
El 29 de agosto de 1810 nacía Juan Bautista Alberdi y en este nuevo aniversario se hace indispensable rescatar y revalorizar en toda su dimensión la figura de uno de los intelectuales más brillantes de nuestra historia porque, frente a la incertidumbre y degradación institucional actual, el gran tucumano nos muestra el ejemplo de un patriota que, al correr de su pluma y su pensamiento lúcido, fue capaz de dar forma a la construcción de un país libre, moderno, potente y con un horizonte real de progreso y bienestar.
Sus ideas aún resuenan con fenomenal vigencia cuando decía en Estudios políticos: “La libertad moderna en su sentido más positivo y práctico no es otra cosa que el gobierno del país por el país, o como dicen los sajones, que la han creado primero, el self government. La construcción de un país no es más que la forma y método en que el país ejerce su libertad o poder de gobernarse a sí mismo. Constituir su gobierno no es más ni menos que constituir su libertad. La libertad no es la antítesis del Poder, sino el Poder mismo en su forma más legítima y genuina”.
Alberdi nos enseñaba que el principio de todo gobierno representativo es la democracia, por cuanto la democracia es la soberanía del pueblo, en definitiva este principio es la razón del pueblo. La representación significa, en palabras del gran jurista argentino, que la razón y la voluntad del pueblo hacen que este dirijan al gobierno, y que los representantes sean la expresión más fiel de los intereses, las voluntades, y las ideas del pueblo, fundamento de la ciencia del gobierno representativo.
Sobre el desarrollo del gobierno representativo, sostenía que debían existir tres condiciones indispensables para cumplir con tal empresa, que desarrollan un verdadero progreso desde la institucional. Es por ello que necesitamos indefectiblemente reivindicar días tras día la división de poderes, las elecciones y la publicidad de los actos de gobierno. En definitiva estos son los medios que hacen a un gobierno con sentido y voluntad pública.
“Los clamores cotidianos de la tiranía no podrán contra los progresos fatales de la libertad”, fue una de sus máximas iniciáticas, y desde allí supo anticipar la desnaturalización de las instituciones, dejando advertencias sobre cómo la omnipotencia del Estado afecta la libertad de las personas: “La patria es libre, en cuanto no depende del extranjero; pero el individuo carece de libertad en cuanto depende del Estado de un modo omnímodo y absoluto. La patria es libre en cuanto absorbe y monopoliza las libertades de todos sus individuos, pero sus individuos no lo son, porque el Gobierno les tiene todas sus libertades”.
Sin lugar a dudas Juan Bautista Alberdi fue uno de los exponentes más notables de la generación del ´37, la misma que permitió imaginar e iniciar la construcción de una Argentina próspera y con libertades plenas. En los campos de Caseros triunfó la espada de Urquiza, pero en el campo de las ideas Alberdi consiguió la victoria y nos legó a todos los argentinos un proyecto de país, un modelo de organización y convivencia sustentado en reglas, normas, valores y ética, que nos obliga a no bajar los brazos y seguir luchando por una Argentina mejor para todos sus habitantes.
El autor es abogado constitucionalista
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