Siddhartha, novela de Hermann Hesse, sigue la historia de un joven en busca de la iluminación espiritual, quien se enfrenta a las fuerzas opresivas de la sociedad y las limitaciones impuestas por su propio ego. En un contexto similar nos encontramos los argentinos. La economía y la política enfrentan desafíos internos y externos que limitan su capacidad para lograr la estabilidad y el éxito sostenible. Para superar estos desafíos, debemos encontrar una manera de abordar la política clientelística y la falta de consenso, así como la inflación y la dependencia de la deuda externa. Resulta de vital importancia dejar atrás los liderazgos destructivos que han fracasado reiteradamente con recetas que nos alejan de ese futuro mejor que prometen y nunca llega.
La historia económica de Argentina ha estado marcada por una serie de crisis financieras y cambiarias recurrentes frente a las cuales la clase política que nos ha gobernado mayoritariamente las últimas dos décadas no pudo ni supo dar respuestas. A lo largo del siglo XX, la economía argentina experimentó varios ciclos de auge y caída, impulsados por la fluctuación de los precios de las materias primas, el endeudamiento externo y una política económica inestable. En los años 90, la convertibilidad fijó el tipo de cambio en una relación de uno a uno con el dólar estadounidense, lo que llevó a una rápida expansión del crédito y un aumento del consumo. Sin embargo, cuando los precios internacionales de las materias primas cayeron, la economía argentina se vio afectada y se produjo una devaluación significativa en 2001. De ahí en adelante transitamos de fracaso en fracaso.
Desde entonces, la inflación ha sido un problema crónico en la economía argentina, y una causa principal de la inestabilidad económica. La inflación erosiona el poder adquisitivo de la moneda local, reduce la confianza de los inversores y aumenta la incertidumbre. La clase política argentina también ha contribuido a la inestabilidad económica del país, siendo en mi opinión la principal responsable de nuestro ocaso. El clientelismo y la corrupción son problemas aún sin respuestas, y tienen un efecto negativo en la economía. La falta de transparencia y de instituciones fuertes ha dificultado la implementación de políticas efectivas y ha creado una cultura de impunidad.
Además, la política argentina ha estado marcada por una polarización constante entre los políticos. Esto ha llevado a una falta de consenso político y a la incapacidad de abordar los problemas económicos de manera efectiva. La política argentina está demasiado enfocada en mantener la estructura de poder, en lugar de trabajar en beneficio del bienestar económico del país. Ha sido ineficaz para abordar estos problemas, en gran parte debido a su estructura clientelística y a la polarización política constante. Para resolver estos problemas, se necesitará una política económica efectiva y una cultura de transparencia y responsabilidad perdurable en el tiempo.
La alta inflación ha sido un drama constante durante décadas, lo que ha llevado a una erosión del poder adquisitivo de la moneda local y un aumento constante de los precios de los bienes y servicios. Como resultado, los ciudadanos argentinos han buscado proteger su poder adquisitivo a través de la compra de dólares, que se consideran una moneda más estable y segura. Esta demanda de dólares por parte de la población ha generado una escasez de divisas en el país, ya que el Banco Central de Argentina no puede imprimir dólares. Además, la falta de confianza en la moneda local ha llevado a una fuga de capitales que ha exacerbado aún más la escasez de divisas.
La política de congelamiento de precios y tarifas implementada recurrentemente ha sido criticada por ser una solución a corto plazo que no aborda las causas fundamentales de la inflación. A menudo conduce a una escasez de bienes y servicios en el largo plazo. Además, una vez que se levanta el congelamiento, los precios pueden aumentar significativamente, lo que a su vez puede generar un mayor aumento en la demanda de dólares.
Muchas políticas económicas y sociales se concentran en el AMBA, lo que a menudo ha dejado a otras regiones del país sin la atención necesaria para abordar sus necesidades específicas. La alta tasa de pobreza en el AMBA, que supera el promedio nacional, es un ejemplo de cómo la atención desigual puede afectar a una región específica. La pobreza en el AMBA está relacionada con varios factores, como la falta de empleo formal, el alto costo de vida y la concentración de la riqueza en pocas manos. Sin embargo, no solo el AMBA ha sufrido de falta de atención en la política argentina. Otras regiones del país también han sido afectadas por la carencia de políticas específicas y atención, lo que ha llevado a desigualdades económicas y sociales. Además, la falta de políticas efectivas para abordar las necesidades específicas de cada región ha contribuido a la polarización política y la ausencia de consenso en el país.
A estas alturas, es evidente que el mayor problema que enfrenta Argentina es la falta de respuestas por parte de la clase política para solucionar los problemas que han acosado a los ciudadanos durante los últimos 20 años, especialmente durante las dos décadas perdidas en las que fuimos gobernados durante 16 años por una facción populista. Esta facción se caracterizó por no hacerse cargo de los problemas.
En este sentido, la septuagenaria vicepresidenta se ha caracterizado a lo largo de toda su trayectoria por ejercer un liderazgo destructivo (pasará a la historia su ya célebre frase: “Sólo hay que tenerle miedo a Dios y a mí, un poquito”). Con su discurso del pasado viernes, que nada tuvo de magistral, se ubica como la principal responsable de todos los problemas que enfrentamos hoy en día. ¿Por qué? Porque ella estuvo en lo más alto del poder político durante el 80% de las dos décadas perdidas y fue la principal responsable de tomar las decisiones más importantes. La peor, sin dudas, fue haber elegido a Alberto Fernández como su delfín, lo que terminará siendo su perdición. Si las próximas elecciones confirman los pronósticos de un rotundo fracaso, ella será la principal responsable de este resultado.
Cristina tuvo el “mérito” de romper la hegemonía de las dos fuerzas políticas en Argentina. Sin embargo, su estrategia equivocada de fogonear el crecimiento de los libertarios se ha convertido en una amenaza directa para ella, incluso en la Provincia de Buenos Aires, donde la pobreza y el clientelismo político son endémicos. Al invitar a Javier Milei al debate y subirlo al ring, CFK está dejando en claro que tiene dos enemigos a los que temer: la Justicia, su rival histórico, y el candidato libertario, su nuevo contendiente. Mientras tanto, las predicciones del legislador García Moritan sobre el valor del dólar quedaron cortas, los indicadores actuales señalan que estamos camino hacia una colisión de frente. Le recomiendo al lector que ajuste bien su cinturón de seguridad, todo parece indicar que será más temprano que tarde, tendremos un nuevo cimbronazo.
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