondo estalló de ira al ver materializado el acuerdo entre la LLA y el Kirchnerismo. La designación de Juan Forlón, íntimo amigo de Máximo Kirchner y de la salteña Pamela Calletti, aliada del gobernador Sáenz, más la jura de la libertaria Monica Almada, dejando afuera de todo al candidato del PRO Jorge Triaca marcó el punto de inflexión.

La relación con el PRO y la UCR, los más firmes aliados parlamentarios del libertarianismo, quedó herida de muerte.

“Que quede claro que la falta de códigos, de respeto y de compromisos asumidos corre por cuenta de LLA y de quien preside esta Cámara”, bramó Ritondo al anunciar que harán un planteo de inconstitucionalidad. Hacen responsable a Martín Menem.

La tropelía libertaria tiene un altísimo costo. Arrastró sus efectos devastadores sobre la reforma laboral. Patricia Bullrich tuvo que congelar sus bríos parlamentarios y postergar el debate de la Ley de Modernización Laboral para febrero, un asunto con el que “la piba” pretendía sellar para la historia su ingreso al Senado.

La seguidilla de daños autoinfligidos sumó un nuevo asunto, tal vez el más letal, al trascender que Milei podría vetar el presupuesto en caso de pasar el Senado tal cual salió de Diputados.

Según Milei la caída del capítulo XI, pega de plano en la línea de flotación libertaria que reivindica el equilibrio fiscal como uno de sus fundamentals.

De las toneladas de piedra a los tiros en los pies. Si hay una maldición del tercer año, la profecía parece estarse autocumpliendo.

El apedreamiento que sufrió el Congreso cuando Macri debatía los cambios en las jubilaciónes se dio a menos de dos meses de haber ganado las elecciones de medio término y marcó el principio del fin. En ese caso fue una oposición salvaje.

El dislate de este jueves fue gatillado por la ambición de querer ir por todo, desatendiendo todos los acuerdos y advertencias del sistema.

Ahora la imaginación de los libertarios está puesta en cómo recuperar el tratamiento de la Ley de Leyes. El Presupuesto será tratado en el Senado el próximo viernes 26. La ley obtuvo dictamen del proyecto de Diputados sin cambios. Llegar a fin de año sin Presupuesto 2026 sería un fracaso y dañaría de manera ilevantable el clima de expectativas que generó el triunfo electoral de octubre.